Elige tu idioma

Bienvenido a Escuchar y a Dar

Este blog, no pretende ser un diario de sus autores. Deseamos que sea algo vivo y comunitario. Queremos mostrar cómo Dios alimenta y hace crecer su Reino en todo el mundo.

Aquí encontrarás textos de todo tipo de sensibilidades y movimientos de la Iglesia Católica. Tampoco estamos cerrados a compartir la creencia en el Dios único Creador de forma ecuménica. Más que debatir y polemizar queremos Escuchar la voluntad de Dios y Dar a los demás, sabiendo que todos formamos un sólo cuerpo.

La evangelización debe estar centrada en impulsar a las personas a tener una experiencia real del Amor de Dios. Por eso pedimos a cualquiera que visite esta página haga propuestas de textos, testimonios, actos, webs, blogs... Mientras todo esté hecho en el respeto del Amor del Evangelio y la comunión que siempre suscita el Espíritu Santo, todo será públicado. Podéís usar los comentarios pero para aparecer como texto central enviad vuestras propuestas al correo electrónico:

escucharlavoz@yahoo.es

Oremos todos para que la sabiduría de Jesús Resucitado presida estas páginas y nos bendiga abundamente.

Página web de Escuchar la Voz del Señor

Página web de Escuchar la Voz del Señor
Haz clic sobre la imagen para verla

lunes, 5 de noviembre de 2007

Historia del hombre que quiso fabricarse un dios / Autor: Marcelo Bravo

Un hombre quería construirse un dios. Sabía que se trataba de una empresa difícil y compleja, pero estaba decidido: construiría su dios.

Echó cálculos. Sacó pluma y hoja, y comenzó a escribir:

- En primer lugar, mi dios tendría que ser omnipotente-. Y el hombre dedicó una buena parte de su vida acumulando poder para su dios. Juntó los cuatro vientos, recogió fragmentos de rayos esparcidos por la tierra, reunió gritos y alaridos de toda clase y los guardó en un frasco de cristal.

Después supo que su dios, para que fuese tal, debía ser inmortal. Quedó perplejo ¿Cómo lograr la inmortalidad para su dios? Después de muchos años, después de mucho embarcarse y trajinar, logró dar con la solución: -Las piedras no mueren- le gritó el eco de las montañas (aunque no advirtió que el grito provenía más bien de su alma). -Es verdad -se repitió internamente-, las piedras no pueden morir.

Reunió entonces una gran cantidad de piedras, rocas, mármoles, granitos, y lo puso junto a los fragmentos de rayos, junto al frasco de gritos y junto a los cuatro vientos.

- Ahora necesito un nombre para mi dios- se dijo satisfecho.

El pobre hombre, ya viejo y encorvado por tanto esfuerzo, no podía creer que buscar un nombre para su dios fuese la cosa más difícil de todas. Se dio cuenta, desconsolado, que de nada había servido concentrar toda la fuerza y todos los gritos y toda la eternidad. Su dios no tendría nombre. Y por lo tanto nadie lo podría invocar o temer o contar sus hazañas. Su dios no era más que un impotente intento.

Entonces gritó a las creaturas, de entre las que había sacado los materiales para su dios:

-¡Poned vosotras un nombre a mi dios!.

Y la creación respondió al unísono:

-Es un monstruo. Eso no es Dios.

-¿Un monstruo?, Pero ¿es que no ven la fuerza que tiene? ¿No ven que es inmortal? ¿No escuchan sus gritos de poder?

La creación volvió a responder:

- Esa fuerza no es más que el viento de tu vanidad. Y las piedras no tienen vida y por eso no pueden morir. Las piedras no son más que la dureza de tu corazón.

Finalmente, en un último suspiro el viejo preguntó: -¿Es que no puedo hacer mi dios?.

Y la creación, mostrando en un instante infinito todo su esplendor y toda su belleza, y toda su vida, dijo al unísono:

- ¡Dios nos ha hecho!

-----------------------------------------
Fuente: Catholic.net

No hay comentarios:

Publicar un comentario