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domingo, 19 de abril de 2009

En sus apariciones a la religiosa polaca canonizada por Juan Pablo II
Jesús aseguró a Santa Faustina que derramaría “un mar de gracias” en la fiesta de hoy: la Divina Misericordia
Le dijo que cuidaría especialmente a quien difundiera esta devoción

19 de Abril de 2009.- Fue el mismo Jesucristo, en sus apariciones a la santa polaca Faustina Kowalska (1905-1938), quien le pidió que se instituyera la fiesta que hoy celebramos: “Deseo que haya una Fiesta de la Misericordia (…) en el primer domingo después de la Pascua de Resurrección”, le comunicó a la santa polaca. Y a ella le dijo que era una gran oportunidad para recibir enormes gracias: “Deseo que la Fiesta de la Misericordia sea refugio y amparo para todas las almas y, especialmente, para los pobres pecadores. Ese día están abiertas las entrañas de mi misericordia. Derramo todo un mar de gracias sobre las almas que se acercan al manantial de mi misericordia”. “Hija mía, di que esta fiesta ha brotado de las entrañas de mi misericordia para el consuelo del mundo entero”, le dijo.

(Sonsoles Calavera / Alba)Incluso le habló de la limpieza que daría a las almas la celebración de esta fiesta: “Deseo conceder el perdón total a las almas que se acerquen a la confesión y reciban la Santa Comunión el día de la fiesta de mi misericordia”. Por estas revelaciones a Santa Faustina, se instituyó la fiesta, en la que se puede ganar indulgencia plenaria. El Papa Juan Pablo II, muy fiel a esta devoción, anunció durante la canonización de Sor Faustina, el 30 de abril de 2.000: “En todo el mundo, el segundo domingo de Pascua, recibirá el nombre de domingo de la Divina Misericordia. Una invitación perenne para el mundo cristiano a afrontar, con confianza en la benevolencia divina, las dificultades y las pruebas que esperan al genero humano en los años venideros“. Y la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos publicó el 23 de mayo de 2000 un decreto sobre la celebración de la fiesta que dice que “se concede indulgencia plenaria, con las condiciones habituales (confesión sacramental, comunión eucarística y oración por las intenciones del Sumo Pontífice), al fiel que, en el domingo segundo de Pascua, llamado Domingo de la Divina Misericordia, en cualquier iglesia u oratorio, con espíritu totalmente alejado del afecto a todo pecado, incluso venial, participe en actos de piedad realizados en honor de la Misericordia Divina, o al menos rece, en presencia del Santísimo Sacramento de la Eucaristía, públicamente expuesto o conservado en el Sagrario, el Padrenuestro y el Credo, añadiendo una invocación piadosa al Señor Jesús misericordioso, por ejemplo: “Jesús misericordioso, en ti confío”.

La Fiesta de la Divina Misericordia tiene como fin principal hacer llegar a los corazones de cada persona un mensaje: que Dios es misericordioso y nos ama a todos: “Cuanto más grande es el pecador, tanto más grande es el derecho que tiene a mi misericordia”, dijo Jesús. Y aclaró que esta devoción es la llave para la paz: “La Humanidad no conseguirá la paz hasta que no se dirija con confianza a mi misericordia”.

La transmisora del mensaje

Santa Faustina, la tercera de diez hermanos, entró a los 20 años en la congregación ‘Madre de Dios de la Misericordia’ de Cracovia, donde vivió hasta su fallecimiento, a los 33 años, en 1938, cumpliendo los deberes de cocinera, jardinera y portera. Allí tuvo muchos encuentros sobrenaturales -apariciones- de Jesús y la Virgen María.

Jesús aseguró a Santa Faustina que premiaría espléndidamente a las almas que difundieran esta devoción: “A aquellos que proclamen mi gran Misericordia, yo mismo los defenderé en la hora de la muerte como mi gloria, aunque los pecados de las almas fuesen negros como la noche”, le dijo.

Santa Faustina escribió un diario donde se reflejan las revelaciones que tuvo, y los deseos y avisos del Señor para toda la Humanidad. Entre ellos le pidió que pintara la imagen de Jesús con unos rayos saliendo de su corazón y con la inscripción: “Jesús, en Ti confío”. “Deseo que esta imagen sea venerada en tu capilla, y en el mundo entero”, le pidió. “Ambos rayos brotaron de las entrañas más profundas de mi misericordia, cuando mi corazón agonizante fue abierto en la cruz por la lanza. Estos rayos protegen a las almas de la indignación de mi padre”, le dijo Jesús a Santa Faustina.

Además de la fiesta de hoy, hay diversas formas de vivir esta devoción, como el rosario de la Divina Misericordia o la hora de la Misericordia Divna, que consiste en rezar todos los días la siguiente oración a las tres de la tarde: “Expiraste, Jesús, pero tu muerte hizo brotar un manantial de vida para las almas, y el océano de tu Misericordia inundó al mundo entero. ¡Oh!, fuente de vida, insondable Misericordia Divina, inunda al mundo entero, derramando sobre nosotros hasta tu última gota de sangre”.

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