12 de diciembre de 2023.- (Camino Católico) Celebración de la Santa Misa de hoy, martes de la 2ª semana de Adviento, presidida por el P. José Blanco, emitida por 13 TV desde la Basílica de la Concepción de Madrid.
Evangelio: San Mateo 18, 12-14:
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«¿Qué os parece? Suponed que un hombre tiene cien ovejas: si una se le pierde, ¿no deja las noventa y nueve en los montes y va en busca de la perdida? Y si la encuentra, en verdad os digo que se alegra más por ella que por las noventa y nueve que no se habían extraviado.
Igualmente, no es voluntad de vuestro Padre que está en el cielo que se pierda ni uno de estos pequeños».
Evangelio: San Lucas 5, 17-26:
Un día, estaba Jesús enseñando, y estaban sentados unos fariseos y maestros de la ley, venidos de todas las aldeas de Galilea, Judea y Jerusalén. Y el poder del Señor estaba con él para realizar curaciones.
En esto, llegaron unos hombres que traían en una camilla a un hombre paralítico y trataban de introducirlo y colocarlo delante de él. No encontrando por donde introducirlo a causa del gentío, subieron a la azotea, lo descolgaron con la camilla a través de las tejas, y lo pusieron en medio, delante de Jesús. Él, viendo la fe de ellos, dijo:
«Hombre, tus pecados están perdonados».
Entonces se pusieron a pensar los escribas y los fariseos:
«¿Quién es este que dice blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados sino solo Dios?».
Pero Jesús, conociendo sus pensamientos, respondió y les dijo:
«¿Qué estáis pensando en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil: decir «Tus pecados te son perdonados», o decir “Levántate y echa a andar”? Pues, para que veáis que el Hijo del hombre tiene poder en la tierra para perdonar pecados – dijo al paralítico-: A ti te lo digo, ponte en pie, toma tu camilla y vete a tu casa”».
Y, al punto, levantándose a la vista de ellos, punto, tomó la camilla donde había estado tendido y se marchó a su casa dando gloria a Dios
El asombro se apoderó de todos y daban gloria a Dios. Y, llenos de temor, decían:
«Hoy hemos visto maravillas».
* «Quería una experiencia fuerte en un lugar donde no fuese sólo como una especie de vacación misionera sino ir a una misión donde pudiese ayudar a los demás yo sola, y, sin interferencias, pudiese escucharme a mí misma y, en caso de encontrar a Dios poderle escuchar a Él. Busqué y finalmente fui a Playaprieta, Ecuador, donde estaban las Siervas del Hogar de la Madre. Desde entonces mi vida ha cambiado totalmente. Al principio, el viaje empezó con sufrimiento, tenía la sensación de morir en aquel lugar. El miedo de morir, de no saber cómo sobrevivir me motivó a empezar a rezar. Y encontré a Dios. Yo decía: “Bueno, me he confesado, he recibido al Señor en la Eucaristía, he ido a Misa, así que, aunque muera, está bien, no me importa, ahora estoy más cerca del Paraíso que antes”. Así comenzó mi subida, el quererme a mí misma, encontrar a Dios, ya no sentirme nunca más sola»
* «No recuerdo el momento exacto en el que se produjo el cambio, la conversión. No era que un día dijese: “No creo” y al día siguiente: “Sí, creo”. Ha sido muy gradual. El momento crucial fue cuando decidí confesarme tras casi veinte años sin hacerlo. Después, al recibir la Eucaristía en Misa por primera vez después de casi veinte años, lloré, pero eran lágrimas de alegría. Allí empecé a ver verdaderamente al Señor en la Eucaristía. Resultaba como algo normal, Él estaba allí para mí, yo lo podía experimentar. Lo difícil a veces es explicar cómo he llegado a estar así. Muchas veces no quiero contarlo porque me gustaría encontrar las palabras adecuadas que expresen la vivencia. Siempre le pido al Señor que me ayude a explicarlo porque me gustaría que la gente lo entendiera de verdad. “Él estaba tan cerca de mí y no lo veía”. Realmente no sé cómo entró en mi vida de este modo y antes no lo veía. No sé explicarlo pero me gustaría poderlo hacer porque creo que si la gente encontrara a Dios como yo lo encontré, viviría una vida mil veces mejor. No es que en mi vida ya no existan problemas, siguen existiendo. Siempre hay dificultades. Pero ahora es diferente. Puedo decir: “Vale, no estoy sola para luchar, y además lucho para un después”. Intento vivir mi vida lo mejor posible para algo que viene después, para la vida eterna, para estar cerca del Señor»
Camino Católico.- Verónica Tan es de Singapur y fue criada en una familia de taoístas que daban culto a muchas deidades, aunque ella solo seguía esa fe por obediencia. Un día entró en una iglesia católica y le cambió totalmente la vida, se bautizó y empezó la evangelización de su familia y de su entorno. Explica su testimonio de transformación de su vida en el programa “Cambio de Agujas” de H.M. televisión.
