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Bienvenido a Escuchar y a Dar

Este blog, no pretende ser un diario de sus autores. Deseamos que sea algo vivo y comunitario. Queremos mostrar cómo Dios alimenta y hace crecer su Reino en todo el mundo.

Aquí encontrarás textos de todo tipo de sensibilidades y movimientos de la Iglesia Católica. Tampoco estamos cerrados a compartir la creencia en el Dios único Creador de forma ecuménica. Más que debatir y polemizar queremos Escuchar la voluntad de Dios y Dar a los demás, sabiendo que todos formamos un sólo cuerpo.

La evangelización debe estar centrada en impulsar a las personas a tener una experiencia real del Amor de Dios. Por eso pedimos a cualquiera que visite esta página haga propuestas de textos, testimonios, actos, webs, blogs... Mientras todo esté hecho en el respeto del Amor del Evangelio y la comunión que siempre suscita el Espíritu Santo, todo será públicado. Podéís usar los comentarios pero para aparecer como texto central enviad vuestras propuestas al correo electrónico:

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domingo, 26 de agosto de 2007

Santa Mónica: La Viuda de Tagaste que resucita a su hijo Agustín / Autor: Jesús Martí Ballester


Foto:El joven Agustín y su madre Mónica en el antiguo Puerto de Roma.





Fiesta : 27 de agosto

TAGASTE Y SU MATRIMONIO

Cuando finalizaba ya el Imperio Romano, nace Mónica en Tagaste, de padres ricos venidos a menos. Como cristianos la educaron en la fe, pero quien mas influyo en su educación fue una criada que ya había educado a su mismo padre. A los veinte años se casó con Patricio, pagano y de temperamento muy violento y dominado por las pasiones. Mónica es modesta, suave, recatada... El primer año de casada le nace Agustin, y a éste le seguirá Navigio y Perpetua. Navigio no abandonará nunca a su madre. Perpetua se casará y quedará viuda pronto. Cuando su hermano Agustin ya sea sacerdote ingresará en un monasterio de Africa donde vivirá toda su vida.

UNA ESPOSA CON PROBLEMAS QUE VENCE CON SUS VIRTUDES

Pronto empezaron los problemas con su esposo. Pero la prudencia y bondad de Mónica hace que todo se quede en casa y no airea nada desagradable, como acostumbran tantas esposas hoy que viven en la televisión basura de propalar sus martirios conyugales. Mónica se dedica a formar a sus hijos con toda su alma. Los dos pequeños no le causan problemas: son dóciles, sencillos y no gozan de las cualidades extraordinarias de su hermano mayor quien desde pequeñín tiene una recia personalidad.

LA SUEGRA

La madre de Patricio es parecida a él, mejor, él ha salido a su madre, ¡ay los genes!: colérica, de muy mal carácter, autoritaria. Mónica poco a poco se la gana con su dulzura y buenos modales procurando darle gusto en todo cuanto ella quiere. Se la ganó "con atenciones y perseverando en sufrirla con mansedumbre". Buen modelo de nueras. A pesar del carácter y de las infidelidades de su esposo nunca le contestó ni con obras ni con palabras. Tenía una paciencia enorme con él: "Porque esperaba, Señor, que vuestra misericordia viniese sobre el, para que creyendo en Vos, se hiciese casto", dice ella, como así sucedió.

SEGUIMIENTO DE AGUSTIN POR MONICA

Agustín había viajado a Milán, donde encuentra a San Ambrosio, que ha conseguido que se haga catecúmeno. Mónica le ha seguido por mar y tierra y sabe que su hijo ya no es maniqueo pero tampoco católico. No es lo que ella espera pero sigue rezando y llorando, visitando las tumbas de los mártires y visitando a San Ambrosio, que descubrió en Mónica un alma excepcional y privilegiada.

LAS LÁGRIMAS DE MÓNICA

“No se puede perder hijo de tantas lágrimas”, había profetizado un obispo africano. Ella veía a su hijo Agustín ricamente adornado por el Señor, pero desviado y desorientado. Le seguía a todas partes. Ha hecho cuanto ha podido por la conversión de su hijo. Y por fin salta de gozo "aquella noche en la que yo me partí a escondidas; y ella se quedo orando y llorando", dice Agustin. Sus lágrimas dieron su fruto. “Los que siembran con lágrimas cosechan entre cantares”. Cuando tenía 56 años y Agustin 33 tuvo el inmenso consuelo de verle cristiano y en camino de santidad. No se había equivocado. Si hubiera más madres que lloraran a sus hijos muertos como la viuda de Naím, enterrarían a menos hijos resucitados por las lágrimas de sus madres. ¡Ya podía morir tranquila! Y para esto meditamos las vidas de los santos, porque siguieron a Cristo y nos enseñan el camino, que todos han recorrido con dificultades y nos han dejado su vida como ejemplo, a la vez que interceden por sus hermanos, nosotros, que aún peregrinamos en la tierra.

ASOMADOS A LA VENTANA

En Ostia, esperando embarcar para Africa, asomados a la ventana, Agustín y su madre conversaban dulcísimamente, olvidados de todo lo pasado y reflexionando sobre el futuro, preguntándonos cómo será aquella vida eterna, que ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni saboreó el corazón del hombre, y suspiraban por aquella sabiduría, contemplando aquella felicidad inmutable. Fue un verdadero éxtasis común. Se contagiaron. Mónica era feliz, su hijo, ya era cristiano, para ella sólo quedaba la esperanza de la vida eterna.

Estas son las palabras de Mónica, que San Agustín refiere en sus Confesiones: "¿Qué hago ya en este mundo? Enterrad este cuerpo donde queráis, ni os preocupe más su cuidado. Una sola cosa os pido, que os acordéis de mi ante el altar del Señor, en cualquier lugar donde os hallareis". Así decía poco antes de morir a sus hijos Santa Mónica, modelo de esposas, madres, suegras y nueras.

SU MUERTE

Por fin, Mónica, acompañada por sus hijos, en el año 387, despertó para el cielo. "Yo le cerré los ojos, escribe San Agustín en sus Confesiones. Una inmensa tristeza inundó mi corazón que se resolvió en lágrimas, pero mis ojos, bajo el mandato imperioso de mi voluntad, las contenían hasta el punto de secarse... Mas el joven Adeodato, cuando mi madre dio el último suspiro, comenzó a llorar a gritos. En mi corazón se había abierto una nueva llaga, aunque la muerte de mi madre no tenía nada de lastimoso y no era una muerte total: la pureza de su vida lo atestiguaba, y nosotros lo creíamos con una fe sincera y por razones seguras" (Conf. IV, 9).

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Conversación final de san Agustín con su madre, Mónica:

‘Cuando ya se acercaba el día de su muerte –día por ti conocido, Señor, y que nosotros ignorábamos—, sucedió, por tus ocultos designios, como lo creo firmemente, que nos encontramos ella y yo solos, apoyados en una ventana que daba al jardín interior de la casa donde nos hospedábamos, allí en Ostia Tiberina, donde, apartados de la multitud, nos rehacíamos de la fatiga del largo viaje, próximos a embarcarnos.

Hablábamos, pues, los dos solos, muy dulcemente y, olvidando lo que queda atrás y lanzándonos hacia lo que veíamos por delante, nos preguntábamos ante la verdad presente, que eres Tú, cómo sería la vida eterna de los santos...., y abríamos la boca de nuestro corazón, ávidos de las corrientes de tu fuente, la fuente de vida que hay en ti.

Tales cosas decía yo, aunque no de este modo ni con estas mismas palabras. Sin embargo, tú sabes, Señor, que cuando hablábamos aquel día de estas cosas..., ella dijo:

‘Hijo, por lo que a mí respecta, ya nada me deleita en esta vida.

Qué es lo que hago aquí, y por qué estoy aún aquí, lo ignoro, pues no espero ya nada de este mundo. Una sola cosa me hacía desear que mi vida se prolonga­ra por algún tiempo: el deseo de verte cristiano católico, antes de morir. Dios me lo ha concedido con creces, ya que te veo convertido en uno de sus siervos, habiendo renunciado a la felicidad terrena. ¿Qué hago ya en este mundo?’

No recuerdo muy bien lo que le respondí, pero al cabo de cinco días o poco más cayó en cama con fiebre. Y, estando así enferma, un día sufrió un colapso y perdió el sentido por un tiempo. Nosotros acudimos corriendo, mas pronto recobró el conocimiento, nos miró a mí y a mi hermano allí presentes, y nos dijo en tono de interrogación: ‘¿Dónde estaba?’

Después, viendo que estábamos aturdidos por la tris­teza, nos dijo: ‘Enterrad aquí a vuestra madre...

‘Confesiones’ lib. 9,cc. 10.11

viernes, 24 de agosto de 2007

Sed misericordiosos / Autor: José H. Prado Flores


«Sean misericordiosos, como su Padre es misericordioso» (Lucas 6, 36).

Misericordia etimológicamente es un concepto muy rico: miseri cordare, dar el corazón al necesitado. No se trata de compartir un sentimiento, sino lo más profundo, significado por el corazón. Dios ama misericordiosamente porque da Su amor cuándo y como se necesita.

El amor misericordioso tiene las siguientes características:

SABE ESPERAR

La primera propiedad del amor en el elenco que hace Pablo en el capítulo trece de la primera Carta a los Corintios es la paciencia: saber esperar. «El amor es paciente, servicial y sin envidia. No quiere aparentar ni se hace el importante. No actúa con bajeza, ni busca su propio interés. El amor no se deja llevar por la ira, sino que olvida las ofensas y perdona. Nunca se alegra de algo injusto y siempre le agrada la verdad. El amor disculpa todo; todo lo cree, todo lo espera y todo lo soporta» (1 Corintios 13, 4-7).

