“Yo era de esos que decía: ¿para qué confesarnos con un sacerdote si Dios lo sabe todo?; pero cuando el sacerdote me dio la absolución y dijo: ‘Vete y no vuelvas a pecar’, sentí cómo se liberaba mi alma del pecado y mi corazón se llenaba de gozo y paz. Ese día mis ojos se llenaron de lágrimas de felicidad; estaba volviendo a nacer”
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*COMENTARIO:* Padre, ¿no hay palabras de más consuelo para esa pregunta de
la tristeza?
*RESPUESTA MÍA:* La respuesta es que Dios es la alegría y la f...
Hace 2 meses