* «En el sueño, el hombre cayó al suelo, como cae alguien que ves que no está bien, como ves a veces en los deportes. Me impactó que no tenía zapatos, con pies completamente negros de vagabundear por las calles. Y cuando yo pasaba de largo, se me apareció San Francisco de Asís. Y no era como en los frescos de Asís: estaba sucio, ensangrentado, como Cristo. Y me dio un mensaje muy poderoso, personal, sin decir palabras... es difícil de explicar. Me dijo: 'recuerda, Dios creó el mundo para proteger a los sencillos y atormentar a los arrogantes'. Y en ese momento supe cuál de los dos era yo y cuál era ese hombre. Y sentí una tremenda vergüenza porque no me paré a ayudar a ese hombre. Y cuando desperté recordé que era para ir a la Biblioteca, una razón muy mala. "Recordé de golpe todo lo de los últimos años: Avignon, los franciscanos, mis amigos, los Evangelios... Y me levanté diciéndome: 'que me bauticen, ya estoy listo'»
* «La oración cristiana nace de la fe en Jesús y siempre va con fe más allá de las dificultades. Una frase para traerla a nuestros corazones hoy nos ayudará, de parte de nuestro padre Abraham, a quien se le prometió la herencia, es decir, tener un hijo a la edad de 100 años. Dice el apóstol Pablo: ‘Creed’ y con esto fue justificado. La fe ‘se puso en camino’: fe y hacer todo para llegar a esa gracia que estoy pidiendo. El Señor nos ha dicho: ‘Pedid y se os dará’. Tomemos esta Palabra y tengamos confianza, pero siempre con fe, y poniéndola en juego»