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Bienvenido a Escuchar y a Dar

Este blog, no pretende ser un diario de sus autores. Deseamos que sea algo vivo y comunitario. Queremos mostrar cómo Dios alimenta y hace crecer su Reino en todo el mundo.

Aquí encontrarás textos de todo tipo de sensibilidades y movimientos de la Iglesia Católica. Tampoco estamos cerrados a compartir la creencia en el Dios único Creador de forma ecuménica. Más que debatir y polemizar queremos Escuchar la voluntad de Dios y Dar a los demás, sabiendo que todos formamos un sólo cuerpo.

La evangelización debe estar centrada en impulsar a las personas a tener una experiencia real del Amor de Dios. Por eso pedimos a cualquiera que visite esta página haga propuestas de textos, testimonios, actos, webs, blogs... Mientras todo esté hecho en el respeto del Amor del Evangelio y la comunión que siempre suscita el Espíritu Santo, todo será públicado. Podéís usar los comentarios pero para aparecer como texto central enviad vuestras propuestas al correo electrónico:

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miércoles, 27 de junio de 2007

Testimonio de María Cecilia, una madre que amó hasta el extremo / Autor: Manuel Álvarez Arriola

Reproducimos el testimonío sencillo de alguien que supo ser fiel al Amor de Dios. En ella se cumple lo que San Pablo dice a los Corintios: "El Amor nunca pasará". Lo explica, en el siguiente articulo, Manuel Álvarez Arriola:

«Muchas veces escuché decir que el dolor, transformado en amor se convierte en camino hacia Dios, pero nunca imaginé que yo lo viviría». Con estas palabras resumía su vida una joven madre de 28 años a las puertas de la muerte condenada por el cáncer.

Su nombre es María Cecilia Perrín de Buide y nació en Argentina, el 22 de febrero de 1957. Era la tercera de cinco hermanos y formaba parte del movimiento Focolar fundado por Chiara Lubich.

Quienes la conocieron nos dicen que físicamente era muy bonita, de rasgos delicados, contextura y boca pequeña, delgada, muy dinámica, observadora, coqueta y divertida. Una persona de gran sensibilidad, dulzura y capacidad de dar cobijo a los demás. Le gustaba mucho bailar y cantar; era muy divertida.

Brilló la estrella de su vida (que se llama Luis) y se enamoró locamente. Este amor fue tan grande que superaba todos los interrogantes que se hacen siempre las parejas ante el desafío de matrimonio. Se casaron después de dos años de noviazgo y vivieron muy felices.

A los seis meses de casada quedó embarazada. Y cuando llevaba solo cuatro meses de gestación le detectaron un tumor maligno.

A los médicos les exigió que le dijeran la verdad sobre su estado, ya que no quería perjudicar al bebé que estaba creciendo en su seno con tratamientos violentos. Los médicos hablaron del aborto de moda, el “terapéutico”: hombre es por tu bien, ya tendrás más hijos, primero hay que curarte a ti. Pero tuvieron que desechar esta idea ante la postura tan firme del joven matrimonio.

Los esposos confirmaron nuevamente su fe. Dice Cecilia: «Creemos en el amor de Dios y en que lo que Él decida será amor para todos: para Luis, para el bebé y para mí». Palabras heroicas de una madre con cáncer.

Pocos días después de recibir la noticia de su enfermedad escribió: «Hoy le pude decir a Jesús que sí, que creo en su amor más allá de todo y que todo es Amor de Él, que me entrego a Él».

El 17 de julio nació su hija Agustina a la que amó con todo el amor que sólo una madre es capaz de dar, hasta su muerte acaecida el 1 de marzo de 1985.

Su fama de santidad, su heroicidad en la entrega y su ejemplo de vida cristiana han hecho que, Agustina de 22 años, cuente hoy con una mamá que va camino a los altares. La causa de beatificación de la Sierva de Dios ya está abierta.

Gracias, María Cecilia, por mostrarnos hasta dónde es capaz de llegar el amor de una madre.

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