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Este blog, no pretende ser un diario de sus autores. Deseamos que sea algo vivo y comunitario. Queremos mostrar cómo Dios alimenta y hace crecer su Reino en todo el mundo.

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jueves, 7 de febrero de 2008

Schoenstatt no es hacer malabarares...
Foto: StckXCnge © 2008

Ardamos como un fuego vigoroso
La espritualidad y el apostolado - Hildegard Fischer


Hace un par de años aprendí a hacer malabares. Bueno, al menos lo intenté. Era fácil con una pelota, pero cuando venía la segunda y la tercera, sentía que era un desafío imposible. Cuando la segunda pelota aterrizó en mi taza de café y la tercera detrás de la biblioteca, me dije que ya era suficiente. A veces creo que nos pasa lo mismo en Schoenstatt: Cuando pienso en mi autoeducación, la oración diaria, el apostolado que exige… me siento como cuando hago malabares con tres pelotas y muy pronto todo se sale del control.

Gracias a Dios, Schoenstatt no se parece en nada a hacer malabares. Y tampoco hay que cumplir con un cúmulo de "ejercicios" y en serie y si se puede al mismo tiempo.

Yo puedo simplificar mi vida espiritual con Dios y con la Virgen María en Schoenstatt con la siguiente petición: "Sólo una cosas te pido: ¡que te ame, Señor!" La esencia de nuestra Alianza de Amor está en que me puedo abandonar en Dios, puedo experimentar un total abandono en Dios, sin condiciones, y también me puedo regalar totalmente a Dios sin dudas ni escrúpulos.
Hijo predilecto de Dios


Dios me ama en forma personal. Todos los rasgos de mi personalidad me los ha dado él como un don y una misión. La Alianza de Amor nos impulsa a creer esto muy seriamente: que Dios me quiere y me acepta como soy simplemente porque me ama. Su amor no lo mide por rendimiento o en horas, su amor lo mide en amor.


Mi respuesta en la Alianza de Amor debería medirla también en el amor. El Padre Kentenich escribió en Dachau: "Para mi mayor felicidad, cuanto tú me has dado, sin ninguna reserva te lo devuelvo."


Yo le puedo volver a regalar a Dios todo lo que me ha regalado: mi amor (porque solo puedo amar porque El me ama ) mis capacidades, mi habilidades, mis errores, mis debilidades.

Sembrar


Solo porque Dios me ama, puedo arriesgarme a pensar en transmitir y sembrar. El apostolado no se puede "hacer". El apostolado es siempre el uso de nuestras propias fuerzas y a la vez regalar esa fuerza y ese esfuerzo. Yo no hago publicidad de Dios, yo no reflejo a Dios sino que él se refleja en mí, se hace presente a través mío en mi medio ambiente. "Concédeme las gracias que me impulsen con vigor hacia aquello que sin ti no me atrevo a emprender; dame participar en la fecundidad que tu amor otorga a tu Esposa."

Nuestro apostolado consiste siempre y "solamente" en la participación de la infinita fecundidad de Dios.


Por ese motivo el apostolado es siempre irradiar lo que Dios me ha regalado, no se trata de acción ni planes personales. Mi apostolado debe venir desde lo profundo de mi corazón.

En la vida diaria


Esa idea me transmite una gran paz interior en la vida diaria. Lo que Dios en este momento me envía, es lo que aquí y ahora desea que yo le devuelva, ni más ni menos. Para mí significa que Dios me envía más trabajo profesional y más responsabilidades de las que puedo tener en un día. Servir el día entero es la regla y no una excepción.


¿Lo que Dios quiera? Le devuelvo si se puede con alegría, todo mi trabajo y mi cansancio que estén ligados a mis preocupaciones y mis esfuerzos. También cuando tengo que cancelar una cita por la cual me había alegrado o cuando no puedo asistir a una reunión en Schoenstatt porque simplemente no me puedo alejar de mi trabajo.


