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Bienvenido a Escuchar y a Dar

Este blog, no pretende ser un diario de sus autores. Deseamos que sea algo vivo y comunitario. Queremos mostrar cómo Dios alimenta y hace crecer su Reino en todo el mundo.

Aquí encontrarás textos de todo tipo de sensibilidades y movimientos de la Iglesia Católica. Tampoco estamos cerrados a compartir la creencia en el Dios único Creador de forma ecuménica. Más que debatir y polemizar queremos Escuchar la voluntad de Dios y Dar a los demás, sabiendo que todos formamos un sólo cuerpo.

La evangelización debe estar centrada en impulsar a las personas a tener una experiencia real del Amor de Dios. Por eso pedimos a cualquiera que visite esta página haga propuestas de textos, testimonios, actos, webs, blogs... Mientras todo esté hecho en el respeto del Amor del Evangelio y la comunión que siempre suscita el Espíritu Santo, todo será públicado. Podéís usar los comentarios pero para aparecer como texto central enviad vuestras propuestas al correo electrónico:

escucharlavoz@yahoo.es

Oremos todos para que la sabiduría de Jesús Resucitado presida estas páginas y nos bendiga abundamente.

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miércoles, 15 de septiembre de 2010

Los juicios te impiden ver el rostro de Dios en los demás / Por P. Fernando Simón


Meditación en vídeo grabada en directo

15 de septiembre de 2010.-
El padre Fernando Simón Rueda es asesor espiritual de la Comunidad Familia, Evangelio y Vida, director de la Oficina de la Familia y la Vida de la Conferencia Episcopal Española y este mes de septiembre será nombrado párroco de la Parroquia de San Juan Crisóstomo de Madrid. En esta meditación profundiza en el daño que hacemos a los demás y a nosotros mismos cuando juzgamos a las otras personas, lo que nos impide ver el rostro de Dios en ellas. El padre Fernando Simón compartió esta enseñanza en el grupo de oración Familia, Evangelio y Vida de la Parroquia de la Inmaculada Concepción de Vilanova i la Geltrú, Barcelona, España, donde ha sido grabada en directo, el lunes 30 de agosto de 2010. Ver vídeo...

viernes, 23 de julio de 2010

Las malas palabras calan / Por Rebeca Reynaud


23 de julio de 2010.- El lenguaje tiene muchas dimensiones. Uno se expresa a sí mismo cuando habla. Al hablar se ve qué tipo de persona se es, qué grado de cultura se posee y en qué términos se valora a los demás. El lenguaje crea cultura.

Hoy está de moda decir malas palabras. A veces no hay más razones para explicar el uso de malas palabras que la de "todos hacen lo mismo". No nos damos cuenta de que "la estatura moral de las personas crece o disminuye según las palabras que pronuncian y los mensajes que eligen oír", dice Juan Pablo II. Además, nuestras obras nos siguen y quedan en nuestra alma, moldeándola.

Ana Catalina Emmerick escribe: "Todo cuento el hombre piensa, dice y hace tiene alguna vida y continúa viviendo como obra buena o mala. Lo malo hay que remediarlo con la confesión y la penitencia; de otro modo continuarán las consecuencias del pecado sin término" (tomo X, 478, n. 45). Leer más...

martes, 30 de junio de 2009

Testimonio para prácticar: Hablar bien, ¡hasta de los amigos!
30 de junio de 2009.-Un grupo de formación nos reuníamos semanalmente. En cierta ocasión despotricamos excesivamente sobre uno de nuestros compañeros ausentes, lo cual nos dejó un sabor amargo. Me tocó señalar el tema de estudio para la semana siguiente y sugerí: a) No hablar mal de nadie, y b) Hablar bien, venga o no a cuento, de todos los que tratemos, incluidos los amigos.

(Alejo Fernández Pérez / Yo Influyo) En principio nos pareció fácil, pero al final resultó mucho más difícil de lo que parecía. No hablar mal de alguien se puede aguantar, pero hablar bien, incluso de los amigos, era mucho más de lo que se podía soportar. ¿Qué pasaba? Pues pasaba que al hablar bien de Juan, Juan subía en la escala social, mientras nosotros quedábamos más abajito. Y esto afecta la fibra más íntima de nuestro "yo", de nuestra importancia.

