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Bienvenido a Escuchar y a Dar

Este blog, no pretende ser un diario de sus autores. Deseamos que sea algo vivo y comunitario. Queremos mostrar cómo Dios alimenta y hace crecer su Reino en todo el mundo.

Aquí encontrarás textos de todo tipo de sensibilidades y movimientos de la Iglesia Católica. Tampoco estamos cerrados a compartir la creencia en el Dios único Creador de forma ecuménica. Más que debatir y polemizar queremos Escuchar la voluntad de Dios y Dar a los demás, sabiendo que todos formamos un sólo cuerpo.

La evangelización debe estar centrada en impulsar a las personas a tener una experiencia real del Amor de Dios. Por eso pedimos a cualquiera que visite esta página haga propuestas de textos, testimonios, actos, webs, blogs... Mientras todo esté hecho en el respeto del Amor del Evangelio y la comunión que siempre suscita el Espíritu Santo, todo será públicado. Podéís usar los comentarios pero para aparecer como texto central enviad vuestras propuestas al correo electrónico:

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Oremos todos para que la sabiduría de Jesús Resucitado presida estas páginas y nos bendiga abundamente.

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miércoles, 2 de agosto de 2023

Papa Francisco en homilía a sacerdotes y consagrados en la JMJ, 2-8-2023: «Llevar el amor de Cristo donde la familia es frágil y las relaciones están heridas»

 


* «Para confiar cada día en el Señor y en su Palabra, no son suficientes las palabras, se necesita mucha oración. Sólo en adoración, sólo ante el Señor se recuperan el gusto y la pasión por la evangelización. Entonces se supera la tentación de llevar adelante una “pastoral de la nostalgia y de los lamentos” y se tiene la valentía de navegar mar adentro, sin ideologías y sin mundanidad, animados por un único deseo: que el Evangelio llegue a todos»

Video completo de Vatican News de la homilía del Papa 

* «A nosotros, como Iglesia, se nos ha confiado la tarea de sumergirnos en las aguas de este mar echando la red del Evangelio, sin señalar con el dedo, sino llevando a las personas de nuestro tiempo una propuesta de vida nueva, la de Jesús: llevar la acogida del Evangelio a una sociedad multicultural; llevar la cercanía del Padre a las situaciones de precariedad y de pobreza que aumentan, sobre todo entre los jóvenes»

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martes, 8 de septiembre de 2020

“No creo en los curas y he dejado la Iglesia” ¿Los escándalos te hacen perder la Fe? ¿Cómo puede ser santa una iglesia con pecadores? / Responde sacerdote y el teólogo Yves Congar


 Camino Católico.- “No tengo fe en los curas, he dejado la Iglesia porque me decepcionó un cura”… ¿Has escuchado algo como esto o lo piensas? ¿Los escándalos en la Iglesia te hacen perder la Fe? Entonces este video es para ti. El video ha sido compartido por Andrés E. García vía Twitter. En él un sacerdote realiza una reflexión sobre cómo el comportamiento de algunos miembros de la Iglesia puede causar rechazo hacia el catolicismo y que actitud debe tomarse como discípulo de Cristo y sobre todo nos plantea una cuestión teológica: ¿Cómo puede ser santa una iglesia con pecadores?.

En el vídeo el sacerdote cuenta:

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jueves, 28 de marzo de 2013

Papa Francisco en homilía de la Misa Crismal del Jueves Santo: «Salir a experimentar nuestra unción, en las «periferias» donde hay sufrimiento»

* “Esto os pido: sed pastores con «olor a oveja»”
* “Al buen sacerdote se lo reconoce por cómo anda ungido su pueblo; esta es una prueba clara. Cuando la gente nuestra anda ungida con óleo de alegría se le nota: por ejemplo, cuando sale de la Misa con cara de haber recibido una buena noticia”
28 de marzo de 2013.- (NSEtv / Camino Católico) El Papa Francisco ha presidido esta mañana en la Basílica de San Pedro su primera Misa Crismal de Jueves Santo. A los sacerdotes presentes, unos 1600, que en esta Eucaristía renuevan sus promesas sacerdotales, les ha pedido renovar el espíritu de santidad con el que fueron ungidos el día de su ordenación y compartir la“unción” que recibieron con todos los que están a su cargo, especialmente con los que “no tienen nada de nada”. En el vídeo puede visualizarse y escucharse la homilía del Papa Francisco traducida al castellano, cuyo texto completo es el siguiente: Leer más...

jueves, 14 de febrero de 2013

Benedicto XVI se despide de los sacerdotes y dice que "estaré siempre cerca de vosotros aunque permaneceré escondido para el mundo”

14 de febrero de 2013.- (Rome Reports /Camino Católico) El Papa se ha reunido por última vez con los sacerdotes de Roma en una cita entrañable en la que ha hablado sin papeles sobre sus recuerdos del Concilio Vaticano II. El Papa ha sido recibido con grandes aplausos y ha agradecido a los sacerdotes su apoyo y les ha dicho que “aunque me retiro a rezar, estaré siempre cerca de vosotros, estoy seguro de que también vosotros estaréis cerca de mí, aunque permaneceré escondido para el mundo”.
Luego, con una brillante exposición ha repasado las claves del Vaticano II. Ha destacado el intenso trabajo de los padres conciliares y el valor de los documentos que surgieron del Concilio. Pero ha advertido que fue también el “Concilio de los medios” que hicieron una interpretación equivocada en muchas ocasiones: Leer más...

martes, 18 de octubre de 2011

Abraham Cruz: De una familia sin fe a sacerdote por el testimonio y el ejemplo de los responsables scouts

El 3 de mayo de 2008, a los 29 años, fue ordenaba presbítero por el Cardenal Rouco Varela y cuenta en primera persona cómo conoció la fe y creció en ella con los Scouts de Europa: “Yo lo que quería era ser como mis jefes, ellos eran mi modelo a seguir, y ellos iban a misa, comulgaban, rezaban…”

18 de octubre de 2011.- ( Abraham Cruz / Forum Libertas) Nací -hace ya 29 años- en una familia que no cree en Dios. Mis padres estaban bautizados y se casaron en la Iglesia, pero, en realidad, no tenían fe. Decidieron no bautizarme, y nunca me hablaron de Dios.