RESPETA Y SE RESPETA A SÍ MISMO

El amor misericordioso también se respeta a sí mismo. Si un amor es tan generoso y abnegado que llega a humillarse o perder el valor de su persona, no es amor cristiano, sino sacrificio pagano. Te amo tanto que no te voy a permitir que no me respetes. Darse a respetar significa que no consentimos que el otro se convierta en agresor. Te amo tanto que no seré de ninguna manera cómplice de tus constantes provocaciones.

NO RECRIMINA NI SE RECRIMINA

El corazón misericordioso no echa en cara el pasado. No reprocha ni cobra cuentas pendientes. El amor misericordioso todo lo cree y todo lo perdona. Acepta sus limitaciones. No exige la perfección a sí mismo, sino la autenticidad. Cuando falla, no se autocastiga con el peso de la culpabilidad o escrúpulos egoístas.

INCONDICIONAL Y FECUNDO

La principal característica del amor misericordioso es que es incondicional. No te amo para que me ames, pero sí te amo de tal forma que hago surgir de ti la alegría de amar. Experimento de tal manera que hay mayor alegría en dar que en recibir, en amar que en ser amado, que quiero que tú también lo vivas. Amar para ser amado es interés, pero amar para que el otro goce el amar, más que ser amado, es la perfección del amor. El amor es fecundo por naturaleza. Produce amor. Así es el amor de Dios por nosotros. Una vez abrazados por su fuego, no podemos sino amar como hemos sido amados.

DISCULPA Y PERDONA

La persona que ha sido perdonada está más capacitada para disculpar. El amor misericordioso perdona también las propias fallas, sin complejo de culpa y sin castigarse con remordimientos.
Todo pecado es una espada de dos filos: o nos convierte en Fariseos que juzgamos y condenamos en los demás lo mismo en que nosotros hemos fallado o nos hace misericordiosos con la debilidad de los otros porque comprendemos la fragilidad del ser humano en carne propia. Si nosotros fuimos perdonados, nosotros podemos perdonar.

MISERICORDIA CON NOSOTROS MISMOS

Si hemos de amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos esto se podría traducir: ser misericordiosos con los demás como lo somos con nosotros mismos. Para ser indulgentes con otros hemos de ser primero benignos con nosotros mismos. A veces nos juzgamos tan rígidamente como si tratáramos de pagar con nuestro sufrimiento nuestros errores. Nadie tiene derecho a medirse con ninguna otra. No te castigues con recriminaciones y remordimientos que sólo aumentan tu complejo de culpa con el que intentas pagar una cuenta que ya ha sido saldada. Si un pecado ha sido ya perdonado ni siquiera tienes derecho a llamarlo pecado, porque ya ha sido olvidado por Dios y lanzado hasta el fondo del mar. No tienes derecho a volverlo a sacar, pues sería un falso arrepentimiento por no creer en el amor incondicional de Dios que ya te ha perdonado. Ser misericordioso no es sólo reconocer tu pecado delante de ti mismo, sino delante de Dios que es rico en amor y misericordia, como David que suplica: «Tenme piedad, Dios mío, según tu amor misericordioso» (en hebreo "Hésed").


«¡Bendito sea el Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre
misericordioso y Dios de todo consuelo» (2 Corintios 1, 3).

«Porque sé que eres un Dios clemente, compasivo, paciente y
misericordioso, tardo a la cólera y rico en amor»
(Jonás 4, 2).

«Pero tú, Señor mío, Dios clemente y compasivo, paciente, lleno de amor
y de verdad»
(Salmo 86, 15).

«Porque los montes se correrán y las colinas se moverán, mas mi amor de
tu lado no se apartará y mi alianza de paz no se moverá, dice el Señor,
que tiene compasión de ti»
(Isaías 54, 10).

Del dios dinero a la conversión familiar: Testimonio de Patrizia y Stefano de la Comunidad Cenáculo



Después de casi tres años hemos logrado hacer la crónica de un matrimonio "drogadicto": el nuestro. El matrimonio como meta de la propia vida, encontrar la dulce mitad con la cual compartir la vida cotidiana en lo bueno y en lo malo, las dulzuras y amarguras que la vida te reserva; el ápice de todo esto es seguramente el nacimiento de un hijo. Era esto lo que buscábamos y lo que habíamos encontrado. Pero algo no funcionó. Año tras año la rutina cotidiana desvanecía nuestra relación. El "dios dinero", el exceso de trabajo, nuestro egoísmo… poco a poco nos han llevado a la muerte de nuestra unión sin que nos diéramos cuenta.
Luego nos cayó un rayo con cielo sereno: nuestra hija Valentina se drogaba. Porros, alcohol, todo lo que nos revelaba que no éramos una familia sino dos individuos que la vida cotidiana mantenía unidos por comodidad. En este punto nuestra unión parecía destinada a terminar, pero el amor que le teníamos a nuestra hija nos ha llevado a retomar el camino que también a nosotros, como padres, la Comunidad nos propone.

Al comienzo este camino parecía útil sólo para Valentina, allí seguramente ella entendería sus errores. Pero con el paso del tiempo la Comunidad nos enseñó que los que se habían equivocado y continuaban equivocándose éramos nosotros, que seguíamos con la intención de separarnos porque no nos podíamos perdonar, mientras pensábamos que nuestra hija ya habría entendido. Seguíamos echándonos las culpas, incapaces de olvidar y perdonar el mal que nos habíamos hecho.

Cuando Valentina vino de veríficar se nos abrieron los ojos del corazón, su cambio no hubiese servido de nada si tampoco nosotros hubiésemos cambiado. Así decidimos recomenzar olvidando el pasado, perdonándonos y poniendo en práctica las enseñanzas cristianas de la Comunidad.

No ha sido simple llegar a esta conclusión pero lo logramos porque hemos encontrado lo que le faltaba a nuestra unión: la oración, el don del perdón, el diálogo. Gracias a las palabras de sor Elvira estos dones han entrado en nuestros corazones y esperamos que permanezcan para siempre.

Ahora podemos decir que nuestra hija "drogada" ha sido el don más grande que Dios nos ha hecho.
Un afectuoso abrazo de una familia renacida.

¿Dios es hombre o es mujer? / Autor: Germán Sánchez Griese


¿Hombre o mujer? ¿Cómo es Dios?

¿Por qué Dios haciéndose hombre se ha encarnado en una persona de sexo masculino? ¿Por qué a su vez este “Hijo de Dios” nos ha enseñado a dirigirnos a Dios llamándolo Padre?

Los conceptos que nos forjamos de Dios muchas veces provienen de conceptos propiamente humanos. Nuestra naturaleza es humana y por lo tanto está acostumbrada a moverse en esos parámetros, y aún más después de las corrientes iluministas, racionalistas y positivistas en donde todo lo que no entra en categorías humanas de la razón o todo lo que no se puede conocer por los sentidos carece de valor.

Dios es Dios. No es hombre ni mujer, está más allá de las categorías de los géneros. Por las limitaciones de la naturaleza humana y por las limitaciones lingüísticas de los escritores sagrados, es necesario recurrir a metáforas para explicar la naturaleza de Dios. Varias de esas metáforas se encuentran en la Biblia y es necesario tener los conocimientos adecuados para hacer una explicación certera de lo que Dios nos quiere decir a través de los escritos y de los mismos escritores sagrados. Gran parte de la problemática actual en la interpretación de la Biblia, particularmente la que realizan las sectas protestantes y otras religiones, se deben a la falta de método científico con que estas personas interpretan la Biblia: no toman en cuenta el idioma original en el que fue escrito, desconocen las circunstancias históricas, culturales y sociales en las que vivió el autor sagrado, ignoran la importancia y el papel fundamental de la tradición y de la transmisión del mensaje y así tan a la ligera pretenden dar su interpretación adecuada leyéndola sin tomar en cuenta todas y otras muchas de las circunstancias antes descritas.

Dejando a un lado este problema, nos centramos en el problema del sexo de Dios: ¿Masculino o femenino? Cuando Cristo mismo nos enseña a orar, se dirige a Dios con la palabra “Padre”. ¿Quiere esto decir que Dios es de sexo masculino? Se trata de una imagen que Cristo nos ha consignado para que pudiésemos recurrir fácilmente a Dios en la oración. No está de ninguna forma rebajando la naturaleza de Dios para hacerla accesible al hombre. Dios permanece siendo Dios con todos sus atributos que su naturaleza le otorgan. Simple y sencillamente se recurre a una imagen para que comprendamos mejor algunas de las características de Dios, concretamente en la oración: la paternidad en este caso no se refiere al aspecto sexual sino a aspectos como escucha amorosa, fuerza en quien apoyarnos, receptividad.

Así como Cristo recurre a Dios como Padre y no por eso quiere decir que Dios sea de sexo masculino, así también otros escritores sagrados hacen uso de metáforas femeninas para referirse a otras cualidades de Dios. Por ejemplo, cuando se habla de la “piedad” de Dios no se recurre al término abstracto de “piedad” sino a un término inmerso de corporeidad, de materialidad: “rachamim”, que quiere decir “el seno materno”, de Dios que simboliza propiamente la piedad. Gracias a esta palabra viene visualizada la maternidad de Dios en su significado espiritual.

A lo largo de toda la Biblia los escritores sagrados se suceden con una gran cantidad de metáforas, símbolos que expresan las cualidades de Dios. Algunas de esas cualidades vienen referidas con categorías masculinas (el Señor de los Ejércitos) y otras con categorías femeninas (aunque una madre se olvidara del hijo de sus entrañas yo nunca me olvidaré de Israel), no quedan circunscritas a la categoría de sexo porque la naturaleza de Dios está más allá de las categorías humanas con que podamos clasificarlo o conocerlo. Tan sólo vienen expresadas para que podamos aproximarnos un poco a conocer cuál es la naturaleza de Dios.

¿Debemos matar a los moribundos? / Autor: Dr. Brian Pollard



La eutanasia se propone por tres razones:
• el alivio al sufrimiento,
• el respeto a la autonomía personal y
• el derecho a morir.

Analicemos cada una de ellas.

