* «Al ver esa crucifixión bañada en luz, fue como si en un instante comprendiese que no, que no todo se acababa en el sufrimiento y la muerte de Jesús. Detrás estaba la victoria sobre la muerte, la victoria del amor sobre el mal. Fue una iluminación. Hubo una segunda ocasión en la cual la fe llegó a mi corazón. Vi en un mural un texto de las Bienaventuranzas: «Bienaventurados los pobres de espíritu, bienaventurados los mansos, bienaventurados los que lloran…» Ese texto me impactó. Se dirigía a los católicos, pero podía también dirigirse a los judíos, o en todo caso así lo experimenté yo. Hizo nacer en mi corazón el deseo de saber más»