Tengo una familia maravillosa, no puedo quejarme, siempre me ha querido y cuidado y, sin saberlo, me educaron con valores muy cristianos. Aún así, hoy veo que, al faltar la fe, vivíamos demasiado encerrados en nosotros mismos. Es lógico: no había nada que nos impulsara a salir de nosotros mismos con gratuidad. [...]

Cuando tenía 9 años nos mudamos a Madrid. Fue un poco difícil llegar a una nueva ciudad, un nuevo barrio, un nuevo colegio... De hecho, apenas hice amigos y pasaba el tiempo perdiéndolo en casa con la tele y el ordenador. Allí tenía a mi hermano, que es tres años menor que yo, y con eso me conformaba. Leer más...

domingo, 27 de junio de 2010

Tres sacerdotes de Burundí dan testimonio de su perdón a quienes mataron a 40 compañeros seminaristas

* Presenciaron los asesinatos en la contienda civil entre Hutus y Tutsis y vieron como quienes morían decían ‘Dios: perdónalos porque no saben lo que hacen’
* Esta experiencia fue contada el miércoles por la tarde en el aula Pablo VI en un encuentro denominado Sacerdotes hoy, previo a la clausura del año sacerdotal, en el que intervinieron otros presbíteros que hablaron de la superación de momentos difíciles de soledad, de vicios y de enfermedades

27 de junio de 2010.- Sacerdotes que han descubierto y cultivado su vocación en medio de la guerra, hombres que han dejado atrás una vida dedicada al vicio. Hombres que han descubierto su vocación en medio de la crisis de fe del país secular al que pertenecen o en medio de una enfermedad… Estos fueron los testimonios de algunos sacerdotes que compartieron ante los miles de asistentes que estuvieron presentes ayer en la tarde en el aula Pablo VI en un encuentro denominado Sacerdotes hoy, previo a la clausura del año sacerdotal.

El encuentro fue promovido por los sacerdotes del movimiento de los Focolares y del movimiento Shoenstatt, en colaboración con la Renovación Carismática Católica Internacional y otros movimientos eclesiales de Europa y América Latina. Igualmente contó con el apoyo de la Congregación para el Clero y participaron 4.000 sacerdotes de 70 países. Publicamos un reportaje de los testimonios y un vídeo-síntesis de varios de ellos.

Los primeros en compartir la historia de su vocación fueron tres sacerdotes de Burundi (África), Ildephonse Niyogabo, Pasteur Manirambona -en la fotografía de la izquierda- y Marc Bigirindavyi. El primero de ellos contó que entró en el seminario en 1992 y al poco tiempo estalló una guerra civil en su país. Las tropas invadieron el seminario menor de Buta, donde él hacía su formación. Leer más y ver vídeo..

sábado, 22 de mayo de 2010

Monseñor Munilla: el testimonio vocacional del joven que le firmó un «cheque en blanco» a Dios


«Otro te ceñirá, y te llevará adonde no... imaginabas» / Autor: José Ignacio Munilla, Obispo de San Sebastián

22 de mayo de 2010.- Empiezo por reconocer que nunca me habían pedido un testimonio vocacional escrito. No sé muy bien el porqué, pero es un hecho que los obispos, generalmente, solemos reservar el género escrito para reflexiones «magisteriales»: la enseñanza de la fe, las invitaciones a participar en la vida de la Iglesia, los discernimientos morales sobre cuestiones de actualidad, etc.

Sin embargo, en el contexto de la sobremesa o tertulia de muchos encuentros de Pastoral Juvenil, he recibido con frecuencia esta misma invitación a dar un testimonio personal: «¿Podría compartir con nosotros la historia de su vocación?». Es verdad que el ponerlo por escrito, da un poco más de «respeto» (y quizás también de pereza)... pero no dudo de que merece la pena hacerlo, porque creo firmemente que Dios nos ha puesto a los unos en el camino de los otros. En realidad, nuestra historia personal no es tan «nuestra», como solemos suponer; no es «propiedad privada». Por ello, cada vez que me han solicitado mi testimonio vocacional, no he dudado en «tirarme a la piscina», venciendo la primera reacción de rubor y timidez, que todos tenemos. Leer más...

sábado, 1 de mayo de 2010

El Padre Leo: bailaba «break dance», es cinturón negro de Tae Kwon Do y cocina para evangelizar

1 de mayo de 2010.- Iba para periodista y sabe hacer llaves marciales que pueden doler mucho, pero Leo Patalinghug acabó siendo sacerdote y evangelizando a través de sus recetas de cocina. En EEUU tiene su propio programa de televisión (ensoñación jocosa de sus compañeros de seminario que se hizo realidad), una web de éxito, un libro publicado y otro en camino. Pocas veces la frase de santa Teresa de Ávila sobre la presencia de Dios entre fogones y pucheros tuvo tanto sentido como en el caso del padre Leo Patalinghug, un sacedote de origen filipino y criado en Baltimore (EEUU) que ha aprovechado su habilidad y afición al mundo culinario para evangelizar.

El padre Leo, como prefiere que le llamen, tiene su propio -y exitoso- programa de televisión, una web con decenas de miles de vistas mensuales y un libro titulado «La Gracia antes de las comidas. Recetas para la vida famiilar», fruto de su experiencia evangelizadora entre los fogones. Ya está preparando el segundo, que será publicado este verano. Leer más...

domingo, 25 de abril de 2010

El Cardenal Bertone en Barcelona: "El celibato nada tiene que ver con las conductas desviadas"

* El secretario de Estado del Vaticano ha presidido hoy la ceremonia de beatificación del capuchino catalán Josep Tous i Soler

* "Los pecados de los sacerdotes exigen un clero mejor formado"


25 de abril de 2010.-
Al cardenal Tarcisio Bertone se le aviva la mirada cuando habla de Génova, la Barcelona del mar Tirreno. "Génova quizá está menos secularizada que Barcelona", dice Bertone y, a su lado, el cardenal Lluís Martínez Sistach, arzobispo de Barcelona, apostilla en un italiano casi canónico: "Purtroppo quasi tutta l'Europa è oggi molto secolarizzata" ("Desgraciadamente, casi toda Europa está hoy muy secularizada"). El secretario de Estado del Vaticano fue arzobispo de Génova (2003-06) y habla con admiración de las buenas relaciones que la Iglesia católica sigue manteniendo con los recios sindicalistas del puerto genovés. A orillas del Tirreno, el catolicismo siempre ha sabido identificar el alma popular.

