Camino Católico.- Monseñor José Ignacio Munilla, obispo de San Sebastián medita sobre San José, padre trabajador, en el sexto de los videos dedicado a los siete domingos de San José, que comparte en su página En ti confío.
A.L.M. / Camino Católico.- Toño Mauri es un actor mexicano y por muchos años realizó telenovelas de las más famosas producidas por Televisa. Ha vuelto a ser noticia ante la recuperación que tuvo después despertar de un coma por el COVID-19. Tras ocho largos meses hospitalizado y recibir doble trasplante de pulmón, no duda en reconocer que salvó la vida, gracias a Dios. “Le ofrecí a Dios lo que siempre le ofrecido, mi vida, y que él tomara la decisión, su decisión fue ponerme en las mejores manos que podrían ser, que son los doctores, que gracias a ellos y a Dios estoy aquí” ha asegurado el intérprete después de ser dado de alta el pasado 12 de febrero del hospital University of Florida Health Shands.
Video completo de la transmisión en directo de 13 TV con la homilía del Papa traducida al español
* «Amor parece sinónimo de bondad, de generosidad, de buenas obras, pero Pablo dice que la caridad es ante todo magnánima. Es una palabra que, en la Biblia, habla de la paciencia de Dios. A lo largo de la historia el hombre ha seguido traicionando la alianza con Él, cayendo en los pecados de siempre y el Señor, en lugar de cansarse y marcharse, siempre ha permanecido fiel, ha perdonado, ha comenzado de nuevo. La paciencia para comenzar de nuevo es la primera característica del amor, porque el amor no se indigna, sino que siempre vuelve a empezar. No se entristece, sino que da nuevas fuerzas; no se desanima, sino que sigue siendo creativo. Ante el mal no se rinde, no se resigna. Quien ama no se encierra en sí mismo cuando las cosas van mal, sino que responde al mal con el bien, recordando la sabiduría victoriosa de la cruz. El testigo de Dios actúa así, no es pasivo, ni fatalista, no vive a merced de las circunstancias, del instinto y del momento, sino que está siempre esperanzado, porque está cimentado en el amor que ‘siempre disculpa y confía, siempre espera y soporta’»
Video completo de la transmisión en directo de 13 TV con el discurso del Papa traducido al español
* «Todas las comunidades étnicas y religiosas sufrieron. Quisiera recordar en particular a la comunidad yazidí, que ha llorado la muerte de muchos hombres y ha visto a miles de mujeres, jóvenes y niños raptados, vendidos como esclavos y sometidos a violencias físicas y a conversiones forzadas. Hoy rezamos por todos los que han padecido semejantes sufrimientos y por los que todavía se encuentran desaparecidos y secuestrados, para que pronto regresen a sus hogares. Y rezamos para que en todas partes se respete la libertad de conciencia y la libertad religiosa; que son derechos fundamentales, porque hacen al hombre libre de contemplar el Cielo para el que ha sido creado»
Evangelio: San Lucas 15, 1-3.11-32:
En aquel tiempo, se acercaron a Jesús todos los publicanos y los pecadores a escucharle. Y los fariseos y los escribas murmuraban diciendo:
«Ese acoge a los pecadores y come con ellos».
Jesús les dijo esta parábola:
«Un hombre tenía dos hijos; el menor de ellos dijo a su padre:
“Padre, dame la parte que me toca de la fortuna”.
El padre les repartió los bienes.
No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, se marchó a un país lejano, y allí derrochó su fortuna viviendo perdidamente.
Cuando lo había gastado todo, vino por aquella tierra un hambre terrible, y empezó él a pasar necesidad.
Fue entonces y se contrató con uno de los ciudadanos de aquel país que lo mandó a sus campos a apacentar cerdos. Deseaba saciarse de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba nada.
Recapacitando entonces, se dijo:
“Cuántos jornaleros de mi padre tienen abundancia de pan, mientras yo aquí me muero de hambre. Me levantaré, me pondré en camino adonde está mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros”.