Todos queremos ser los más guapos, ricos, inteligentes, graciosos y los que metemos más goles del grupo, pero eso es casi imposible, así que era mucho más cómodo rebajar al que sobresale, poniendo encima de las mesa todos sus defectos, vicios y manías, sean verdad o no, y, por supuesto, callándonos sus virtudes. ¡Hasta ahí podíamos llegar! Que Juan fuese más listo que los demás... ¡jamás!

Como siempre, la luz proviene de esos libritos que se llaman Evangelios. ¿Qué autoridad hay semejante a Cristo que nos enseñe cómo hemos de vivir? Él dijo: "No juzguéis y no seréis juzgados, porque como juzguéis os juzgarán, y con la medida que midiereis se os medirá. ¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo ves la paja en el ojo de tu hermano y no ves la viga en el tuyo?" (Mt 7 1-5).
Además recalcó: "Este es mi precepto, que os améis los unos a los otros como yo os he amado". Aquí está la clave y el fundamento de todo el cristianismo: el amor.

La parte negativa del amor es no hacer daño, pero lo que importa es hacer el bien, hablar bien. Sólo amando y siendo amados podemos alcanzar un poco de felicidad en este mundo. El ser humano exige mucho más que la felicidad del animal sano, bien alimentado y cuidado.

Necesitamos ser amados, estimados, respetados, valorados y de alguna forma, admirados. El hombre o la mujer nunca son más felices que cuando son reconocidos y "alabados" por sus trabajos o cualidades personales. Basta ver la satisfacción de ese buen futbolista que mete un difícil gol y salta de alegría, se revuelca, brinca y es alabado con estruendosos aplausos.

La más pequeña de las acciones o regalos hechos con amor suelen agradecerse como el mejor de los tesoros. El mismo Jesús lo reconoció así en la pobre mujer que, dando el poco dinero que tenía para comer, lo ofreció todo por amor. ¡Con razón la oración preferida y deseada por Yahvé es la oración de alabanza, la de los santos y las monjas encerradas!

Igualmente, los Mandamientos de la ley de Dios carecen de valor y de sentido sin el primero: Amarás a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo.

En conclusión, no perdamos ninguna ocasión para alabar sincera y honestamente a toda persona en sus actividades. Pero ¡ojo!, díselo de corazón, de verdad, con normalidad, con una sonrisa, y comprobarás cómo te lo agradecerán. Además, nunca mentirás, pues todo lo que hace el Señor es hermoso.

Sin embargo, existe un requerimiento: hay que entrenarse. No hace falta mentir ni disimular, pues todos tienen algo bueno. Cuando no podamos decir nada bueno, ¡callémonos! Mientras tanto, podemos empezar con algo como: "María qué guapa estás hoy, ¿quién te ha peinado?". O "¡qué vestido tan bonito llevas!".

"Paco, ¡enhorabuena! me han dicho que has aprobado ‘casi’ todo". Al mal alumno hay que alabarle lo poco bueno que haga, en vez de criticarle duramente lo malo. Sorprendido, se esmerará un poco más.

Todo hay que decirlo con cara alegre y sonriente. ¡Ojo!, si se nos ocurriese utilizar la "coba" nos pasaríamos de listos, lo notarían rápidamente y caeríamos en un repugnante fariseísmo.

Los principios de la física también valen para la vida: "Toda acción tiene una reacción igual y contraria". Por tanto, sonríe y te sonreirán, critica y te criticarán, ayuda y te ayudarán, odia y serás odiado, ama y serás amado. Al sembrar amor y palabras amables, el ambiente cambia rápidamente a nuestro alrededor, y a cada sonrisa se nos responderá con otra parecida.