El cardenal Bertone ha presidido hoy en Barcelona la ceremonia de beatificación del capuchino catalán Josep Tous i Soler (1811-1871). Ayer, nada más llegar, visitó el templo de la Sagrada Família para preparar la visita del papa Benedicto XVI el próximo 7 de noviembre. Entre hoy y el lunes, subirá dos veces al monasterio de Montserrat; se entrevistará con el presidente de la Generalitat, José Montilla, con el líder de la oposición Artur Mas; y escuchará otras opiniones. Regresará el martes a Roma con una buena fotografía de Catalunya. El secretario de Estado del Vaticano recibió ayer por la tarde a los periodistas del diario La Vanguardia en el palacio arzobispal de Barcelona, donde fue entrevistado y fotografiado, momento que plasma la imagen de arriba a la izquierda. Publicamos las declaraciones del Cardenal Bertone al periódico catalán. Leer más...

domingo, 6 de diciembre de 2009

1ª Meditación de adviento del predicador del Papa: “Siervos y amigos de Jesucristo”

Autor: Raniero Cantalamessa Ofmcap.

* "Nosotros, sacerdotes, más que cualquier otro, estamos expuestos al peligro de sacrificar lo importante por lo urgente"

* "La oración, la preparación de la homilía o de la misa, el estudio y la formación, son cosas importantes, pero no urgentes; si se aplazan, en apariencia, no se hunde el mundo, mientras que hay muchas cosas pequeñas --un encuentro, una llamada por teléfono, un trabajito material-- que son urgentes. De este modo, se acaba aplazando sistemáticamente lo importante a un 'después' que nunca llega"

* "Habla en voz alta con el Crucifijo sobre todo lo que le sucede en la parroquia. Si nos acostumbráramos a hacerlo, con tanta espontaneidad, con nuestras palabras, ¡cuánto cambiaría en nuestra vida sacerdotal"

6 de diciembre de 2009.-
En la elección del tema de estas predicaciones a la Casa Pontificia siempre trato de dejarme guiar por la gracia particular que está viviendo la Iglesia. El año pasado era la gracia del año paulino, este año es la gracia del año sacerdotal, cuya proclamación, Santo Padre, le agradecemos profundamente. Leer más...

sábado, 7 de junio de 2008

Cómo evitar otra crisis de abusos sexuales / Autor: Karna Swanson

Entrevista con Phil Scrofani, psicólogo
ARLINGTON, (
ZENIT.org).- El mejor enfoque para prevenir otra crisis de abusos sexuales en la Iglesia es evitar que candidatos con tendencias a la pedofilia lleguen a ser sacerdotes afirma el psicólogo Phil Scrofani.
Scrofani es doctor en Psicología y director de práctica clínica en el Instituto de Ciencias Psicológicas, una escuela universitaria católica de Psicología en Arlington, Virginia.


Será ponente en el seminario "Psicología al servicio del Ministerio Pastoral", organizado por el Instituto de Ciencias Psicológicas y patrocinado en colaboración con el Instituto Sacerdos.
El seminario, que tendrá lugar del 11 al 15 de agosto en Bethesda, Maryland, tratará la necesidad de pericia psicológica cuando se trabaja con candidatos al sacerdocio. Scrofani dirigirá una conferencia de un día titulada "Discernir problemas psicológicos: Un Seminario para sacerdotes".

En esta entrevista concedida a Zenit, Scrofani comenta la crisis de abusos sexuales en la Iglesia, así como el papel de la Psicología en el proceso de escrutinio de candidatos al sacerdocio.

--Durante el viaje de Benedicto XVI a Estados Unidos en abril, el Papa habló sobre la crisis de abusos sexuales en la que más de cuatro mil sacerdotes estadounidenses han sido acusados de abusar de menores desde 1950. El Santo Padre hizo un compromiso de mantener a los pedófilos fuera del sacerdocio, y añadió que era más importante tener buenos sacerdotes que muchos sacerdotes. ¿Qué puede hacer la Iglesia para que esto suceda?

--Scrofani: Muchos seminarios han dado ya grandes pasos a este respecto instituyendo procedimientos formales para hacer escrutinios psicológicos a los solicitantes de los seminarios. Por supuesto, los escrutinios se hicieron en el pasado para identificar a individuos que podían tener impedimentos psicológicos que podían cercenar su capacidad de completar el seminario y ulteriormente responder a las muy complejas exigencias del sacerdocio. Lamentablemente, el proceso de escrutinio no era en muchos casos muy completo y se hizo menos esfuerzo en identificar a la gente que podía ser proclive a una visión torcida de la sexualidad humana.

Actualmente, muchos seminarios están utilizando psicólogos que tienen mayor experiencia en el escrutinio psicológico para el sacerdocio. Los escrutadores tienden a usar una más completa batería de tests psicológicos y están más centrados en temas de la historia y presentación del solicitante que indican madurez psicosexual. El papel de una historia evolutiva cuidadosamente compilada no puede ser excesivamente enfatizado y es también importante obtener otras impresiones sobre el solicitante de la gente que le conoce bien.

Los seminarios también necesitan revisar continuamente sus impresiones de un seminarista mientras se dirige a su proceso preparatorio, tratando cualquier tema que pueda preocupar respecto a su habilidad de relacionarse con los demás y sus rasgos de carácter.
De importancia suprema para todos los interesados es la necesidad de una clara comprensión de la persona humana que sea coherente con la doctrina de la Iglesia, especialmente respecto al papel de la sexualidad. No hay espacio para las componendas a este respecto, dado que una actitud laxa respecto a la castidad y las inclinaciones sexuales en el pasado ha contribuido en parte a la crisis.

--¿Cuáles son los principales elementos para tratar a un sacerdote que ha abusado sexualmente de menores?

--Scrofani: Tratar a quienes tienen una historia de abuso sexual de menores es difícil y a menudo inefectivo. El índice de recidiva es muy alto en esta población y los perpetradores también tienden a estar lastrados por otras condiciones psicológicas malsanas como abuso de sustancias, alcoholismo, depresión y diversos desórdenes de personalidad. El mejor enfoque es escrutar cuidadosamente y la prevención en primer lugar.

