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Bienvenido a Escuchar y a Dar

Este blog, no pretende ser un diario de sus autores. Deseamos que sea algo vivo y comunitario. Queremos mostrar cómo Dios alimenta y hace crecer su Reino en todo el mundo.

Aquí encontrarás textos de todo tipo de sensibilidades y movimientos de la Iglesia Católica. Tampoco estamos cerrados a compartir la creencia en el Dios único Creador de forma ecuménica. Más que debatir y polemizar queremos Escuchar la voluntad de Dios y Dar a los demás, sabiendo que todos formamos un sólo cuerpo.

La evangelización debe estar centrada en impulsar a las personas a tener una experiencia real del Amor de Dios. Por eso pedimos a cualquiera que visite esta página haga propuestas de textos, testimonios, actos, webs, blogs... Mientras todo esté hecho en el respeto del Amor del Evangelio y la comunión que siempre suscita el Espíritu Santo, todo será públicado. Podéís usar los comentarios pero para aparecer como texto central enviad vuestras propuestas al correo electrónico:

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viernes, 13 de mayo de 2011

Anna Vilanova, madre de Marcel que nació con síndrome de Down y falleció de leucemia: «Mi hijo me enseñó a ver con los ojos del corazón»

13 de mayo de 2011.-Anna Vilanova (Girona, 1964) fue la cantante de la Orquestra Selvatana -un clásico de los envelats- hasta que se quedó embarazada. Deseaba tanto a ese hijo que no le costó nada despedirse de la bohemia. A partir de entonces le cantaría al niño que llevaba en su vientre. Pero al nacer Marcel el mundo se le vino encima. No estaba preparada para un síndrome de Down, y mucho menos para todo lo que vendría después. La entrevista Núria Navarro en el Periódico de Catalunya.

-Yo tenía 28 años y en la familia no había antecedentes. Nada más ver la carita de Marcel, le dije a Gaspar, mi marido, que el niño era «extraño». Aquellos ojos, aquella nariz, su forma de sacar la lengua... En el paritorio nadie nos dijo nada. Esa primera noche no lo pude ni tocar. Pensé: «Ojalá se hubiera muerto». Para mí era un extraño.

-No era como había imaginado.

-Era como si hubiera planeado viajar a Italia y, al bajar del avión, viera un letrero que dijera «bienvenido a Siberia» y no hubiera retorno. Me pusieron en una habitación aparte, para no amargar la felicidad de mi compañera de cuarto. Me sentía vacía y triste. Gracias a una comadrona que pasó toda la noche enseñándome cómo darle de mamar, empecé a sentir que era mío. Leer más...

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