Prueben durante una semanita y comprobarán los excelentes resultados que se obtienen por un precio tan pequeño, sin necesidad de ser ricos, guapos ni una lumbrera.

lunes, 4 de agosto de 2008

Las palabras vanas destruyen la comunión y la comunidad / Autores: Conchi y Arturo

"Pero les aseguro que en el día del Juicio, los hombres rendirán cuenta de toda palabra vana que hayan pronunciado. Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado", afirma Jesús en Mateo, 12, 35-36.

El Diccionario de la Lengua Española nos puede ayudar a entender esta sería advertencia de Cristo. Analicemos los distintos significados que se le atribuyen:

1.-Falto de realidad, sustancia o entidad.

Muchas veces hemos hablado sin conocimiento de los hechos y vicisitudes de la vida de una persona. Lo hacemos de forma irreal, sin preocupación por sus consecuencias y calumniandola. Incluso nos atrevemos a explicar los sentimientos y los errores de esa persona sin tan siquiera haber hablado con ella.

A veces nos ocurre porque alguien de nuestra confianza nos ha contado algo que ha oído. En otras ocasiones nos sentimos contrariados porque tenemos miedo que esa persona pueda eclipsar nuestra presencia en el grupo social, familiar o eclesial al que pertenecemos. Esto que nos sucede en la vida cotidiana se amplifica mucho más en la vida espiritual y de la iglesia, en los movimientos, comunidades parroquiales y religiosas.

Cristo vino a darnos Palabras de Vida para hacer crecer su Reino en nosotros. Cada vez que pronunciamos palabras vanas, estamos sirviendo al espíritu del mundo, dañamos a los demás y sobre todo a nosotros. Al final de nuestros días seremos juzgados por el Amor real de Dios que ha servido a los demás a través de las acciones que hacemos. Las Palabras de Vida de Jesús eran no sólo pronunciadas sino puestas en práctica. Como cumplían la voluntad de Dios Padre, hacían crecer el Reino.

Las palabras vanas nos condenarán porque son contrarias al Amor. Una palabra hiriente puede dejar a una persona destruida como muerto viviente para el resto de su vida. Esto sucede en todas nuestras relaciones, pero eso es lo grave. Toda relación de trabajo, familiar, con conocidos y desconocidos, debería estar presidida por Palabras de Vida del Evangelio. Nuestras Palabras deben señalar a Dios como el único capaz de generar vida a través de nuestro pobre léxico.

En las comunidades eclesiales de cualquier tipo, las palabras a veces son de exquisitez lingüística probada, pero están envenenadas por la intención del corazón y no son puestas en práctica por aquellos que las pronuncian. Eso complica mucho el crecimiento del Reino, la Evangelización, la vida en comunidad y el crecimiento comunitario. En el libro de la Sabiduría 1, 3-11, leemos:

Los pensamientos tortuosos apartan de Dios,
y el Poder puesto a prueba, confunde a los insensatos.

La Sabiduría no entra en un alma que hace el mal
ni habita en un cuerpo sometido al pecado.

Porque el Santo Espíritu, el educador, huye de la falsedad,
se aparta de los razonamientos insensatos,
y se siente rechazado cuando sobreviene la injusticia.

La Sabiduría es un espíritu amigo de los hombres,
pero no dejará sin castigo las palabras del blasfemo,
porque Dios es el testigo de sus sentimientos,
el observador veraz de su corazón,
y escucha todo lo que dice su lengua.

Porque el espíritu del Señor llena la tierra,
y él, que mantiene unidas todas las cosas, sabe todo lo que se dice.

Por eso no podrá ocultarse el que habla perversamente,
la justicia acusadora no pasará de largo junto a él.

Los designios del impío serán examinados:
el eco de sus palabras llegará hasta el Señor,
como prueba acusadora de sus iniquidades.

Un oído celoso lo escucha todo,
no se le escapa ni el más leve murmullo.

Cuídense, entonces, de las murmuraciones inútiles
y preserven su lengua de la maledicencia;
porque la palabra más secreta no se pronuncia en vano,
y una boca mentirosa da muerte al alma.


Fijemonos en el resto de deficiones del diccionario de "Vana":

2.- Hueco, vacío y falto de solidez.

Es lo mismo que hablar por hablar pero con la intención de dañar. "Que vuestra conversación sea siempre amena, sazonada con sal, sabiendo responder a cada cual como conviene". Colosenses 4, 6.