--El Papa dijo que en muchos casos la crisis estuvo "mal manejada". Desde un punto de vista psicológico, ¿qué debería haber hecho la Iglesia y qué puede hacer en el futuro para ayudar a las víctimas a confiar de nuevo en la Iglesia en su clero?

--Scrofani: La Iglesia está ahora intentando tomar medidas agresivas para tratar este gran problema. Muchas de las pasadas tragedias podrían haber sido evitadas o al menos cortadas si se hubiera emprendido una acción más agresiva. La Iglesia debe ahora tener una postura de tolerancia cero hacia cualquier forma de explotación de la juventud.
Debería haber entrenamiento formal tanto para el clero como para los feligreses adultos sobre una base regular, basada en los principios defendidos por la Iglesia. La conducta "de riesgo", o conducta que tan siquiera crea la impresión de impropiedad, debería ser cuidadosamente señalada junto con claras líneas de denuncia.

Las antiguas víctimas que están deseando unirse al esfuerzo de hacer de la Iglesia un lugar seguro para los niños de nuevo pueden ser una fuente inestimable de información sobre cómo su vulnerabilidad fue explotada. Se deberían usar expertos clínicos orientados por la investigación para ayudar a organizar reuniones de información. Clero, feligreses y ex víctimas deberían colaborar para desarrollar procedimientos de prevención.

La jerarquía de la Iglesia debería estar visiblemente y en gran medida implicada en el proceso y la presencia del Santo Padre debería sentirse a lo largo de toda la Iglesia en este tema.

--¿Qué más debe realizar el Papa en el proceso de curación de las víctimas y de la Iglesia de Estados Unidos? ¿Está la Iglesia preparada para superar esta crisis?

--Scrofani: Parece que este Papa y el Papa Juan Pablo II dieron valientes primeros pasos hacia la corrección de esta tragedia. Hay que continuar el trabajo hasta el punto en el que las víctimas y sus organizaciones se sientan más satisfechas con las medidas.

Como ya he dicho, aquellas víctimas que deseen realizar un impacto genuinamente positivo en estos esfuerzos pueden ser una fuente valiosa de información y comprensión.

--En una conferencia este verano sobre el papel de la Psicología en la formación de sacerdotes y religioso, usted habló de cómo discernir los problemas psicológicos. ¿Pueden los sacerdotes y religiosos con trastornos de personalidad tener éxito en su vocación?

--Scrofani: Técnicamente, los trastornos de personalidad son clasificados como categorías de diagnóstico de buena fe y por lo tanto cualificados como condicionamientos psicológicos formales, o más tradicionalmente, formas de enfermedad mental. Son más difíciles de identificar que otros condicionamientos mentales como trastornos de ansiedad, depresión o enfermedades mentales mayores como esquizofrenia y trastornos bipolares. Se debe a que usualmente afectan a cómo la gente se comporta con las relaciones en gran amplitud y esto requiere tiempo.

Cualquier trastorno de personalidad en su forma más severa debería ser un problema para una persona confrontada a los desafíos de la vida del seminario y sacerdocio. Ciertos tipos de trastornos de personalidad son muy problemáticos incluso en una forma suave o moderada y son una causa para descartar a un solicitante. Esto debería incluir condicionamientos como una personalidad antisocial, personalidad paranoide, esquizoide y personalidad esquizotípica. Otros trastornos de personalidad en la categoría dramática, como personalidad narcisista y personalidad histriónica tienen probabilidad de representar grandes problemas.

Es posible que personas con formas muy benignas de personalidad huidiza, personalidad dependiente y personalidad obsesiva compulsiva podrían ajustarse a los rigores de algunas órdenes religiosas o incluso la vida diocesana, pero la comunidad
o la jerarquía tendrían que hacer un compromiso de tratamiento de apoyo para estas personas y suplir sus áreas de vulnerabilidad o actuaciones de riesgo. Esto a menudo no es posible.

Aunque la Iglesia debe ser prudente en su selección de personas para la vida religiosa, no estamos en ningún modo deduciendo que estas personas con enfermedades mentales o condicionamientos psicológicos no puedan ser como laicos notablemente santos seguidores de Cristo, e incluso santamente.

--¿Cuál es el papel de los psicólogos en las evaluaciones vocacionales? ¿Qué clase de perfil psicológico debería tender a ser asociado con ulteriores problemas?

--Scrofani: Los psicólogos son cruciales en el proceso de escrutinio. Ponen sobre la mesa habilidades entrevistadoras y de examen psicológico cuando se evalúa a los solicitantes.

Generalmente hablando, cualquier condicionamiento psicológico grande es un problema en la selección. Los rasgos que coinciden con categorías de trastornos de personalidad requieren más deliberación y juicio.
Para más información en la red: "Psychology Serving Pastoral Ministry":
http://ipsciences.edu

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Traducido del inglés por Nieves San Martín

miércoles, 23 de abril de 2008

Carta para la Jornada de Oración por la Santificación de los Sacerdotes / Autores: Cardenal Cláudio Hummes, o.f.m. y arzobispo Mauro Piacenza


De la Congregación para el Clero

Publicamos la carta que han enviado Cardenal Cláudio Hummes, o.f.m. y el arzobispo Mauro Piacenza, presidente y secretario de la Congregación vaticana para el Clero con motivo de la Jornada Mundial de Oración por la Santificación de los Sacerdotes que se celebra el 30 de mayo, fiesta del Corazón de Jesús.
* * *
Reverendos y queridos hermanos en el sacerdocio:

En la fiesta del Sacratísimo Corazón de Jesús, con una mirada incesante de amor, fijamos los ojos de nuestra mente y de nuestro corazón en Cristo, único Salvador de nuestra vida y del mundo. Remitirnos a Cristo significa remitirnos a aquel Rostro que todo hombre, consciente o inconscientemente, busca como única respuesta adecuada a su insuprimible sed de felicidad.

Nosotros ya encontramos este Rostro y, en aquel día, en aquel instante, su amor hirió de tal manera nuestro corazón, que no pudimos menos de pedir estar incesantemente en su presencia. «Por la mañana escucharás mi voz, por la mañana te expongo mi causa y me quedo aguardando» (Salmo 5).