1. El alivio al sufrimiento

Permitir a los doctores la eutanasia por un inadecuado tratamiento de dolor o por estar sufriendo debido a razones sociales no sería ético. La visión de que la vida de otra persona ha perdido valor siempre dependerá de los valores personales del observador. No hay criterios objetivos en los cuales cada observador pudiera formarse esa misma visión en las circunstancias que se le presenten. Además, el dolor es parte de la vida humana; se ha de atenuar pero es imposible que se dé una vida humana sin sufrimiento.

2. El respeto a la autonomía personal

La autonomía se entiende comúnmente como un derecho de la persona para ser respetada en sus preferencias en materias que afectan su propio bienestar. Pero de hecho nadie tiene derecho a que se respete cualquier cosa que haya elegido. De ser así. Tu deseo de matarme tendría la misma fuerza que mi deseo de matarte, si es eso lo que mi satisfacción me exige.

La genuina autonomía comprende no sólo un derecho para elegir sino la responsabilidad de elegir dentro de ciertos límites. Ninguna ley que permita la eutanasia estará a salvo del riesgo de que las vidas de los que no querían morir sean puestas en peligro. El derecho a la integridad de su vida habría sido infringido.

3. El “derecho” a morir, ¿es un derecho reconocido internacionalmente?

El derecho a morir no aparece en ninguna declaración de derechos humanos naturales ni en ningún documento de ética. Aparece como una afirmación sin argumento. El derecho a morir puede considerarse inválido al no haber sido demostrado. Los derechos genuinos no son creados por el hecho de afirmarlos.

La Asociación Médica Internacional, la reguladora internacional en ética médica, publicó una declaración sobre el suicidio asistido en 1992, dice: “El suicidio asistido por un médico, como lo es la eutanasia, no es ético y debe ser condenado por la profesión médica”.

La eutanasia no es mala porque es ilegal, sino que es ilegal porque es mala. La legalización de la eutanasia cambiaría para siempre los conceptos fundamentales sobre los que nuestras leyes están basadas.

En el derecho penal, el principio de igualdad sería no solamente alterado sino abrogado por la ley de la eutanasia, donde un grupo de personas inocentes se define exento de la protección general que se ofrece a las demás. En este contexto, una persona inocente es aquella que no supone amenaza para otros.

Desde que se legalizó la eutanasia en Holanda en 2000, se ha ido aplicando a pacientes que no pueden decidir por sí mismos. El nuevo paso ha sido extenderla a recién nacidos que sufren por enfermedades graves. El llamado “protocolo de Groningen”, propuesto por pediatras de ese hospital universitario, quiere establecer las bases legales para esos casos. Aunque legalmente son los padres los autorizados para decidir, a menudo se aplica la eutanasia neonatal sin su consentimiento o contra su opinión. Se abre la puerta un paso y no se sabe adónde se va a llegar.

Los que recomiendan la eutanasia, lo hacen en nombre de la compasión. En esto son indudablemente sinceros, pero están mal orientados. El término compasión se deriva del latín y significa “sufrir con”, y en el contexto de los moribundos, se traduce andar el resto del viaje de la vida al lado de ellos, buscando su consuelo en cada etapa. Matarlos es una forma de abandono, precisamente porque se encuentra que el viaje es demasiado fuerte y difícil para los demás.

¿Legalización de la eutanasia?

Si matar a un paciente que está sufriendo y que lo ha solicitado es proporcionar un beneficio auténtico, sería lógico que algunos médicos piensen que no dar ese beneficio a pacientes con sufrimientos similares, es discriminatorio, simplemente porque no pudieron solicitarlo. Si la ley actual no ha evitado que extiendan su práctica hasta ese grado, por qué suponer que respetarían una ley nueva, sobre todo si hay pocas probabilidades de darse cuenta al tratarse de prácticas privadas. Incluso Harold Shipman, el médico inglés que pudo haber matado a centenares de pacientes, no fue descubierto sino hasta que verdaderamente se excedió.

El Comité de la Casa de los Lores (House of Lords Committee) dijo que la ley de la eutanasia “ocasionaría más, y más graves problemas que los que busca resolver”, debido a que el abuso sería fácil de ocultar.

Un periodista inglés escribió: “O la vida es siempre y en cualquier circunstancia sagrada, o intrínsecamente no cuenta para nada: es inconcebible que en algunos casos debe ser lo primero y en otros esto último” (Malcolm Muggeridge).

No hay respuestas / Enviado pon Vivy




Hay momentos en la vida que no tienen respuesta ni explicación; sucesos, acontecimientos, experiencias vividas, tantas cosas que no sabemos por qué suceden o por qué las debemos vivir. Muchas veces nos quedamos estancados buscando las respuestas y no avanzamos, porque nos da miedo continuar en medio de la incertidumbre que nos produce el no entender y no aceptar esas cosas que nos han de pasar.

Amores que llegan y se van sin avisar, heridas, vacíos, enfermedades, caídas, pérdidas, caminos que se abren, puertas que se cierran, circunstancias que afrontar, decisiones que tomar. todo ello invade nuestra mente, llenándola de preguntas inciertas que no encuentran respuestas, nos llenan de angustia, atentan contra nuestra fe, se convierten en la piedra en el zapato que no nos deja seguir.

Muchas de estas preguntas se convierten en cadenas que nos han de esclavizar, nos aferramos a ellas, y aunque quizás respondamos algunas, formulamos otras, porque nos hace falta buscar excusas que nos torturen y nos hagan dudar, fabricando temores que nos arrebatan la paz.

Hay quienes discuten con Dios por la suerte que les ha de tocar, le culpan de todo, le pierden la Fe, se alejan de Él, tan sólo porque no entienden lo que es vivir y creen que hemos sido creados para sufrir.

No busquemos respuestas que quizás no llegarán, hay cosas que suceden porque así deben ser, aunque no entendamos el porque y sintamos que no tenemos las suficientes fuerzas de asumirlas y continuar.

No hay más opciones que vivir, seguir, creer, no perder la esperanza de que vendrán tiempos mejores que compensarán las luchas que hemos asumido valientemente, sin renegar por todo, sin rendirnos, sin renunciar.

Alguna vez leí o escuché: Si las cosas tienen solución por qué me preocupo, si se pueden arreglar. y si no la tienen, por qué he de angustiarme, sino hay más nada que hacer ni otra opción que tomar, que seguir, avanzar.

Por eso, más que buscar respuestas, démoslas nosotros mismos con nuestro vivir y actuar, que quien nos encuentre en el camino descubra en nosotros que hay un Dios de amor que existe y que se manifiesta en lo más sencillo y pequeño, aún en todo aquello que no entendemos y que a veces nos hace dudar.

No hay más respuesta que la fe que nos da fuerzas y nos llena de paz.

jueves, 23 de agosto de 2007

Meditaciones sobre el verdadero "Amor" / Autora: Teresa de Calcuta


Cuanto menos tenemos, más damos.

Parece absurdo,

pero ésta es la lógica del amor.


* Cuando una joven señora de la alta sociedad opta por ponerse al servicio de los pobres, se produce una auténtica revolución, la mayor de todas, la más difícil: la revolución del amor.

* Resulta conmovedor leer que antes de ponerse a explicar la palabra de Dios, antes de pronunciar las Bienaventuranzas a la multitud, Jesús sintió compasión de ella y la alimentó (cfr. Mt. 5).

Sólo una vez que estuvieron saciados se puso a enseñarles .

* El verdadero amor hace sufrir:

Jesús, para darnos una muestra de su amor, murió en la Cruz.

Una madre, para dar a luz a su hijo, tiene que sufrir.

Si de verdad os amáis unos a otros, no podréis evitar tener que sacrificaros.


* Los pobres no tienen necesidad de nuestras actitudes paternalistas ni de nuestra compasión.

Sólo necesitan nuestro amor y nuestra ternura.

* Para mí, Jesús es la Vida que quiero vivir,
la Luz que quiero reflejar,
el Camino que me guía al Padre,
el Amor que quiero manifestar,
la Alegría que quiero compartir,
la Paz que quiero sembrar a mi alrededor.

Para mí, Jesús lo es todo.

* Si escasea la fe es porque hay demasiado egoísmo en el mundo.

La fe, para ser auténtica, tiene que ser generosa y disponernos para dar.

Amor y fe van de la mano.

* Hoy día las naciones están dedicando demasiados esfuerzos a defender sus fronteras.

Sin embargo, ¡qué poco saben las naciones sobre la pobreza y sufrimiento que hacen que los seres humanos que habitan detrás de sus fronteras se sientan tan solos!

Si por el contrario se preocupasen de dar un poco de alimento a esos seres indefensos, algún cobijo, un poco de sanidad, vestidos, no cabe duda de que el mundo se trocaría en un lugar más feliz y habitable.


* Suelo decir a mis Hermanas que cada vez que servimos con amor a Cristo en los pobres, no lo hacemos cual si fuéramos asistentas sociales.

Lo hacemos en calidad de almas contemplativas en el mundo


* Alguien me dijo en cierta ocasión que ni por un millón de dólares se atrevería a tocar a un leproso.

Yo le contesté:

—Tampoco yo lo haría. Si fuese por dinero, ni siquiera lo haría por dos millones de dólares. Sin embargo, lo hago de buena gana, gratuitamente, por amor de Dios.


* No presto atención a las estadísticas.

Lo que importa son las personas.

Yo me fijo en una persona a la vez.

Sólo hay uno: Jesús.

* Jamás me cansaré de repetirlo: lo que más necesitan los pobres no es compasión sino amor.

Necesitan ver respetada su dignidad humana, que no es menor ni diferente de la dignidad de todo ser humano.

* Para hacernos acreedores al cielo, Cristo nos puso una condición que, en la hora de la muerte, vosotros y yo, independientemente de quiénes hayamos sido (cristianos o no cristianos, puesto que todo ser humano ha sido creado por la mano amorosa de Dios, a su imagen y semejanza), nos encontraremos delante de Dios y seremos juzgados por cómo nos hemos comportado con los pobres (cfr. Mt. 25, 40).