3.- Dicho de un fruto de cáscara: Cuya semilla o sustancia interior está seca o podrida.

Cristo nos dio el discernimiento único, para distinguir a quienes hacen la voluntad de Dios y le siguen, con la afirmación: "Por sus frutos los conoceréis".Una fruta con la sustancia interior podrida es igual a cuando Jesús dijo "sois como sepulcros blanqueados".

4.- Arrogante, presuntuoso, envanecido.

En la 1ª carta de Pedro 3, 10-16, se nos instruye para cumplir con nuestro testimonio de Amor en el nombre del Padre, de Cristo Resucitado y por el don del Espíritu Santo y abandonar la arrogancia:

"Pues quien quiera amar la vida y ver días felices, guarde su lengua del mal, y sus labios de palabras engañosas, apártese del mal y haga el bien, busque la paz y corra tras ella. Pues los ojos del Señor miran a los justos y sus oídos escuchan su oración, pero el rostro del Señor contra los que obran el mal. Y ¿quién os hará mal si os afanáis por el bien? Mas, aunque sufrierais a causa de la justicia, dichosos de vosotros. = No les tengáis ningún miedo ni os turbéis. Al contrario, dad culto al Señor, Cristo, en vuestros corazones, siempre dispuestos a dar respuesta a todo el que os pida razón de vuestra esperanza. Pero hacedlo con dulzura y respeto. Mantened una buena conciencia, para que aquello mismo que os echen en cara, sirva de confusión a quienes critiquen vuestra buena conducta en Cristo. Pues más vale padecer por obrar el bien, si esa es la voluntad de Dios, que por obrar el mal".

5.-Insubsistente, poco durable o estable.

Sólo la Gracia de Dios puede cimentarnos en sus Palabras de Vida. darnos el don del silencio, la escucha y la estabilidad perdurable para servir a los demás. La 2ª Carta a las Tesalonicenses 2, 16-17, nos ilustra: "Que el mismo Señor nuestro Jesucristo y Dios, nuestro Padre, que nos ha amado y que nos ha dado gratuitamente una consolación eterna y una esperanza dichosa, consuele vuestros corazones y los afiance en toda obra y palabra buena".

Hemos querido subrayar algunas de los versículos de la Biblia referidos a la lengua para que tomemos conciencia que muchas veces nuestras comunidades no crecen, se ven paralizadas o disminuyen por las intenciones del corazón de las cuales habla la boca. El capitulo 3 de la carta de Santiago es luz para nuestro camino:

"No os hagáis maestros muchos de vosotros, hermanos míos, sabiendo que nosotros tendremos un juicio más severo, pues todos caemos muchas veces. Si alguno no cae hablando, es un hombre perfecto, capaz de poner freno a todo su cuerpo. Si ponemos a los caballos frenos en la boca para que nos obedezcan, dirigimos así todo su cuerpo.

Mirad también las naves: aunque sean grandes y vientos impetuosos las empujen, son dirigidas por un pequeño timón adonde la voluntad del piloto quiere. Así también la lengua es un miembro pequeño y puede gloriarse de grandes cosas. Mirad qué pequeño fuego abrasa un bosque tan grande. Y la lengua es fuego, es un mundo de iniquidad; la lengua, que es uno de nuestros miembros, contamina todo el cuerpo y, encendida por la gehenna, prende fuego a la rueda de la vida desde sus comienzos. Toda clase de fieras, aves, reptiles y animales marinos pueden ser domados y de hecho han sido domados por el hombre; en cambio ningún hombre ha podido domar la lengua; es un mal turbulento; está llena de veneno mortífero. Con ella bendecimos al Señor y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, hechos a imagen de Dios; de una misma boca proceden la bendición y la maldición. Esto, hermanos míos, no debe ser así.