La sagrada liturgia nos lleva a contemplar una vez más el misterio de la encarnación del Verbo, origen y realidad íntima de esta compañía que es la Iglesia: el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob se revela en Jesucristo. «Nadie habría podido ver su gloria si antes no hubiera sido curado por la humildad de la carne. Quedaste cegado por el polvo, y con el polvo has sido curado: la carne te había cegado, la carne te cura» (San Agustín, Comentario al Evangelio de san Juan, Homilía 2, 16).

Sólo contemplando de nuevo la perfecta y fascinante humanidad de Jesucristo, vivo y operante ahora, que se nos ha revelado y que sigue inclinándose sobre cada uno con el amor de total predilección que le es propio, se puede dejar que él ilumine y colme ese abismo de necesidad que es nuestra humanidad, con la certeza de la esperanza encontrada, y con la seguridad de la Misericordia que abarca nuestros límites, enseñándonos a perdonar lo que de nosotros mismos ni siquiera lográbamos descubrir. «Una sima grita a otra sima con voz de cascadas» (Salmo 41).

Con ocasión de la tradicional Jornada de oración por la santificación de los sacerdotes, que se celebra en la fiesta del Sacratísimo Corazón de Jesús, quiero recordar la prioridad de la oración con respecto a la acción, en cuanto que de ella depende la eficacia del obrar. De la relación personal de cada uno con el Señor Jesús depende en gran medida la misión de la Iglesia. Por tanto, la misión debe alimentarse con la oración: «Ha llegado el momento de reafirmar la importancia de la oración ante el activismo y el secularismo» (Benedicto XVI, Deus caritas est, 37). No nos cansemos de acudir a su Misericordia, de dejarle mirar y curar las llagas dolorosas de nuestro pecado para asombrarnos ante el milagro renovado de nuestra humanidad redimida.

Queridos hermanos en el sacerdocio, somos los expertos de la Misericordia de Dios en nosotros y, sólo así, sus instrumentos al abrazar, de modo siempre nuevo, la humanidad herida. «Cristo no nos salva de nuestra humanidad, sino a través de ella; no nos salva del mundo, sino que ha venido al mundo para que el mundo se salve por medio de él (cf. Jn 3, 17)» (Benedicto XVI, Mensaje «urbi et orbi», 25 de diciembre de 2006: L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 29 de diciembre de 2006, p. 20). Somos, por último, presbíteros por el sacramento del Orden, el acto más elevado de la Misericordia de Dios y a la vez de su predilección.
En segundo lugar, en la insuprimible y profunda sed de él, la dimensión más auténtica de nuestro sacerdocio es la mendicidad: la petición sencilla y continua; se aprende en la oración silenciosa, que siempre ha caracterizado la vida de los santos; hay que pedirla con insistencia. Esta conciencia de la relación con él se ve sometida diariamente a la purificación de la prueba. Cada día caemos de nuevo en la cuenta de que este drama también nos afecta a nosotros, ministros que actuamos in persona Christi capitis. No podemos vivir un solo instante en su presencia sin el dulce anhelo de reconocerlo, conocerlo y adherirnos más a él. No cedamos a la tentación de mirar nuestro ser sacerdotes como una carga inevitable e indelegable, ya asumida, que se puede cumplir «mecánicamente», tal vez con un programa pastoral articulado y coherente. El sacerdocio es la vocación, el camino, el modo a través del cual Cristo nos salva, con el que nos ha llamado, y nos sigue llamando ahora, a vivir con él.

La única medida adecuada, ante nuestra santa vocación, es la radicalidad. Esta entrega total, con plena conciencia de nuestra infidelidad, sólo puede llevarse a cabo como una decisión renovada y orante que luego Cristo realiza día tras día. Incluso el don del celibato sacerdotal se ha de acoger y vivir en esta dimensión de radicalidad y de plena configuración con Cristo. Cualquier otra postura, con respecto a la realidad de la relación con él, corre el peligro de ser ideológica.

Incluso la cantidad de trabajo, a veces enorme, que las actuales condiciones del ministerio nos exigen llevar a cabo, lejos de desalentarnos, debe impulsarnos a cuidar con mayor atención aún nuestra identidad sacerdotal, la cual tiene una raíz ciertamente divina. En este sentido, con una lógica opuesta a la del mundo, precisamente las condiciones peculiares del ministerio nos deben impulsar a «elevar el tono» de nuestra vida espiritual, testimoniando con mayor convicción y eficacia nuestra pertenencia exclusiva al Señor.

Él, que nos ha amado primero, nos ha educado para la entrega total. «Salí al encuentro de quien me buscaba. Dije: "Heme aquí" a quien invocaba mi nombre». El lugar de la totalidad por excelencia es la Eucaristía, pues «en la Eucaristía Jesús no da "algo", sino a sí mismo; ofrece su cuerpo y derrama su sangre. Entrega así toda su vida, manifestando la fuente originaria de este amor divino» (Sacramentum caritatis, 7).

Queridos hermanos, seamos fieles a la celebración diaria de la santísima Eucaristía, no sólo para cumplir un compromiso pastoral o una exigencia de la comunidad que nos ha sido encomendada, sino por la absoluta necesidad personal que sentimos, como la respiración, como la luz para nuestra vida, como la única razón adecuada a una existencia presbiteral plena.

El Santo Padre, en la exhortación apostólica postsinodal Sacramentum caritatis (n. 66) nos vuelve a proponer con fuerza la afirmación de san Agustín: «Nadie come de esta carne sin antes adorarla (...), pecaríamos si no la adoráramos» (Enarrationes in Psalmos 98, 9). No podemos vivir, no podemos conocer la verdad sobre nosotros mismos, sin dejarnos contemplar y engendrar por Cristo en la adoración eucarística diaria, y el «Stabat» de María, «Mujer eucarística», bajo la cruz de su Hijo, es el ejemplo más significativo que se nos ha dado de la contemplación y de la adoración del Sacrificio divino.

Como la dimensión misionera es intrínseca a la naturaleza misma de la Iglesia, del mismo modo nuestra misión está ínsita en la identidad sacerdotal, por lo cual la urgencia misionera es una cuestión de conciencia de nosotros mismos. Nuestra identidad sacerdotal está edificada y se renueva día a día en la «conversación» con nuestro Señor. La relación con él, siempre alimentada en la oración continua, tiene como consecuencia inmediata la necesidad de hacer partícipes de ella a quienes nos rodean. En efecto, la santidad que pedimos a diario no se puede concebir según una estéril y abstracta acepción individualista, sino que, necesariamente, es la santidad de Cristo, la cual es contagiosa para todos: «Estar en comunión con Jesucristo nos hace participar en su ser "para todos", hace que este sea nuestro modo de ser» (Benedicto XVI, Spe salvi, 28).