* Viendo el ejemplo de Cristo, que murió por nosotros en la Cruz, tenemos la posibilidad de confirmar definitivamente el hecho de que el sufrimiento puede transformarse en un gran amor y en una generosidad extraordinaria.

* Amar y servir a los pobres supone algo que nada tiene que ver con darles lo que nos sobra, o pasarles el alimento que no nos gusta.

Tampoco tiene nada que ver con darles los vestidos que renunciamos a llevar porque están pasados de moda o simplemente porque no nos gustan.

¿Es esto compartir la pobreza de los pobres?

Por supuesto que no.

* Hay miles—¡millones!—de personas que mueren por falta de pan.

Hay miles—¡millones!—de seres humanos que crecen débiles por carencia de afecto, ya que quisieran ser reconocidos, por lo menos un poco.

Jesús se vuelve débil y muere con ellos.

* Una vez más, hoy como ayer, Jesús viene a los suyos y los suyos no lo acogen (cfr. Jn. 1, 11).

Viene en los cuerpos rotos de los pobres.

Viene igualmente en los ricos que se ahogan en la soledad de sus propias riquezas.

Viene en los corazones solitarios, cuando no hay quien les ofrezca un poco de amor.


* Lo que nosotros decimos carece de importancia.

Lo que importa de verdad es lo que Dios dice a las almas por nuestro medio.

* Las buenas obras son aros que forman una cadena de amor.

* Todas las enfermedades son susceptibles de curación.

La única que no puede ser curada es la enfermedad de no sentirse amados.

Me atrevo a invitar a todos aquellos que aprecian nuestra misión a que dirijan una mirada a su alrededor y que ofrezcan su amor a todos aquellos que no son amados y que les ofrezcan sus servicios.

¿No somos nosotras acaso, por definición, mensajeras de amor?


* El amor es un producto de todas las estaciones.


* Hemos sido creados para amar y para ser amados.

Un joven estaba muriéndose; pese a ello, durante tres días luchó para prolongar su vida.

La Hermana que lo atendía le preguntó:

—¿Por qué prolongas esta lucha?

—No puedo morir sin pedir antes perdón a mi padre—contestó.

Cuando su padre acudió, se fundieron ambos en un abrazo y el joven le pidió que le perdonase.

A las dos horas, el joven expiró lleno de paz.


* No tengáis miedo de amar hasta que os cueste sacrificio, hasta que os duela.

El amor de Jesús por nosotros lo llevó hasta la muerte.


* Dios aprecia nuestro amor.

Ninguno de nosotros es indispensable.

Dios tiene medios para hacerlo todo y para prescindir de la tarea del ser humano más competente.

Podemos llevar nuestro esfuerzo hasta la extenuación .

Podemos emborracharnos a trabajar.

Si lo que hacemos no está permeado de amor, nuestro trabajo será inútil a los ojos de Dios.


* Cuando visité China en 1989, un dirigente del Partido Comunista me preguntó:

—Madre Teresa, ¿qué es un comunista para usted?

Yo le contesté:

—un hijo de Dios, un hermano mío.

—¡Vaya! Tiene usted una opinión elevada de nosotros. ¿De dónde la ha sacado?

—De Dios mismo—le contesté—. Fue Él quien dijo: «Os aseguro que lo que habéis hecho a uno de los más pequeños entre mis hermanos, a Mí me lo hicisteis» (Mt. 25, 40).


* Cuando abrimos nuestra primera casa en Nueva York, su Eminencia el Cardenal‑Arzobispo Terence Cooke parecía muy preocupado por la provisión del mantenimiento de las Hermanas y decidió asignar una cantidad mensual a este fin.

(Puedo asegurar que el Cardenal Cooke nos quería mucho.)

No quería ofenderle, pero al mismo tiempo tenía que explicarle que nosotras dependemos de la Divina Providencia, que jamás nos ha fallado.

Al término de la conversación tuve la impresión de que había dado con la respuesta justa y le dije medio en broma:

—Eminencia, ¿acaso piensa que va a ser justamente en Nueva York donde Dios tenga que declararse en quiebra?


* En todo lo que se refiere a medios materiales, nosotras dependemos por completo de la Divina Providencia.


* Dios no pretende de mí que tenga éxito. Sólo exige que le sea fiel.

A los ojos de Dios no son los resultados lo que cuenta.

Lo importante para Él es la fidelidad.


* Los leprosos, los moribundos, los hambrientos los enfermos de sida: todos son Jesús.

Una de nuestras novicias lo sabía muy bien. Acababa de ingresar en la Congregación, tras finalizar los estudios en la Universidad.

Al día siguiente tenía que acompañar a otra Hermana a la Casa del Moribundo que tenemos en Kalighat.

Antes de irse, les recordé:

—Habéis visto durante la Misa con qué delicadeza el sacerdote tocaba el Cuerpo de Cristo. No olvidéis que ese mismo Cristo es el que vosotras tocáis en los pobres.

Las dos Hermanas fueron a Kalighat.

A las tres horas estaban de vuelta.

Una de ellas, la joven novicia, llamó a mi puerta.

Me dijo, llena de gozo:

—Madre, durante tres horas he estado tocando el Cuerpo de Cristo.

Su rostro estaba radiante.

—¿Qué es lo que hiciste?—le pregunté.

—Nada más llegar nosotras—contestó—trajeron a un hombre cubierto de llagas. Lo habían sacado de entre unos escombros. Tuve que ayudar a que le curaran las heridas. Nos llevó tres horas. Es por lo que le digo que estuve en contacto con el cuerpo de Cristo durante ese tiempo. ¡Estoy segura: era Él!

La joven novicia había comprendido que Cristo no nos puede engañar cuando afirma: «Estaba enfermo y me curasteis» (Mt. 25, 36).


* «Os he dicho estas cosas para que mi alegría esté en vosotros y vuestra alegría sea completa» (In 15, 119.

Hablamos aquí de la alegría que viene de la unión con Dios, de vivir en su presencia, porque vivir en su presencia nos llena de alegría.

Cuando yo hablo de alegría, no me refiero a risas sonoras ni a griterío.

No consiste en eso la auténtica felicidad.

Más bien, a veces esas actitudes pueden ocultar otras cosas.

Cuando yo hablo de felicidad, me refiero a una paz íntima y profunda que se refleja en los ojos, en las actitudes, en los gestos, en nuestra disponibilidad y prontitud.


* Una vez estaba yo hablando con un sacerdote sobre el tema de las amistades que alejan de Dios.

Él me confesó:

—Madre, para mí Jesús lo es todo. No me queda tiempo ni espacio en mi vida para otros afectos.

Tuve entonces la explicación al hecho de que aquel sacerdote llevaba a tantas almas a Dios: estaba unido a Él.


* En 1976, por invitación del entonces presidente de México, inauguramos nuestro primer centro en los arrabales de la Capital Federal.

Todas las zonas que las Hermanas visitaban por las afueras eran extremadamente pobres.

Las peticiones de la gente produjeron mucha sorpresa en las Hermanas.

Lo primero que pedían no era ropa, medicinas o alimentos. Se limitaban a pedir:

—Hermanas, háblennos de Dios.


* Dios mismo asegura a quienes creen en Él que serán capaces de hacer cosas mayores que las que Él hizo (cfr. Jn. 14, 12).

* Estoy persuadida de que en tanto las Hermanas permanezcan fieles a la pobreza y a la Eucaristía, pero también a los pobres, la Congregación no correrá peligro alguno.


* Tal como Cristo demostró con su muerte, el amor es el mayor de los regalos.


* Jamás permitáis que la pobreza se adueñe de tal suerte de vuestro espíritu que os lleve a olvidar la alegría de Cristo resucitado.

Todos anhelamos el cielo, pero a todos se nos brinda la oportunidad de disfrutarlo ya desde aquí.

No tenemos sino que sentirnos felices con Cristo, aquí y ahora.


* Me llegó una carta de un brasileño muy rico.

Me decía que había perdido la fe; pero no sólo la fe en Dios sino también la fe en los hombres.

Estaba harto de su situación y de todo lo que lo rodeaba, y había adoptado una decisión radical: suicidarse.

Un día, mientras iba de paso por una abarrotada calle del centro, vio un televisor en el escaparate de una tienda.

El programa que estaba transmitiendo en aquel momento había sido rodado en nuestro Hogar del Moribundo Abandonado de Calcuta.

Se veía a nuestras Hermanas cuidando a los enfermos y moribundos.

El remitente me aseguraba que, al ver aquello, se sintió empujado a caer de rodillas y rezar, tras muchos años en que no había hecho ninguna de ambas cosas: orar arrodillado.

A partir de aquel día recobró su fe en Dios y en la humanidad, y se convenció de que Dios lo seguía amando.

* Dios nos ha creado para que realicemos pequeñas cosas con un gran amor.

Yo creo en ese gran amor, que viene, debería venir, de nuestros corazones, que debería empezar manifestándose en el hogar con mi familia, con mis vecinos de calle, con los que viven en el piso de enfrente.

Este amor debería alcanzar a todos.

* Todos tenemos tanto de bueno como de malo en nosotros mismos.

Que nadie se gloríe de sus propios éxitos, sino que los atribuya a Dios.

Jamás debemos considerarnos indispensables.

Dios tiene sus propios designios: pero Él quiere nuestro amor.

Podemos matarnos para realizar nuestra tarea: si no está impregnada de amor, será inútil.

Dios no tiene necesidad de nuestro trabajo.

En el juicio no nos preguntará cuántos libros hemos leído, cuántos milagros hemos hecho, sino sólo si hemos hecho lo que hemos podido por su amor.


* Jesús adelantó cuáles han de ser los criterios del juicio final de nuestras vidas: seremos juzgados por nuestro amor.

Seremos juzgados por el amor que hayamos manifestado a los pobres con los que Cristo se identifica: « ...conmigo lo hicisteis» (Mt. 25, 40).

* Es más lo que nos dan los pobres que lo que pueden recibir de nosotros.