¿Acaso la fuente mana por el mismo caño agua dulce y amarga? ¿Acaso, hermanos míos, puede la higuera producir aceitunas y la vid higos? Tampoco el agua salada puede producir agua dulce. ¿Hay entre vosotros quien tenga sabiduría o experiencia? Que muestre por su buena conducta las obras hechas con la dulzura de la sabiduría. Pero si tenéis en vuestro corazón amarga envidia y espíritu de contienda, no os jactéis ni mintáis contra la verdad. Tal sabiduría no desciende de lo alto, sino que es terrena, natural, demoníaca. Pues donde existen envidias y espíritu de contienda, allí hay desconcierto y toda clase de maldad. En cambio la sabiduría que viene de lo alto es, en primer lugar, pura, además pacífica, complaciente, dócil, llena de compasión y buenos frutos, imparcial, sin hipocresía. Frutos de justicia se siembran en la paz para los que procuran la paz".


Desearíamos que este modesto articulo pueda servir como base de oración diaria. La Palabra de dios es Viva y Eficaz, penetra hasta el fondo de nuestro corazón. Por eso hemos querido usarla con fluidez en un tema tan delicado y a la vez tan peligroso para cualquier convivencia comunitaria que desee dar frutos que permanezcan.

Escuchar palabras vanas también nos destruye

Muchas veces intentamos adaptar las Palabras de las Escrituras y la revelación de Dios a nuestros intereses. La Biblia no se contradice y es revelada en plenitud con la venida de Cristo. En Mateo 7, 24-27, se lee que el Señor enseñó a quienes escuchaban:
"Así, todo el que escucha las palabras que acabo de decir y las pone en práctica, puede compararse a un hombre sensato que edificó su casa sobre roca. Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos y sacudieron la casa; pero esta no se derrumbó porque estaba construida sobre roca.
Al contrario, el que escucha mis palabras y no las practica, puede compararse a un hombre insensato, que edificó su casa sobre arena. Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos y sacudieron la casa: esta se derrumbó, y su ruina fue grande".


También, en Mateo 15, 7-9 las palabras de Jesús nos quieren convertir el corazón: "¡Hipócritas! Bien profetizó de ustedes Isaías, cuando dijo: Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. En vano me rinden culto: las doctrinas que enseñan no son sino preceptos humanos".

Todo se resume en la respuesta de Jesús en Lucas 8, 20-21: "Le anunciaron: "Tu madre y tus hermanos están ahí fuera y quieren verte." Pero él les respondió: "Mi madre y mis hermanos son aquellos que oyen la Palabra de Dios y la cumplen." Esta claro que la Voluntad de dios no es que escuchemos palabras vanas de otras personas, sino que nuestras conversaciones sean a imagen de semejanza de aquellas que el sostuvo con cuantos se le cruzarón en su camino. Si tú te has encontrado con Él y vives en continua conversión conoces la voluntad del Padre Celestial porque te la revela en el silencio y en su acompañamiento.

Abandono de la fe por criticas, calumnias y humillaciones

Pondremos ahora unos ejemplos del resultado de palabras vanas piadosas. Conocemos un hombre comprometido con la Iglesia que en el año 1990 tenía una lista de 1500 personas que estando en distintos grupos parroquiales y trabajos pastorales habían abandonado la vida comunitaria y de comunión eclesial heridos por personas que de forma consciente o inconsciente, por carácter o por perversión, los habían humillado, calumniado y criticado reiteradamente. Este hombre que tenía la lista de sus conocidos que habían dejado su vida comunitaria de fe se preguntaba con sabiduría: ¿Si yo un pobre laico tengo esta lista de 1500 que han abandonado su práctica de crecimiento en la fe, cuántos son los que huyen de la Iglesia Católica cada año?

Estando en gracia de Dios y cuando eramos novios, al comentarle a nuestro párroco que nos cambiabamos de domicilio porque nos casábamos nos hizo la siguiente confidencia:
"hace más de un año varías personas han venido a pedirme que os niegue la comunión porque estáis en permanente pecado. Yo sé que sois personas de oración y que trabajais para el Reino. Contesté a esas personas que yo no tenía ninguna prueba de ningún pecado grave y que consideraba eso una calumnia". Los comentarios habían provenido de personas que nos besaban y abrazaban cuando nos encontraban y se atribuían incluso nuestro crecimiento en la fe. realmente eran puras calumnias con el único objetivo de destruir. Si nosotros no quedamos heridos y dimos pasos atrás en la fe fue porque realmente estábamos anclados en la única Roca que Salva, Dios. A Él hemos de dar gracias pero comprendemos a cuantos se han sentido humillados.