Este «ser para todos» de Cristo se realiza, para nosotros, en los tria munera de los que somos revestidos por la naturaleza misma del sacerdocio. Esos tria munera, que constituyen la totalidad de nuestro ministerio, no son el lugar de la alienación o, peor aún, de un mero reduccionismo funcionalista de nuestra persona, sino la expresión más auténtica de nuestro ser de Cristo; son el lugar de la relación con él. El pueblo que nos ha sido encomendado para que lo eduquemos, santifiquemos y gobernemos, no es una realidad que nos distrae de «nuestra vida», sino que es el rostro de Cristo que contemplamos diariamente, como para el esposo es el rostro de su amada, como para Cristo es la Iglesia, su esposa. El pueblo que nos ha sido encomendado es el camino imprescindible para nuestra santidad, es decir, el camino en el que Cristo manifiesta la gloria del Padre a través de nosotros.

«Si a quien escandaliza a uno solo y al más pequeño conviene que se le cuelgue al cuello una piedra de molino y sea arrojado al mar (...), ¿qué deberán sufrir y recibir como castigo los que mandan a la perdición (...) a un pueblo entero?» (San Juan Crisóstomo, De sacerdotio VI, 1.498). Ante la conciencia de una tarea tan grave y una responsabilidad tan grande para nuestra vida y salvación, en la que la fidelidad a Cristo coincide con la «obediencia» a las exigencias dictadas por la redención de aquellas almas, no queda espacio ni siquiera para dudar de la gracia recibida. Sólo podemos pedir que se nos conceda ceder lo más posible a su amor, para que él actúe a través de nosotros, pues o dejamos que Cristo salve el mundo, actuando en nosotros, o corremos el riesgo de traicionar la naturaleza misma de nuestra vocación. La medida de la entrega, queridos hermanos en el sacerdocio, sigue siendo la totalidad. «Cinco panes y dos peces» no son mucho; sí, pero son todo. La gracia de Dios convierte nuestra poquedad en la Comunión que sacia al pueblo. De esta «entrega total» participan de modo especial los sacerdotes ancianos o enfermos, los cuales, diariamente, desempeñan el ministerio divino uniéndose a la pasión de Cristo y ofreciendo su existencia presbiteral por el verdadero bien de la Iglesia y la salvación de las almas.

Por último, el fundamento imprescindible de toda la vida sacerdotal sigue siendo la santa Madre de Dios. La relación con ella no puede reducirse a una piadosa práctica de devoción, sino que debe alimentarse con un continuo abandono de toda nuestra vida, de todo nuestro ministerio, en los brazos de la siempre Virgen. También a nosotros María santísima nos lleva de nuevo, como hizo con san Juan bajo la cruz de su Hijo y Señor nuestro, a contemplar con ella el Amor infinito de Dios: «Ha bajado hasta aquí nuestra Vida, la verdadera Vida; ha cargado con nuestra muerte para matarla con la sobreabundancia de su Vida» (San Agustín, Confesiones IV, 12).

Dios Padre escogió como condición para nuestra redención, para el cumplimiento de nuestra humanidad, para el acontecimiento de la encarnación del Hijo, la espera del «fiat» de una Virgen ante el anuncio del ángel. Cristo decidió confiar, por decirlo así, su vida a la libertad amorosa de su Madre: «Concibiendo a Cristo, engendrándolo, alimentándolo, presentándolo al Padre en el templo, sufriendo con su Hijo que moría en la cruz, colaboró de manera totalmente singular a la obra del Salvador por su obediencia, su fe, su esperanza y su amor ardiente, para restablecer la vida sobrenatural de los hombres. Por esta razón es nuestra madre en el orden de la gracia» (Lumen gentium, 61).

El Papa san Pío X afirmó: «Toda vocación sacerdotal viene del corazón de Dios, pero pasa por el corazón de una madre». Eso es verdad con respecto a la evidente maternidad biológica, pero también con respecto al «alumbramiento» de toda fidelidad a la vocación de Cristo. No podemos prescindir de una maternidad espiritual para nuestra vida sacerdotal: encomendémonos con confianza a la oración de toda la santa madre Iglesia, a la maternidad del pueblo, del que somos pastores, pero al que está encomendada también nuestra custodia y santidad; pidamos este apoyo fundamental.

Se plantea, queridos hermanos en el sacerdocio, la urgencia de «un movimiento de oración, que ponga en el centro la adoración eucarística continuada, durante las veinticuatro horas, de modo tal que, de cada rincón de la tierra, se eleve a Dios incesantemente una oración de adoración, agradecimiento, alabanza, petición y reparación, con el objetivo principal de suscitar un número suficiente de santas vocaciones al estado sacerdotal y, al mismo tiempo, acompañar espiritualmente -al nivel de Cuerpo místico- con una especie de maternidad espiritual, a quienes ya han sido llamados al sacerdocio ministerial y están ontológicamente conformados con el único sumo y eterno Sacerdote, para que le sirvan cada vez mejor a él y a los hermanos, como los que, a la vez, están "en" la Iglesia pero también, "ante" la Iglesia (cf. Juan Pablo II, Pastores dabo vobis, 16), haciendo las veces de Cristo y, representándolo, como cabeza, pastor y esposo de la Iglesia» (Carta de la Congregación para el clero, 8 de diciembre de 2007).

Se delinea, últimamente, una nueva forma de maternidad espiritual, que en la historia de la Iglesia siempre ha acompañado silenciosamente el elegido linaje sacerdotal: se trata de la consagración de nuestro ministerio a un rostro determinado, a un alma consagrada, que esté llamada por Cristo y, por tanto, que elija ofrecerse a sí misma, sus sufrimientos necesarios y sus inevitables pruebas de la vida, para interceder en favor de nuestra existencia sacerdotal, viviendo de este modo en la dulce presencia de Cristo.