Se levantó y vino a donde estaba su padre; cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se le conmovieron las entrañas; y, echando a correr, se le echó al cuello y lo cubrió de besos.
Su hijo le dijo:
“Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo”.
Pero el padre dijo a sus criados:
“Sacad en seguida la mejor túnica y vestídsela; ponedle un anillo en la mano y sandalias en los pies; traed el ternero cebado y sacrificadlo; comamos y celebremos un banquete, porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado”.
Y empezaron a celebrar el banquete.
Su hijo mayor estaba en el campo.
Cuando al volver se acercaba a la casa, oyó la música y la danza, y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello.
Este le contestó:
“Ha vuelto tu hermano; y tu padre ha sacrificado el ternero cebado, porque lo ha recobrado con salud “.
Él se indignó y no quería entrar; pero su padre salió e intentaba persuadirlo.
Y él replicó a su padre:
“Mira: en tantos años como te sirvo, sin desobedecer nunca una orden tuya, a mí nunca me has dado un cabrito para tener un banquete con mis amigos; y cuando ha venido ese hijo tuyo que se ha comido tus bienes con malas mujeres, le matas el ternero cebado.”
El padre le dijo:
“Hijo, tú estás conmigo, y todo lo mío es tuyo; pero era preciso celebrar un banquete y alegrarse, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado”».
Video completo de la transmisión en directo de 13 TV con el discurso del Papa traducido al español
* «El amor de Cristo nos pide que dejemos de lado todo tipo de egocentrismo y rivalidad; nos impulsa a la comunión universal y nos llama a formar una comunidad de hermanos y hermanas que se acogen y se cuidan unos a otros (cf. Carta enc. Fratelli tutti, 95-96). Que esté siempre en nuestro corazón la exhortación de san Ignacio de Antioquía: «Que nada haya en vosotros que pueda dividiros, […] sino que, reunidos en común, haya una sola oración, una sola esperanza en la caridad y en la santa alegría» (Ad Magnesios, 6-7: PL 5, 667). Qué importante es este testimonio de unión fraterna en un mundo a menudo fragmentado y desgarrado por nuestras divisiones. Todo esfuerzo que se realice para construir puentes entre la comunidad y las instituciones eclesiales, parroquiales y diocesanas servirá como gesto profético de la Iglesia en Irak y como respuesta fecunda a la oración de Jesús para que todos sean uno»
Evangelio: San Mateo 21, 33-43. 45-46:
En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo:
«Escuchad otra parábola:
Había un propietario que plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó en ella un lagar, construyó una torre, la arrendó a unos labradores y se marchó de viaje.
Llegado el tiempo de los frutos, envió sus criados a los labradores para percibir los frutos que le correspondían. Pero los labradores, agarrando a los criados, apalearon a uno, mataron a otro, y a otro lo apedrearon.
Envió de nuevo otros criados, más que la primera vez, e hicieron con ellos lo mismo. Por último les mandó a su hijo, diciéndose: “Tendrán respeto a mi hijo”.
Pero los labradores, al ver al hijo, se dijeron: “Este es el heredero: venid, lo matamos y nos quedamos con su herencia.”
Y, agarrándolo, lo empujaron fuera de la viña y lo mataron.
Cuando vuelva el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?».
Le contestaron:
«Hará morir de mala muerte a esos malvados y arrendará la viña a otros labradores, que le entreguen los frutos a sus tiempos».
Y Jesús les dice:
«¿No habéis leído nunca en la Escritura:
“La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente”?
Por eso os digo que se os quitará a vosotros el reino de Dios y se dará a un pueblo que produzca sus frutos».
Los sumos sacerdotes y los fariseos, al oír sus parábolas, comprendieron que hablaba de ellos.
Y, aunque intentaban echarle mano, temieron a la gente, que lo tenía por profeta.