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Bienvenido a Escuchar y a Dar

Este blog, no pretende ser un diario de sus autores. Deseamos que sea algo vivo y comunitario. Queremos mostrar cómo Dios alimenta y hace crecer su Reino en todo el mundo.

Aquí encontrarás textos de todo tipo de sensibilidades y movimientos de la Iglesia Católica. Tampoco estamos cerrados a compartir la creencia en el Dios único Creador de forma ecuménica. Más que debatir y polemizar queremos Escuchar la voluntad de Dios y Dar a los demás, sabiendo que todos formamos un sólo cuerpo.

La evangelización debe estar centrada en impulsar a las personas a tener una experiencia real del Amor de Dios. Por eso pedimos a cualquiera que visite esta página haga propuestas de textos, testimonios, actos, webs, blogs... Mientras todo esté hecho en el respeto del Amor del Evangelio y la comunión que siempre suscita el Espíritu Santo, todo será públicado. Podéís usar los comentarios pero para aparecer como texto central enviad vuestras propuestas al correo electrónico:

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domingo, 20 de febrero de 2011

El Evangelio del Domingo: La medida del amor / Por Amadeo Rodríguez, obispo de Plasencia

VII Domingo del Tiempo Ordinario

20 de febrero de 2011.-
Nada me extrañaría que a algunos de cuantos lean el texto del Evangelio y mi comentario les pudiera parecer que lo dicho no es políticamente correcto. Lo correcto para los que escuchaban a Jesús era la ley del talión y, por desgracia, los criterios de hoy en día no suelen andar muy lejos. Nos cuesta entrar a corazón abierto en lo que Jesús dice en este texto, que es de una extraordinaria novedad y radicalidad. Siguiendo con el clima del Sermón del Monte, ahora se atreve a tocar una materia especialmente sensible: se atreve con la medida del amor y apunta hasta el límite máximo de la generosidad del corazón humano, hasta el amor que se hace perdón. Y no admite las medias tintas. A cuantos sean capaces de comprender a Jesús, los llama a la perfección en el amor. Y el horizonte que propone es el de ser perfectos, no a nuestra medida -¡apañados estábamos!-, sí a la de Dios (como el Padre celestial es perfecto). Dice Jesús que los hijos de Dios, al sentirse amados por su Padre, han de amar del modo que más les identifique con el amor que reciben. Por eso, el pobre dice al pedir: Por amor de Dios, hermano. Leer más...


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