Esta maternidad, en la que se encarna el rostro amoroso de María, es preciso pedirla en la oración, pues sólo Dios puede suscitarla y sostenerla. No faltan ejemplos admirables en este sentido. Basta pensar en las benéficas lágrimas de santa Mónica por su hijo Agustín, por el cual lloró «más de lo que lloran las madres por la muerte física de sus hijos» (San Agustín, Confesiones III, 11). Otro ejemplo fascinante es el de Eliza Vaughan, la cual dio a luz y encomendó al Señor trece hijos; seis de sus ocho hijos varones se hicieron sacerdotes; y cuatro de sus cinco hijas fueron religiosas. Dado que no es posible ser verdaderamente mendicantes ante Cristo, admirablemente oculto en el misterio eucarístico, sin saber pedir concretamente la ayuda efectiva y la oración de quien él nos pone al lado, no tengamos miedo de encomendarnos a las maternidades que, ciertamente, suscita para nosotros el Espíritu.

Santa Teresa del Niño Jesús, consciente de la necesidad extrema de oración por todos los sacerdotes, sobre todo por los tibios, escribe en una carta dirigida a su hermana Celina: «Vivamos por las almas, seamos apóstoles, salvemos sobre todo las almas de los sacerdotes (...). Oremos, suframos por ellos, y, en el último día, Jesús nos lo agradecerá» (Carta 94).

Encomendémonos a la intercesión de la Virgen Santísima, Reina de los Apóstoles, Madre dulcísima. Contemplemos, con ella, a Cristo en la continua tensión a ser total y radicalmente suyos. Esta es nuestra identidad.

Recordemos las palabras del santo cura de Ars, patrono de los párrocos: «Si yo tuviera ya un pie en el cielo y me vinieran a decir que volviera a la tierra para trabajar por la conversión de los pecadores, volvería de buen grado. Y si para ello fuera necesario que permaneciera en la tierra hasta el fin del mundo, levantándome siempre a medianoche, y sufriera como sufro, lo haría de todo corazón» (Frère Athanase, Procès de l'Ordinaire, p. 883).

El Señor guíe y proteja a todos y cada uno, de modo especial a los enfermos y a los que sufren, en el constante ofrecimiento de nuestra vida por amor.


Cardenal Cláudio Hummes, o.f.m.

Prefecto


Mons. Mauro Piacenza

Arzobispo tit. de Vittoriana

Secretario


Oración de los sacerdotes

Oración del sacerdote

Señor, Tu me has llamado al ministerio sacerdotal

en un momento concreto de la historia en el que,

como en los primeros tiempos apostólicos,

quieres que todos los cristianos,

y en modo especial los sacerdotes,

seamos testigos de las maravillas de Dios

y de la fuerza de tu Espíritu.

Haz que también yo sea testigo de la dignidad de la vida humana,

de la grandeza del amor

y del poder del ministerio recibido:

Todo ello con mi peculiar estilo de vida entregada a Ti

por amor, sólo por amor y por un amor más grande.

Haz que mi vida celibataria

sea la afirmación de un sí, gozoso y alegre,

que nace de la entrega a Ti

y de la dedicación total a los demás

al servicio de tu Iglesia.

Dame fuerza en mis flaquezas

y también agradecer mis victorias.

Madre, que dijiste el sí más grande y maravilloso

de todos los tiempos,

que yo sepa convertir mi vida de cada día

en fuente de generosidad y entrega,

y junto a Ti,

a los pies de las grandes cruces del mundo,

me asocie al dolor redentor de la muerte de tu Hijo

para gozar con El del triunfo de la resurrección

para la vida eterna. Amen

Oración que los sacerdotes pueden rezar cada día
Dios omnipotente, que Tu gracia nos ayude para que nosotros, que hemos recibido el ministerio sacerdotal, podamos servirte de modo digno y devoto, con toda pureza y buena conciencia. Y si no logramos vivir la vida con mucha inocencia, concédenos en todo caso de llorar dignamente el mal que hemos cometido, y de servirte fervorosamente en todo con espíritu de humildad y con el propósito de buena voluntad. Por Cristo, nuestro Señor. Amén.

Invocación

¡Oh buen Jesús!, haz que yo sea sacerdote según Tu corazón.

Oración a Jesucristo

Jesús justísimo, tú que con singular benevolencia me has llamado, entre millares de hombres, a tu secuela y a la excelente dignidad sacerdotal, concédeme, te pido, tu fuerza divina para que pueda cumplir en el modo justo mi ministerio. Te suplico, Señor Jesús de hacer revivir en mí, hoy y siempre, tu gracia, que me ha sido dada por la imposición de las manos del obispo. Oh médico potentísimo de las almas, cúrame de manera tal que no caiga nuevamente en los vicios y escape de cada pecado y pueda complacerte hasta mi muerte. Amén.

Oración para suplicar la gracia de custodiar la castidad

Señor Jesucristo, esposo de mi alma, delicia de mi corazón, más bien corazón mío y alma mía, frente a ti me postro de rodillas, rogándote y suplicándote con todo mi fervor de concederme preservar la fe que me has dado de manera solemne. Por ello, Jesús dulcísimo, que yo rechace cada impiedad, que sea siempre extraño a los deseos carnales y a las concupiscencias terrenas, que combaten contra el alma y que, con tu ayuda, conserve íntegra la castidad.

¡Oh santísima e inmaculada Virgen María!, Virgen de las vírgenes y Madre nuestra amantísima, purifica cada día mi corazón y mi alma, pide por mí el temor del Señor y una particular desconfianza en mis propias fuerzas.

San José, custodio de la virginidad de María, custodia mi alma de cada pecado.

Todas ustedes Vírgenes santas, que siguen por doquier al Cordero divino, sean siempre premurosas con respecto a mí pecador para que no peque en pensamientos, palabras u obras y nunca me aleje del castísimo corazón de Jesús. Amén

Oración por los sacerdotes

Señor Jesús, presente en el Santísimo Sacramento,

que quisiste perpetuarte entre nosotros

por medio de tus Sacerdotes,

haz que sus palabras sean sólo las tuyas,

que sus gestos sean los tuyos,

que su vida sea fiel reflejo de la tuya.

Que ellos sean los hombres que hablen a Dios de los hombres

y hablen a los hombres de Dios.

Que non tengan miedo al servicio,

sirviendo a la Iglesia como Ella quiere ser servida.

Que sean hombres, testigos del eterno en nuestro tiempo,

caminando por las sendas de la historia con tu mismo paso

y haciendo el bien a todos.