Para servir mejor a los pobres, debemos comprenderlos, y para comprender su pobreza, no hay como experimentarla.

* Debemos amar a los que tenemos más cerca, en nuestra propia familia.

De allí el amor se expande hacia quienquiera que nos necesite.

Debemos tratar de descubrir a los pobres de nuestro propio entorno, porque sólo si los conocemos podemos comprenderlos y ofrecerles nuestro amor.

Y sólo cuando los amamos, nos sentimos dispuestos a ofrecerles nuestro servicio de amor.

* Hay muchas personas en derredor nuestro, y por todo el mundo, que están dispuestas a compartir su vida con los pobres.


* Decimos que amamos a Dios, a Cristo...

¿Cómo lo amamos?

No hay mejor manera de hacerlo que prestar servicio amoroso y gratuito a los pobres más pobres.


* Nuestro amor al prójimo debe ser igual que el que sentimos por Dios.

No tenemos necesidad de ir en busca de oportunidades para cumplir este mandato.

Se nos ofrecen a cada momento, durante las veinticuatro horas del día, dondequiera que nos encontremos.


* Debemos tratar de ser amables y corteses los unos con los otros, y ser conscientes de que no es posible amar a Cristo si no lo amamos en el prójimo.


* Es fácil amar a los que viven lejos.

No siempre lo es amar a quienes viven a nuestro lado.

Es más fácil ofrecer un plato de arroz para saciar el hambre de un necesitado que confortar la soledad y la angustia de alguien que no se siente amado dentro del hogar que con él mismo compartimos .


* Si los pobres no nos aceptasen, no seríamos nada.

Deberíamos estarles inmensamente agradecidos, porque nos brindan la posibilidad de amar y servir en ellos a Jesús.

* No es tarea nuestra indagar cómo nuestros asistidos han podido contraer una enfermedad.

Ante nuestros ojos todos son iguales: todos son hijos de Dios.

* El amor de los pobres más pobres viendo en ellos a Jesús mantendrá limpios nuestros corazones .


* La Eucaristía y los pobres: dos realidades que los cristianos no podemos separar.


* Ya lo sé: hay millones y millones de pobres.

Yo pienso en uno a la vez.

Jesús no es más que uno.

Nosotras nos ocupamos de las personas individualmente.

A los hombres no se los puede salvar más que de uno en uno.

* Los pobres nos brindan lecciones auténticas.

Es siempre más lo que ellos nos dan a nosotros que lo que nosotros les damos a ellos.

* Los contemporáneos de Jesús no lo quisieron aceptar porque su pobreza contrastaba con la ambición que ellos tenían de enriquecerse.


* Dios no ha creado la pobreza.

La hemos creado nosotros con nuestro egoísmo.

* Es muy hermosa una costumbre bengalí según la cual, antes de ponerse a comer, se toma un cazo de arroz para dárselo a los pobres.

* Si pudiéramos llevar el amor al interior de las familias, el mundo cambiaría.

* El hogar está allí donde está la madre.

* Sin Jesús, nuestras vidas carecerían de sentido, resultarían incomprensibles.

Jesús es su explicación.

Para tener paz en nuestros corazones nos conviene hablar más con Él y menos

* Jesús no necesitó muchas palabras para explicarnos cómo tenemos que amar al prójimo.

Se limitó a decir:

—Amaos como yo os he amado.

* No se puede amar a Dios más que a expensas de uno mismo


* ¿Me queréis de veras?

Comprometeos a tener un corazón lleno de amor.

* La amistad de Jesús es fiel y personal, y nos permite intimar con Él en la ternura y en el amor.

* Me hubiera gustado dedicarme a la contemplación: permanecer todo el día en compañía de Jesús, no hablar más que con Él.

* No es importante lo que nosotros decimos.

Lo que importa es lo que Dios nos dice y dice a través de nosotros.

* El amor es un fruto de todas las estaciones, de todas las épocas y al alcance de todos.

Todos pueden recoger este fruto a manos llenas, sin fijación previa de cupos.


* En nuestros centros, especialmente en los de la India, hay de todo: hindúes, musulmanes, sijs, cristianos.

A nadie le preguntamos por su religión, y respetamos la de todos.

Respetar la religión de los demás es una condición de paz.

Mirando a la Cruz podemos comprobar cuánto nos amó Jesús.

Señor, hoy he buscado Tu Rostro / Autor: Cortesía Marcelo Bravo


Señor, hoy he buscado Tu Rostro
En una ocasión un joven tuvo el deseo de subir a la cumbre de una montaña pues pensaba que ahí podría ver el rostro del Señor.

Preparó todo lo necesario, y un día al amanecer empezó su gran aventura; al llegar a las faldas de la inmensa montaña se topó con un anciano que vivía en una pequeña y vieja cabaña; éste al verlo le preguntó: “¿dónde te diriges con tanta prisa y entusiasmo?”. El joven contestó: “A la cumbre de ésta montaña, pues en ella espero ver el rostro del Señor”. El anciano le dijo: “Porque no te quedas un momento conmigo y me ayudas a reparar mi cabaña pues se está cayendo y como ves yo ya soy muy viejo y no puedo solo, y al terminar reanudas tu aventura”. El joven contestó: “Disculpe, anciano, pero no puedo, se me hace tarde, pero al bajar con gusto le ayudaré”.

Después de un par de horas el joven llegó a la cumbre de la montaña, y con gran ánimo gritó: “Señor, ¿dónde estás? ¿quiero verte? ¿dónde estás?”, una y mil veces repitió las mismas preguntas pero no hubo respuesta alguna. El joven al ver su fracaso se retiró del lugar tristemente. En su camino de regreso pasó de nuevo junto a la cabaña, que estaba completamente deshecha y el anciano ya no se encontraba en ella. Él sin darle mucha importancia, continuó su camino.

Al poco rato, encontró una iglesia y decidió entrar en ella y dialogar lo sucedido con el Señor. Ya frente al Sagrario exclamó: “Señor, esta mañana he buscado tu rostro y no lo encontré”. Y el Señor contestó: “Hoy, yo también te pedí ayuda...y no la encontré”

Señor Bendice / Enviado por Juan Velazquez


Señor, bendice mis manos para que sean delicadas
y sepan tomar sin jamás aprisionar, que sepan dar sin calcular y tengan la fuerza de bendecir y consolar.

Señor, bendice mis ojos para que sepan ver la necesidad y no olviden nunca lo que a nadie deslumbra; que vean detrás de la superficie para que los demás se sientan felices por mi modo de mirarles.

Señor, bendice mis oídos para que sepan oír tu voz y perciban muy claramente el grito de los afligidos; que sepan quedarse sordos al ruido inútil y a la palabrería, pero no a las voces que llaman y piden que las oigan y comprendan, aunque turben mi comodidad.

Señor, bendice mi boca
para que dé testimonio de Ti
y no diga nada que hiera o destruya;
que sólo pronuncie palabras que alivien,
que nunca traicione confidencias y secretos,
que consiga despertar sonrisas.

Señor, bendice mi corazón para que sea templo vivo de tu Espíritu y sepa dar calor y refugio; que sea generoso en perdonar y comprender y aprenda a compartir dolor y alegría con un gran amor.

Dios mío, que puedas disponer de mí con todo lo que soy,
con todo lo que tengo.

Léelo solamente si tienes tiempo para Dios./ Autor: Daniel B.



¿Por qué es tan difícil decir la verdad y tan fácil mentir?
¿Por qué tenemos tanto sueño en la iglesia, pero cuando termina el sermón repentinamente estamos tan despiertos?
¿Por qué es tan difícil hablar de Dios y tan fácil decir cosas
sucias?
¿Por qué es tan aburrido leer una revista cristiana, y tan divertido hojear una con contenido repugnante?
¿Por qué es tan fácil borrar mensajes de Dios y enviar
mensajes sucios?
¿Por qué las iglesias y templos se vuelven más pequeños
mientras los bares y discotecas crecen en tamaño?
¿Te das por vencido? Solo recuerda que Dios está observándote.

Que Dios te guarde y te bendiga.Si esta frase no te eriza, nada lo hará... Este mensaje es verdadero. Espero que seas tan bendecido como yo lo fui al leer la siguiente historia y aún así me pregunto cuánta gente lo borrará si siquiera leerlo solo por el título.
Historia:

Había una vez un hombre llamado Jorge Thomas, pastor de una pequeña iglesia en un pueblo de Nueva Inglaterra. Una mañana de Domingo de Pascua llegó a la iglesia cargando una jaula para pájaros oxidada, doblada y vieja, y la puso en el púlpito. Las cejas se elevaron y como respuesta el Pastor Thomas dijo: Ayer, caminando por el pueblo vi a un muchacho que venía a mi encuentro columpiando esta jaula para pájaros. Al fondo de la jaula había tres pajaritos salvajes temblando de frío y de miedo.
Me paré y pregunté:

- ¿Qué llevas allí hijo?
- Solamente estos pájaros viejos.

- ¿Qué vas a hacer con ellos?.
- Los llevaré a casa y me divertiré. Los voy a molestar y a halar de las plumas para hacerlos pelear. Me voy a divertir mucho.

- Pero tarde o temprano te vas a aburrir de esos pájaros y cuando eso sea, ¿Que vas a hacer?.
- Ah, tengo algunos gatos. Se los llevaré. A ellos les gustan los pájaros.

El pastor hizo silencio por un momento y luego dijo:

- ¿Cuánto quieres por esos pájaros hijo?
- Eh... ¿Por qué?. Usted no los quiere señor. Son solamente
viejos pajarracos. No cantan, ni siquiera son bonitos
.

- ¿Cuánto?.

El muchacho midió al pastor para ver si estaba loco y dijo:

- ¿Le parecen $10.00?