Vídeo completo de la transmisión en directo de Vatican News traducido al español con las palabras del Papa en el Ángelus
* «Y continuamos rezando por las poblaciones que sufren a causa de la guerra. Vamos hacia la Navidad: ¿seremos capaces, con la ayuda de Dios, de dar pasos concretos de paz? No es fácil, lo sabemos. Ciertos conflictos tienen raíces históricas profundas. Hagamos todo lo posible por afrontar y eliminar las causas de los conflictos. Y mientras tanto – a propósito de los derechos humanos – que se proteja a los civiles, los hospitales y los lugares de culto, que se libere a los rehenes y se garantice la ayuda humanitaria. No nos olvidemos de la martirizada Ucrania, Palestina, Israel»
Evangelio: San Marcos 1, 1-8:
Comienza el Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios.
Como está escrito en el profeta Isaías:
«Yo envío mi mensajero delante de ti, en cual preparará tu camino; voz del que grita en el desierto: “Preparad el camino del Señor, enderezad sus senderos”»; se presentó Juan en el desierto bautizando y predicando un bautismo de conversión para el perdón de los pecados Acudía a él toda la región de Judea y toda la gente de Jerusalén. Él los bautizaba en el río Jordán y confesaban sus pecados.
Juan iba vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura, y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. Y proclamaba:
«Detrás de mí viene el que puede más que yo, y yo no merezco agacharme para desatarle la correa de sus sandalias. Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo».
* «El Espíritu Santo es el amor personificado y el amor es la única «lluvia» que puede detener la progresiva «desertificación» espiritual de nuestro planeta. Si nuestra sociedad se parece tan frecuentemente a un desierto, en cambio es verdad que en este desierto el Espíritu está haciendo florecer muchas iniciativas como igualmente oasis. Se han desarrollado, en estos años, decenas y decenas de asociaciones cuyo objetivo es romper el aislamiento, recoger las muchas voces que «gritan en el desierto» de nuestras ciudades. Tienen diversos nombres: «teléfono de la esperanza», «voz amiga», «mano tendida», «teléfono amigo», «teléfono verde», «teléfono azul». Millones y millones de llamadas al año. Son voces de personas solas, desesperadas, presas de problemas mayores que ellas. No buscan dinero (éste no pasa a través del hilo telefónico), sino algo distinto: una voz amiga, una razón de esperanza, alguien con quien comunicar. En la otra punta del hilo hay miles de voluntarios que escuchan, intentan dar un poco de calor humano y, si son creyentes, de ayudar a las personas a orar, a ponerse en contacto con Dios, que a menudo es lo que ayuda más. Aunque no pertenezcamos a ninguna de estas asociaciones, todos podemos hacer, en nuestra limitación, algo de lo que hacen ellos. Teléfono, para empezar, tenemos todos. No esperemos siempre a que suene para percatarnos de que hay alguien que necesita de nosotros, tal vez no lejos. Especialmente con la proximidad de la Navidad»