Que sean fieles a sus compromisos,

celosos de su vocación y de su entrega,

claros espejos de la propia identidad

y que vivan con la alegría del don recibido.

Te lo pido por tu Madre Santa María:

Ella que estuvo presente en tu vida

estará siempre presente en la vida de tus sacerdotes. Amen

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[Traducción distribuida por la Congregación para el Clero]

lunes, 14 de abril de 2008

Mensaje vaticano a todos los sacerdotes: «Prioridad de la oración» / Autora: Marta Lago

Exhortación desde la Congregación para el Clero

CIUDAD DEL VATICANO, (ZENIT.org).-Ante la certeza de que el ministerio sacerdotal y la misión de la Iglesia dependen de la relación personal con Jesús, los sacerdotes están llamados a dar prioridad a la oración respecto a la acción, subraya la Congregación vaticana para el Clero.

En una carta a todos los presbíteros del mundo, el dicasterio prepara así la Jornada mundial de oración por la santificación de los sacerdotes, que se celebra en la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, el próximo 30 de mayo.

Firmada por el cardenal prefecto Cláudio Hummes y el secretario de la Congregación, el arzobispo Mauro Piacenza, la misiva exhorta a contemplar «la perfecta y fascinante humanidad de Jesucristo, vivo y operante ahora», seguros de su Misericordia.

De aquí el dicasterio hace un llamamiento «a la prioridad de la oración respecto a la acción», porque de aquélla depende una acción incisiva, esto es, la misión debe alimentarse de la oración, «de la relación personal de cada uno con el Señor Jesús».

Se reafirma la importancia de la oración frente al activismo y el secularismo, según señaló Benedicto XVI en su Encíclica «Deus caritas est». El paso siguiente, para los sacerdotes, es ser «expertos de la Misericordia de Dios», apunta el cardenal Hummes en la carta, íntegramente publicada en italiano en la edición de «L'Osservatore Romano» del sábado.

Y lanza una alerta: el sacerdocio no se puede contemplar como una especie de carga inevitable «que se puede cumplir "mecánicamente", tal vez con un articulado y coherente programa pastoral».

Realmente «el sacerdocio es la vocación, es el camino, el modo a través del cual Cristo nos salva, nos ha llamado y nos llama ahora, para vivir con Él», precisa a los sacerdotes.

Esta «santa vocación» sólo tiene una «medida adecuada»: «la radicalidad» --recuerda la carta--, la «total dedicación», que «Cristo realiza día a día» en el sacerdote a través de su «renovada y orante decisión».

«El mismo don del celibato sacerdotal hay que acogerlo y vivirlo en esta dimensión de radicalidad y de plena configuración con Cristo -advierte el purpurado--. Cualquier otra postura, respecto a la realidad de la relación con Él, corre el riesgo de ser ideológica».

«Incluso la cantidad, a veces extraordinariamente grande, de trabajo que las condiciones contemporáneas del ministerio nos piden sostener, lejos de desalentarnos debe impulsarnos a cuidar, aún con mayor atención, nuestra identidad sacerdotal, que tiene una raíz irreduciblemente divina», anima la carta.

«En este sentido, en una lógica opuesta a la del mundo, precisamente las particulares condiciones del ministerio nos deben llevar a "elevar el tono" de nuestra vida espiritual --insiste--, testimoniando con mayor convicción y eficacia nuestra pertenencia exclusiva al Señor».

Pues «lugar de la totalidad por excelencia es la Eucaristía», añade el cardenal Hummes, recordando que es el sacramento en el que Jesús ofrece su Cuerpo y su Sangre, «la totalidad de la propia existencia».

Por eso exhorta a los sacerdotes del mundo a la fidelidad «en la celebración diaria de la Santísima Eucaristía» y a la adoración de Jesús sacramentado. Tampoco aquí se trata de un mero cumplimiento, «sino de la absoluta necesidad que advertimos» del Sacramento, «como respirar, como la luz de nuestra vida, como única razón adecuada para una existencia presbiteral realizada», constata.
De la relación con Jesús, «siempre alimentada con la oración continua», brota «la necesidad de hacer partícipes de ello a cuantos nos rodean», o sea, brota la misión, «intrínseca a la naturaleza misma de la Iglesia» y «connatural a la identidad sacerdotal», sintetiza el cardenal Hummes.

De aquí también se deduce el sentido de la Jornada que se celebrará próximamente. «La santidad que pedimos diariamente -se lee en la carta a los sacerdotes-, de hecho, no puede concebirse según una acepción individualista, estéril y abstracta, sino que es, necesariamente, la santidad de Cristo, la cual es contagiosa para todos».

Ello se concreta en el pueblo que es confiado al sacerdote y en la responsabilidad de atenderlo. Aquí hay que ceder al amor de Jesús «para que actúe Él a través de nosotros --advierte la carta a los sacerdotes--, porque o dejamos que Cristo salve el mundo, obrando en nosotros, o bien corremos el riesgo de traicionar la propia naturaleza de nuestra vocación».

Clave de ayuda en esta llamada es el «fundamento imprescindible de toda la vida sacerdotal»: la Virgen María -recuerda el dicasterio--, pues reconduce continuamente «bajo la Cruz de su Hijo» «para contemplar, con Ella, el Amor infinito de Dios».

Orar y acompañar espiritualmente a los sacerdotes

Como hizo hace pocos meses, ahora, en vista de la Jornada mundial de oración por la santificación de los sacerdotes, el dicasterio reitera la importancia de que los presbíteros se encomienden a la oración de toda la Santa Madre Iglesia, «a la maternidad del pueblo» del que son pastores y del que, a su vez, tienen confiada su custodia y santidad.
«Pidamos este apoyo fundamental», exhorta.

Es urgente «un movimiento de oración que tenga en el centro la adoración eucaristía continua -recuerda el cardenal Hummes, remitiéndose a otra misiva anterior--, durante las veinticuatro horas, de manera que desde todo rincón del mundo siempre se eleve a Dios una plegaria de adoración, acción de gracias, alabanza, petición y reparación».

El objetivo es «suscitar un número suficiente de vocaciones santas al estado sacerdotal y, a la vez, acompañar espiritualmente --como Cuerpo Místico- con una especie de maternidad espiritual a cuantos ya han sido llamados al sacerdocio ministerial», para que cada vez sirvan mejor a Jesús y a los hermanos.