Claro que no por eso, voy a dejar de estar agotado al fin del día, claro que se me hace difícil hacer el turno de la noche, claro que al hablar con mi jefa debo mantener en cierta reserva el peso de la tarea. Claro que les exijo a mis colaboradores y a mis colegas de trabajo y claro que también estoy decepcionado cuando tengo una cita privada y no se realiza, pero con la misma evidencia debo entregarle todo esto a Dios.

Y en esa entrega estoy hacienda apostolado todo el día. No solo contribuyo al Capital de Gracias, sino que en mi ambiente doy seguridad e irradio autenticidad. Se puede sentir que la fe existe en la vida diaria, también cuando no hablo de ello.

A principios de octubre viajé con mi grupo de la juventud de la Bretagne. Naturalmente me dediqué a los jóvenes sin descanso, y luego de un día libre, regresé a la rutina diaria del trabajo. Los jóvenes habían tenido mi cámara y tomaron fotos.

Cuando me puse a mirarlas, tuve de repente una sorpresa: una cruz en medio de las fotos de grupo y de las de la playa. ¿Dónde sacaron esta foto? " Ya no tenemos idea, pero pensamos que te alegrarías al verla. ¡Qué les parece, cómo me he alegrado!

No dejo de sorprenderme y de agradecer al comprobar el apostolado que significa el entregar a Dios los dones y regalos recibidos. Cada persona recibe de Dios una tarea diversa; algunos las reciben directo al frente de su puerta como regalo y como misión.

Recibe Señor

Siempre me apasiona el comprobar adónde me transportan los artículos. En este caso medito en los textos que me inspiró la oración "Recibe Señor".


Seguramente no es una coincidencia. Esa oración expresa para el Padre Kentenich la Inscriptio, es la entrega total en la Alianza de Amor a Dios y a la Mater.

Con esto estoy otra vez haciendo malabares: pero es algo totalmente distinto, dado que en ese caso tengo que tirar una pelota al aire para atajarla luego, pero en la Alianza de Amor no es necesario agregar siempre algo más.

De mi entrega a Dios y de mi profundo amor a él nace lo otro: mi autoeducación, mi oración, mi apostolado.

En la Alianza de Amor Dios se ofrece por amor como compañero de la Alianza y desea que el vínculo principal en la Alianza sea el amor. Todo lo demás debe nacer de ese amor y es solamente en relación con ese amor que es fructífero.

La autoeducación es para mí no como una meta en sí, sino que es mi anhelo, la imagen como Dios me pensó, ser siempre más y más parecida a él.

Dame todo lo que acreciente el amor por ti

Esa petición me acompaña durante todo el día. Porque solo puedo ser fecundo en mi mundo, en mi vida diaria, cuando hay coherencia entre mi actuar y mi amor a Dios. Así puedo llevar a Dios a mi ambiente.


Para mí no se trata simplemente de pedirle a Dios, sino también de un exigencia a mí misma. Debo hacer todo lo que está a mi alcance para cuidar y mantener ese amor. Debo asegurarme tiempo para la oración, para experimentarme como niño predilecto, para el silencio, de tal forma que pueda estar abierta al amor de Dios.

También vale lo contrario: toda mi autoeducación o mi apostolado estarán vacíos, desarraigados, (según el Padre Kentenich, se trata de pensar, amar y vivir en forma mecanicista), cuando me separo de mi Alianza de Amor, de mi entrega total y por lo tanto de Dios.

Sólo entonces me deben llamar dichoso, pleno

La promesa no solamente está en las oraciones del Hacia el Padre sino también en toda la espiritualidad de Schoenstatt.

Seguramente no se ve a simple vista como seguro para evitar situaciones inseguras y difíciles en la vida. La felicidad y la bendición nace de mi total entrega a Dios, porque Dios me ama, nos ama, y porque todo lo que Dios nos envía viene de su amor.

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Trducción: Lourdes Heinzl, Alemania/Enrique Soros, USA








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