El pastor se metió la mano en el bolsillo y sacó un billete de $10.00 y lo colocó en la mano del muchacho. En un segundo, el muchacho se había ido. El pastor recogió la jaula y suavemente la llevó hasta el final del valle, donde había un árbol y un lugar con césped. Poniendo la jaula en el suelo, le abrió la puerta, y con un suave toque en los barrotes, hizo que los pájaros salieran liberándolos.

Bien, eso explicaba la jaula vacía encima del púlpito y el pastor empezó a contarles esta otra historia:

Un día Satanás y Jesús estaban conversando. Satanás acababa de ir al Jardín del Edén, y estaba mofándose y riéndose diciendo:

- Si Señor. Acabo de apoderarme del mundo lleno de gente de allá abajo. Les tendí una trampa, usé cebo que sabia que no podrían resistir. Cayeron todos! -

¿Que vas a hacer con ellos? Preguntó Jesús.
- Ah, me voy a divertir con ellos. Les enseñaré como casarse y divorciarse, cómo odiar y abusar uno del otro, a beber y fumar y por supuesto, les enseñaré a
inventar armas y bombas para que se destruyan entre sí. Realmente me voy a divertir!

- ¿Y qué harás cuando te canses de ellos?
-Ah, los mataré.

- ¿Cuánto quieres por ellos?.
- Ah, tú no quieres a esa gente. Ellos no son buenos. ¿Por qué los querrías tomar?. Tú los tomas y ellos te odian. Escupirán a tu rostro, te maldecirán y te matarán. Tú no quieres a esa gente!!
- ¿Cuánto?.

Satanás miró a Jesús y sarcásticamente respondió:

- Toda tu sangre, tus lágrimas, y tu vida.

Jesús dijo:

-HECHO!

Y así fue como pago el precio.
El pastor tomó su jaula. Se dirigió hasta la puerta, la abrió y se alejó.

NOTAS:

No es curioso lo fácil que es despreciar a Dios y luego preguntarse por qué el mundo se está yendo al infierno.

No es curioso cómo alguien puede decir 'Creo en Dios' y seguir a Satanás, (quien a propósito, también cree en Dios).

No es curioso que envíes miles de mensajes con chistes a través del correo electrónico, los cuales se riegan como pólvora, pero cuando empiezas a enviar mensajes que se refieren a El Señor, la gente lo piensa dos veces antes de compartirlos.

No es curioso cómo la gente puede estar más preocupada de lo que los demás piensen de ellos que lo que piense Dios.

Oraciones del Catequista / Enviadas por Mónica Heller



Señor, nos gustaría sentirte siempre
cercano como un amigo,
para que nuestra tarea de sembradores
nos resulte más fácil.

Nos gustaría quererte y comprenderte
como tus amigos de Betania.
Enséñanos a descubrirte en nuestros hermanos,
porque cada vez que los escuchamos y ayudamos,
realmente te escuchamos y ayudamos a Ti.

Disipa, Señor, nuestros temores.
Afianza nuestra decisión de ser catequistas.
Fortalece nuestra voluntad,
que oscila entre el sí y el no.

Llena nuestra ignorancia con tu claridad.
Nuestro cansancio con tu fortaleza.
Nuestro egoísmo con tu amor.
Nuestra desilusión con tu esperanza.

Señor, agradezco tu elección
y la confianza que pones en mí.
Con humildad,
pero con alegría y esperanza,
Hoy quiero repetirte una vez más:
¡Señor, cuenta conmigo!
Amén.

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Señor
Jesús:

Aquí me tienes para servirte
y colocar a tus pies la labor en que estoy empeñado.
Tú me escogiste para ser catequista,
anunciador de tu Mensaje a los hermanos.
Me siento muy pequeño e ignorante,
soy a menudo inconstante,
pero sé que Tú me necesitas.
Gracias por confiar en mí, pequeño servidor tuyo.
Estoy pronto a cumplir esta hermosa tarea
con sencillez y modestia, amor y fe.
Quiero ser instrumento tuyo
para despertar en muchos hermanos:
cariño por tu persona,
confianza en tus promesas,
deseos de seguirte como
discípulo.
Bendice día a día mis esfuerzos;
pon tus palabras en mis labios,
y haz que, en comunión con mis hermanos,
pueda colaborar en extender tu Reino.

María, tu que seguiste siempre con fidelidad
las huellas de tu Hijo,
guíanos por ese mismo camino.
Amén.

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Oración para irradiar a Cristo

Amado Señor,
ayúdame a esparcir tu fragancia donde quiera que vaya.
Inunda mi alma de espíritu y vida.
Penetra y posee todo mi ser hasta tal punto que toda mi vida solo sea una emanación de la tuya.
Brilla a través de mí, y mora en mi de tal manera que todas las almas que
entren en contacto conmigo puedan sentir tu presencia en mi alma.
Haz que me miren y ya no me vean a mí sino solamente a ti, oh Señor.
Quédate conmigo y entonces comenzaré a brillar como brillas Tú;
a brillar para servir de luz a los demás a través de mí.
La luz, oh Señor, irradiará toda de Ti; no de mí; serás Tu, quien ilumine
a los demás a través de mí.
Permíteme pues alabarte de la manera que más te gusta, brillando para
quienes me rodean.
Haz que predique sin predicar, no con palabras sino con mi ejemplo,
por la fuerza contagiosa, por la influencia de lo que hago, por la evidente
plenitud del amor que te tiene mi corazón.
Amén.

Catequesis sobre María Reina / Autor: S.S. Juan Pablo II



"La Virgen Inmaculada ... asunta en cuerpo y alma a la gloria celestial fue ensalzada por el Señor como Reina universal, con el fin de que se asemejase de forma más plena a su Hijo, Señor de señores y vencedor del pecado y de la muerte". (Conc. Vat. II, Const. dogm. Lumen gentium, n.59).

Catequesis de S.S. Juan Pablo II
23 de julio de 1997


1. La devoción popular invoca a María como Reina. El Concilio, después de recordar la asunción de la Virgen «en cuerpo y alma a la gloria del cielo», explica que fue «elevada (...) por el Señor como Reina del universo, para ser conformada más plenamente a su Hijo, Señor de los señores (cf. Ap 19, 16) y vencedor del pecado y de la muerte» (Lumen gentium, 59).

En efecto, a partir del siglo V, casi en el mismo período en que el concilio de Éfeso la proclama «Madre de Dios», se empieza a atribuir a María el título de Reina. El pueblo cristiano, con este reconocimiento ulterior de su excelsa dignidad, quiere ponerla por encima de todas las criaturas, exaltando su función y su importancia en la vida de cada persona y de todo el mundo.

Pero ya en un fragmento de una homilía, atribuido a Orígenes, aparece este comentario a las palabras pronunciadas por Isabel en la Visitación: «Soy yo quien debería haber ido a ti, puesto que eres bendita por encima de todas las mujeres tú, la madre de mi Señor, tú mi Señora» (Fragmenta: PG 13, 1.902 D). En este texto se pasa espontáneamente de la expresión «la madre de mi Señor» al apelativo «mi Señora», anticipando lo que declarará más tarde san Juan Damasceno, que atribuye a María el título de «Soberana»: «Cuando se convirtió en madre del Creador, llegó a ser verdaderamente la soberana de todas las criaturas» (De fide orthodoxa, 4, 14: PG 94 1.157).

2. Mi venerado predecesor Pío XII en la encíclica Ad coeli Reginam, a la que se refiere el texto de la constitución Lumen gentium, indica como fundamento de la realeza de María, además de su maternidad, su cooperación en la obra de la redención. La encíclica recuerda el texto litúrgico: «Santa María, Reina del cielo y Soberana del mundo, sufría junto a la cruz de nuestro Señor Jesucristo» (MS 46 [1954] 634). Establece, además, una analogía entre María y Cristo, que nos ayuda a comprender el significado de la realeza de la Virgen. Cristo es rey no sólo porque es Hijo de Dios, sino también porque es Redentor. María es reina no sólo porque es Madre de Dios, sino también porque, asociada como nueva Eva al nuevo Adán, cooperó en la obra de la redención del género humano (MS 46 [1954] 635).

En el evangelio según san Marcos leemos que el día de la Ascensión el Señor Jesús «fue elevado al cielo y se sentó a la diestra de Dios» (Mc 16, 19). En el lenguaje bíblico, «sentarse a la diestra de Dios» significa compartir su poder soberano. Sentándose «a la diestra del Padre», él instaura su reino, el reino de Dios. Elevada al cielo, María es asociada al poder de su Hijo y se dedica a la extensión del Reino, participando en la difusión de la gracia divina en el mundo.

Observando la analogía entre la Ascensión de Cristo y la Asunción de María, podemos concluir que, subordinada a Cristo, María es la reina que posee y ejerce sobre el universo una soberanía que le fue otorgada por su Hijo mismo.

3. El título de Reina no sustituye, ciertamente, el de Madre: su realeza es un corolario de su peculiar misión materna, y expresa simplemente el poder que le fue conferido para cumplir dicha misión.

Citando la bula Ineffabilis Deus, de Pío IX, el Sumo Pontífice Pío XII pone de relieve esta dimensión materna de la realeza de la Virgen: «Teniendo hacia nosotros un afecto materno e interesándose por nuestra salvación ella extiende a todo el género humano su solicitud. Establecida por el Señor como Reina del cielo y de la tierra, elevada por encima de todos los coros de los ángeles y de toda la jerarquía celestial de los santos, sentada a la diestra de su Hijo único, nuestro Señor Jesucristo, obtiene con gran certeza lo que pide con sus súplicas maternal; lo que busca, lo encuentra, y no le puede faltar» (MS 46 [1954] 636-637).

4. Así pues, los cristianos miran con confianza a María Reina, y esto no sólo no disminuye, sino que, por el contrario, exalta su abandono filial en aquella que es madre en el orden de la gracia.

