12 de junio de 2011.- Parroquias en las que los diferentes grupos rivalizan por tener más protagonismo; miembros de movimientos que menosprecian a los de otras realidades eclesiales; feligreses desconcertados por la aparición de nuevas comunidades en sus templos; religiosos que sustituyen el discernimiento vocacional por una especie de marketing de su congregación; grupos de fe que se cierran en sí mismos, sin conexión con la diócesis... Los roces en el seno de la Iglesia no son algo infrecuente, y la causa es siempre la misma: no apreciar la diversidad de carismas como una riqueza, como un don. Gracias a Dios, el Espíritu también se ocupa de sanar estas heridas y sobreabundan los ejemplos de comunidades cada vez más ricas en carismas, más unidas y más evangelizadoras. Leer más...
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*COMENTARIO:* Padre, ¿no hay palabras de más consuelo para esa pregunta de
la tristeza?
*RESPUESTA MÍA:* La respuesta es que Dios es la alegría y la f...
Hace 2 meses
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