Los sacerdotes lo pasan mal. Muchas veces, lo hemos visto en multitud de parroquias , congregaciones y movimientos. Hay rivalidad entre laicos y sacerdotes. Entre religiosas y sacerdotes. Entre religiosas y laicos. Y entre los mismos laicos hemos visto muchos que se creen propietarios del servicio o área pastoral que ocupan. Esas personas acostumbran a argumentar que sólo ellas están preparadas para hacer lo que hacen y que los demás no tienen formación. Es una excusa para mandar más que nadie e imponer cargas pesadas a los hermanos.

Jesús escogió a los doce discípulos y los enseño. Luego, envió a 72 y así sucesivamente. Por tanto debemos enseñar a los hermanos a hacer aquello que hemos aprendido gracias al mismo Dios para servirle. El Altísimo quiere multiplicar el Reino capacitandonos a todos para servir. Dejemos que nuestros sacerdotes y párrocos ocupen su lugar y sean nuestros guias. No les impongamos cargas pesadas hablando palabras vanas que les hieran y les humillen. Gracias a ellos el Señor se nos hace presente en la Reconciliación, en la Eucaristía y en los sacramentos. Si los vemos desorientados hablemos a Dios de ellos pero no a ellos de sus errores.

El arte de callar

Nos han enivado un texto de autor anónimo que es fuente de sabiduria y que compartimos:

Callar sobre la propia persona, es humildad.

Callar sobre los defectos de otros, es caridad. Callar cuando uno está sufriendo, es heroísmo. Callar ante el sufrimiento ajeno, es cobardía.
Callar cuando podemos consolar, es comodidad.
Callar ante la injusticia, es flaqueza.
Callar cuando otro habla, es delicadeza.
Callar cuando otro espera una palabra, es omisión.
Callar y no hablar palabras inútiles, es penitencia.
Callar cuando no hay necesidad de hablar, es prudencia.
Callar cuando Dios nos habla al corazón, es silencio creador.
Callar ante el misterio, es sabiduría.
Callar cuando queremos ser los primeros en dar una noticia, es templanza.
Callar ante los vicios ajenos, es complicidad.
Callar ante la oscuridad de la noche, es guardar el secreto del Rey.
Callar cuando buscamos a Dios y no lo encontramos, es fortaleza,
porque sabemos que Él jamás nos abandona.

Oremos con el Salmo 119, 161-176, y pidamos al señor que nuestra lengua sea para testimoniar su Amor:

Los poderosos me persiguen sin motivo,
pero yo temo únicamente tu palabra.

Yo me alegro en tu promesa,
como quien logra un gran botín.

Odio y aborrezco la mentira;
en cambio, amo tu ley.

Te bendigo muchas veces al día,
porque tus juicios son justos.

Los que aman tu ley gozan de una gran paz,
nada los hace tropezar.

Yo espero tu salvación, Señor,
y cumplo tus mandamientos.

Mi alma observa tus prescripciones,
y las ama intensamente.

Yo observo tus mandamientos y tus prescripciones,
porque tú conoces todos mis caminos.

Que mi clamor se acerque a ti, Señor:
instrúyeme conforme a tu palabra.

Que mi plegaria llegue a tu presencia:
líbrame, conforme a tu promesa.

Que mis labios expresen tu alabanza,
porque me has enseñado tus preceptos.

Que mi lengua se haga eco de tu promesa,
porque todos tus mandamientos son justos.

Que tu mano venga en mi ayuda,
porque yo elegí tus preceptos.

Yo ansío tu salvación, Señor,
y tu ley es toda mi alegría.

Que yo viva y pueda alabarte,
y que tu justicia venga en mi ayuda.

Ando errante como una oveja perdida:
ven a buscar a tu servidor.
Yo nunca olvido tus mandamientos.