Más aún, la solicitud de María Reina por los hombres puede ser plenamente eficaz precisamente en virtud del estado glorioso posterior a la Asunción. Esto lo destaca muy bien san Germán de Constantinopla, que piensa que ese estado asegura la íntima relación de María con su Hijo, y hace posible su intercesión en nuestro favor. Dirigiéndose a María, añade: Cristo quiso «tener, por decirlo así, la cercanía de tus labios y de tu corazón; de este modo, cumple todos los deseos que le expresas, cuando sufres por tus hijos, y él hace, con su poder divino, todo lo que le pides» (Hom 1: PG 98, 348).

5. Se puede concluir que la Asunción no sólo favorece la plena comunión de María con Cristo, sino también con cada uno de nosotros: está junto a nosotros, porque su estado glorioso le permite seguirnos en nuestro itinerario terreno diario. También leemos en san Germán: «Tú moras espiritualmente con nosotros, y la grandeza de tu desvelo por nosotros manifiesta tu comunión de vida con nosotros» (Hom 1: PG 98, 344).

Por tanto, en vez de crear distancia entre nosotros y ella, el estado glorioso de María suscita una cercanía continua y solícita. Ella conoce todo lo que sucede en nuestra existencia, y nos sostiene con amor materno en las pruebas de la vida.

Elevada a la gloria celestial, María se dedica totalmente a la obra de la salvación para comunicar a todo hombre la felicidad que le fue concedida. Es una Reina que da todo lo que posee compartiendo, sobre todo, la vida y el amor de Cristo.

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FUNDAMENTO TEOLOGICO DE LA REALEZA DE LA VIRGEN MARIA

La razón por la que la Santísima Virgen María es Reina se fundamenta teológicamente en su divina Maternidad y en su función de ser Corredentora del género humano.

a) Por su divina Maternidad: Es el fundamento principal, pues la eleva a un grado altísimo de intimidad con el Padre celestial y la une a su divino Hijo, que es Rey universal por derecho propio.

En la Sagrada Escritura se dice del Hijo que la Virgen concebi­rá: "Hijo del Altísimo será llamado Y a El le dará el Señor Dios el trono de David su padre y en la casa de Jacob reinará eter­namente y su reinado no tendrá fin" (Lc. 1,32-33). Y a María se le llama "Madre del Señor" (Lc. 1,43); de donde fácilmente se deduce que Ella es también Reina, pues engendró un Hijo que era Rey y Señor de todas las cosas. Así, con razón, pudo escribir San Juan Damasceno: "Verdaderamente fue Señora de to­das las criaturas cuando fue Madre del Creador" (cit. en la Enc. Ad coeli Reginam, de Pío XII, 11-X-1954).

b) Por ser Corredentora del género humano: La Virgen María, por voluntad expresa de Dios, tuvo parte excelentísi­ma en la obra de nuestra Redención. Por ello, puede afir­marse que el género humano sujeto a la muerte por causa de una virgen (Eva), se salva también por medio de una Virgen (María). En consecuencia, así como Cristo es Rey por título de conquista, al precio de su Sangre, también María es Reina al precio de su Compasión dolorosa junto a la Cruz.

`Ta Beatísima María debe ser llamada Reina, no sólo por ra­zón de su Maternidad divina, sino también porque cooperó íntimamente a nuestra salvación. Así como Cristo, nuevo Adán, es Rey nuestro no sólo por ser Hijo de Dios sino tam­bién nuestro Redentor, con cierta analogía, se puede afirmar que María es Reina, no sólo por ser Madre de Dios sino tam­bién, como nueva Eva, porque fue asociada al nuevo Adán" (cfr. Pío XII, Enc, Ad coeli Reginam).


NATURALEZA DEL REINO DE MARIA

El reino de Santa María, a semejanza y en perfecta coincidencia con el reino de Jesucristo, no es un reino temporal y terreno, sino más bien un reino eterno y universal: -"Reino de verdad y de vida, de santidad, de gracia, de amor y de paz" (cfr. Prefacio de la Misa de Cristo Rey).

a) Es un reino eterno porque existirá siempre y no tendrá fin (cfr. Lc. 1,33) y, es universal porque se extiende al Cielo, a la tierra y a los abismos (cfr. Fil. 2,10-11).

b) Es un reino de verdad y de vida. Para esto vino Jesús al mundo, para dar testimonio de la verdad (cfr. Jn. 18,37) y para dar la vida sobrenatural a los hombres.

c) Es un reino de santidad y justicia porque María, la llena de gracia, nos alcanza las gracias de su Hijo para que seamos santos (cfr. Jn. 1,12-14); y de justicia porque premia las buenas obras de todos (cfr. Rom. 2,5-6).

d) Es un reino de amor porque de su eximia caridad nos ama con corazón maternal como hijos suyos y hermanos de su Hijo (cfr. 1 Cor. 13,8).

e) Es un reino de paz, nunca de odios y rencores; de la paz con que se llenan los corazones que reciben las gracias de Dios (cfr. Is. 9,6).

Santa María como Reina y Madre del Rey es coronada en sus imágenes -según costumbre de la Iglesia- para simbo­lizar por este modo el dominio y poder que tiene sobre todos los súbditos de su reino.

La oración Colecta de la Memoria de Santa María Reina dice: "Oh Dios, que nos han dado como Madre y como Reina, a la Madre de tu Unigénito; concédenos, por su intercesión, el po­der llegar a participar en el Reino celestial de la gloria reserva­da a tus hijos".

24 de Agosto: San Bartolomé, Apóstol, Siglo I / Autor: Hº. Jaume Ruiz Castro CM



Bartolomé significa: "Hijo de Tolomé" (Bar = hijo. Tolomé o Tolomeo, significa: cultivador y luchador).

A este santo (que fue uno de los doce apóstoles de Jesús) lo pintaban los antiguos con la piel en sus brazos como quien lleva un abrigo, porque la tradición cuenta que su martirio consistió en que le arrancaron la piel de su cuerpo, estando él aún vivo.
Parece que Bartolomé es un sobrenombre o segundo nombre que le fue añadido a su antiguo nombre que era Natanael (que significa "regalo de Dios") Muchos autores creen que el personaje que el evangelista San Juan llama Natanael, es el mismo que otros evangelistas llaman Bartolomé. Porque San Mateo, San Lucas y San Marcos cuando nombran al apóstol Felipe, le colocan como compañero de Felipe a Natanael.
El encuentro más grande de su vida

El día en que Natanael o Bartolomé se encontró por primera vez a Jesús fue para toda su vida una fecha memorable, totalmente inolvidable. El evangelio de San Juan la narra de la siguiente manera: "Jesús se encontró a Felipe y le dijo: "Sígueme". Felipe se encontró a Natanael y le dijo: "Hemos encontrado a aquél a quien anunciaron Moisés y los profetas. Es Jesús de Nazaret". Natanael le respondió: " ¿Es que de Nazaret puede salir algo bueno?" Felipe le dijo: "Ven y verás". Vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: "Ahí tienen a un israelita de verdad, en quien no hay engaño" Natanael le preguntó: "¿Desde cuando me conoces?" Le respondió Jesús: "antes de que Felipe te llamara, cuando tú estabas allá debajo del árbol, yo te vi". Le respondió Natanael: "Maestro, Tú eres el Hijo de Dios, Tú eres el Rey de Israel". Jesús le contestó: "Por haber dicho que te vi debajo del árbol, ¿crees? Te aseguró que verás a los ángeles del cielo bajar y subir alrededor del Hijo del Hombre." (Jn. 1,43 )

Felipe, lo primero que hizo al experimentar el enorme gozo de ser discípulo de Jesús fue ir a invitar a un gran amigo a que se hiciera también seguidor de tan excelente maestro. Era una antorcha que encendía a otra antorcha. Pero nuestro santo al oír que Jesús era de Nazaret (aunque no era de ese pueblo sino de Belén, pero la gente creía que había nacido allí) se extrañó, porque aquél era uno de los más pequeños e ignorados pueblecitos del país, que ni siquiera aparecía en los mapas. Felipe no le discutió a su pregunta pesimista sino solamente le hizo una propuesta: "¡Ven y verás que gran profeta es!"

Una revelación que lo convenció. Y tan pronto como Jesús vio que nuestro santo se le acercaba, dijo de él un elogio que cualquiera de nosotros envidiaría: "Este si que es un verdadero israelita, en el cual no hay engaño". El joven discípulo se admira y le pregunta desde cuándo lo conoce , y el Divino Maestro le añade algo que le va a conmover: "Allá, debajo de un árbol estabas pensando qué sería de tu vida futura. Pensabas: ¿Qué querrá Dios que yo sea y que yo haga? Cuando estabas allá en esos pensamientos, yo te estaba observando y viendo lo que pensabas". Aquélla revelación lo impresionó profundamente y lo convenció de que este sí era un verdadero profeta y un gran amigo de Dios y emocionado exclamó: "¡Maestro, Tú eres el hijo de Dios! ¡Tú eres el Rey de Israel! ¡Maravillosa proclamación! Probablemente estaba meditando muy seriamente allá abajo del árbol y pidiéndole a Dios que le iluminara lo que debía de hacer en el futuro, y ahora viene Jesús a decirle que El leyó sus pensamientos. Esto lo convenció de que se hallaba ante un verdadero profeta, un hombre de Dios que hasta leía los pensamientos. Y el Redentor le añadió una noticia muy halagadora.. Los israelitas se sabían de memoria la historia de su antepasado Jacob, el cuál una noche, desterrado de su casa, se durmió junto a un árbol y vio una escalera que unía la tierra con el cielo y montones de ángeles que bajaban y subían por esa escalera misteriosa. Jesús explica a su nuevo amigo que un día verá a esos mismos ángeles rodear al Hijo del Hombre, a ese salvador del mundo, y acompañarlo, al subir glorioso a las alturas.

Desde entonces nuestro santo fue un discípulo incondicional de este enviado de Dios, Cristo Jesús que tenía poderes y sabiduría del todo sobrenaturales. Con los otros 11 apóstoles presenció los admirables milagros de Jesús, oyó sus sublimes enseñanzas y recibió el Espíritu Santo en forma de lenguas de fuego.

El libro muy antiguo, y muy venerado, llamado el Martirologio Romano, resume así la vida posterior del santo de hoy: "San Bartolomé predicó el evangelio en la India. Después pasó a Armenia y allí convirtió a muchas gentes. Los enemigos de nuestra religión lo martirizaron quitándole la piel, y después le cortaron la cabeza".
Para San Bartolomé, como para nosotros, la santidad no se basa en hacer milagros, ni en deslumbrar a otros con hazañas extraordinarias, sino en dedicar la vida a amar a Dios, a hacer conocer y amar mas a Jesucristo, y a propagar su santa religión, y en tener una constante caridad con los demás y tratar de hacer a todos el mayor bien posible.

Muy estimado San Bartolomé: Pídele a Jesús que logremos imitarte en tu amor inmenso al Redentor y en tu manera de dedicarte por completo a hacer amar más a Dios y a salvar la propia alma y las almas de muchos otros.

"Los que enseñen a otros a ser buenos, brillarán como estrellas por toda la eternidad".
(Profeta Daniel, 12).

María es reina de los ángeles y de todos los hombres / Hº. Jaume Ruiz Castro CM


El pueblo cristiano siempre ha reconocido a María Reina por ser madre del Rey de reyes y Señor de Señores. Su poder y sus atributos los recibe del Todopoderoso: Su Hijo, Jesucristo. Es El quien la constituye Reina y Señora de todo lo creado, de los hombres y aún de los ángeles.

Juan Pablo II, el 23 de julio del 1997, habló sobre la Virgen como Reina del universo. Recordó que "a partir del siglo V, casi en el mismo período en que el Concilio de Efeso proclama a la Virgen 'Madre de Dios', se comienza a atribuir a María el título de Reina. El pueblo cristiano, con este ulterior reconocimiento de su dignidad excelsa, quiere situarla por encima de todas las criaturas, exaltando su papel y su importancia en la vida de cada persona y del mundo entero".

El Santo Padre explicó que "el título de Reina no sustituye al de Madre: su realeza sigue siendo un corolario de su peculiar misión materna, y expresa simplemente el poder que le ha sido conferido para llevar a cabo esta misión. (...) Los cristianos miran con confianza a María Reina, y esto aumenta su abandono filial en Aquella que es madre en el orden de la gracia".

"La Asunción favorece la plena comunión de María no sólo con Cristo, sino con cada uno de nosotros. Ella está junto a nosotros porque su estado glorioso le permite seguirnos en nuestro cotidiano itinerario terreno. (...). Ella conoce todo lo que sucede en nuestra existencia y nos sostiene con amor materno en las pruebas de la vida".

RAZON: Las Sagradas Escrituras nos enseñan que los que son de Cristo reinarán con El y la Virgen María es ciertamente de Cristo.

Romanos 5:17
"En efecto, si por el delito de uno solo reinó la muerte por un solo hombre ¡con cuánta más razón los que reciben en abundancia la gracia y el don de la justicia, reinarán en la vida por uno solo, por Jesucristo!"

II Timoteo 2:12
"si nos mantenemos firmes, también reinaremos con él; si le negamos, también él nos negará"

María Santísima es reina de todo lo creado

Si bien todos reinaremos con Cristo, María Santísima participa de Su reinado de una forma singular y preeminente. Esto significa que Dios le ha otorgado Su poder para reinar sobre todos los hombres y los ángeles, y para vencer a Satanás.

azones por las que María Santísima es Reina de todos:

1- Por ser la madre de Dios hecho hombre, El Mesías, El Rey universal. (Col 1, 16).

Santa Isabel, movida por el Espíritu Santo, hace reverencia a María, no considerándose digna de la visita de la que es "Madre de mi Señor" (Lc 1:43). Por la realeza de su hijo, María posee una grandeza y excelencia singular entre las criaturas, por lo que Santa Isabel exclamó: "Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno" (Lc 1:42).

El ángel Gabriel le dijo a María que su Hijo reinaría. Ella es entonces la Reina Madre.

Su reino no es otro que el de Jesús, por el que rezamos "Venga tu Reino". Es el Reino de Jesús y de María. Jesús por naturaleza, María por designio divino.

En 1 Reyes 2,19 vemos que la madre del Rey se sienta a su derecha.

La Virgen María es Reina por su íntima relación con la realeza de Cristo.

De la unión con Cristo Rey deriva, en María Reina, tan esplendorosa sublimidad, que supera la excelencia de todas las cosas creadas; de esta misma unión nace su poder regio, por el que Ella puede dispensar los tesoros del reino del Divino Redentor; en fin, en la misma unión con Cristo tiene origen la eficacia inagotable de su materna intercesión con su Hijo y con el Padre (cfr. Pío XII, Enc. Mystici corporis , 29-VI­1943).

2- Por ser la perfecta discípula que acompañó a Su Hijo desde el principio hasta el final, Cristo le otorga la corona. Cf. Ap. 2,10 En María se cumplen las palabras: " el que se humilla será ensalzado". Ella dijo "He aquí la esclava del Señor".

3- Por ser la corredentora. El papa JPII, en la audiencia del 23-7-97 dijo que "María es Reina no sólo porque es Madre de Dios, sino también porque (...) cooperó en la obra de la redención del género humano. (...). Asunta al cielo, María es asociada al poder de su Hijo y se dedica a la extensión del Reino, participando en la difusión de la gracia divina en el mundo".

Ella participa en la obra de salvación de su Hijo con su SI en el que siempre se mantuvo fiel, siendo capaz de estar al pie de la cruz (Cf. Jn 19:25)

María Santísima, reinando con su hijo, coopera con El para la liberación del hombre del pecado. Todos nosotros, aunque en menor grado, debemos también cooperar en la redención para reinar con Cristo.

4- Por ser el miembro excelentísimo de la Iglesia: por su misión y santidad.
La misión de María Santísima es única pues solo ella es madre del Salvador.

Enemistad pondré entre ti y la mujer, y entre tu linaje y su linaje: él te pisará la cabeza mientras acechas tú su calcañar." -Génesis 3:15

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Características del reinado de María Santísima:

a) Preeminencia: "su honor y dignidad sobrepasan todo la creación ; los ángeles toman segundo lugar ante tu preeminencia." San Germán.

b) Poder Real: que la autoriza a distribuir los frutos de la redención. La Virgen María no solo ha tenido el más alto nivel de excelencia y perfección después de Cristo, pero también participa del poder de Su Hijo Redentor ejercita sobre las voluntades y mentes.

c) Inagotable eficacia de Intercesión con su Hijo y el Padre: Dios ha instituido a Maria como Reina del cielos y tierra, exaltada sobre todos los coros de ángeles y todos los santos. Estando a la diestra de su Hijo, ella suplica por nosotros con corazón de Madre, y lo que busca, encuentra, lo que pide, recibe".

d) Reinado de Amor y Servicio: Su reinado no es de pompas o de prepotencia como los reinos de la tierra. El reino de María es el de su Hijo, que no es de este mundo, no se manifiesta con las características del mundo. María tiene todo el poder como reina de cielos y tierra y a la vez, la ternura de ser Madre de Dios.

En la tierra ella fue siempre humilde, la sierva del Señor. Se dedicó totalmente a su Hijo y a su obra. Con El y sometida con todo su corazón con toda su voluntad a El, colaboró en el Misterio de la Redención. Ahora en el Cielo, ella continúa manifestando su amor y su servicio para llevarnos a la salvación.

Respuesta a los hermanos separados

Hay quienes rechazan el reinado de María Santísima alegando que ella no puede ser reina ya solo Jesús es rey.

Estos hermanos no comprenden la naturaleza del Reino. El reino de María Santísima no es un reino aparte al de su Hijo. Es el mismo reino. Donde Jesús reina, María Su Madre reina también. Se trata de dos corazones eternamente unidos en el amor divino. Dios ha dispuesto que así fuese. María, lejos de quitarle al reinado de su Hijo, lo propicia. Ella es la mas sumisa, la mas fiel en el reino y por eso también la mas exaltada.

Lucas 1:48 " porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava, por eso desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada"

La Fiesta Litúrgica

Pío XII en 1954, instituyó la fiesta Litúrgica del Reinado de María al coronar a la Virgen en Santa María la Mayor, Roma. En esta ocasión el Papa también promulgó el documento principal del Magisterio acerca de la dignidad y realeza de Maria, la Encíclica Ad coeli Reginam (Oct 11, 1954).

JPII: Junio 19, 1983 en Polonia

"Al Reino de el Hijo está plenamente unido el Reino de su Madre.. su Reino y el de ella, no son de este mundo. Pero están enraizados en la historia humana, en la historia de toda la raza humana, por el hecho de que el Hijo de Dios, de la misma sustancia que el Padre, se hizo hombre por el poder del ES en el vientre de María. Y esa reino es definitivamente enraizado en la historia humana a través de la Cruz, al pie de la cual estaba la Madre de Dios como corredentora. Y es en ese evento de la Cruz y Maria al pie de su hijo, que el Reino se funda y permanece. Todas la comunidades humanas experimentan el reino maternal de María, que les trae mas de cerca el reino de Cristo."

Alimento del alma / Autor: P Mariano de Blas LC



Me he preguntado muchas veces: ¿Por qué los hombres, cuando van a un banquete, saben disfrutar del comer y del beber y, en cambio, cuando van a una iglesia, se aburren soberanamente?

¿Será más importante alimentar el cuerpo que alimentar el alma? El hombre es cuerpo y alma. El cuerpo es mortal, el alma no muere. Por eso, lo lógico sería que, si siento gusto y apetito por comer y beber bien, debería sentir un apetito infinitamente mayor por las cosas del espíritu, por alimentar mi alma.

Pero, ¿por qué sentimos hambre y sed de las cosas materiales, las cosas del cuerpo, y no sentimos hambre y sed de los valores del espíritu? ¿Será porque nuestra alma está muy enferma?

Orar es amar y ser amado. Si te aburres, rezando, yendo a misa, es que ya no amas.