24 de diciembre de 2023.- (Camino Católico) Celebración de la Santa Misa de hoy, IV domingo de Adviento, presidida por Mons. Luis Ángel de las Heras, CMF, obispo de León, emitida por 13 TV desde la Catedral de León.
Evangelio: San Lucas 1, 26-38:
En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María.
El ángel, entrando en su presencia, dijo:
«Alégrate, llena de gracia, el señor está contigo».
Ella se turbó grandemente ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquel. El ángel le dijo:
«No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin».
Y María dijo al ángel:
«¿Cómo será eso, pues no conozco varón?».
El ángel le contesto:
«El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer será llamado Hijo de Dios. También tu pariente Isabel ha concebido un hijo en su vejez, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible».
María contestó:
«He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra».
Y el ángel se retiró.
Evangelio: San Lucas 1, 57-66:
A Isabel se le cumplió el tiempo del parto y dio a luz un hijo. Se enteraron sus vecinos y parientes de que el Señor le había hecho una gran misericordia, y se alegraban con ella.
A los ocho días vinieron a circuncidar al niño, y querían llamarlo Zacarías, como su padre; pero la madre intervino diciendo:
«¡No! Se va a llamar Juan».
Y le dijeron:
«Ninguno de tus parientes se llama así»
Entonces preguntaban por señas al padre cómo quería que se llamase. Él pidió una tablilla y escribió: «Juan es su nombre». Y todos se quedaron maravillados.
Inmediatamente se le soltó la boca y la lengua, y empezó a hablar bendiciendo a Dios.
Los vecinos quedaron sobrecogidos, y se comentaban todos estos hechos por toda la montaña de Judea. Y todos los que los oían reflexionaban diciendo:
«Pues ¿qué va a ser este niño?».
Porque la mano del Señor estaba con él.
Video completo en italiano de la transmisión en directo realizada por Vatican News de la 2ª Predicación de Adviento del Cardenal Raniero Cantalamessa al Papa y la Curia. Puedes habilitar los subtítulos de la traducción automática al español
* «Son bien conocidas y repetidas las palabras de san Agustín sobre la fe de María: ‘La Virgen María dio a luz al creer lo que había concebido. Después de que el ángel hubo hablado, llena de fe, ella, concibiendo a Cristo primero en su corazón que en su vientre, respondió: ‘Heme aquí, soy la sierva del Señor, hágase en mí según tu palabra’. Hay que completar la lista con lo que sucedió después de la Anunciación y de la Navidad. Hay hechos aparentemente contradictorios que María confronta dentro de sí, sin comprenderlo todo. Todos los avatares de la vida de su Hijo, toda la hostilidad y las progresivas deserciones a su alrededor, tuvieron una profunda repercusión en su corazón de Madre. Finalmente llegamos a la cruz. Ella está allí, impotente ante el martirio de su Hijo, pero consiente con amor. Es una réplica del drama de Abraham, pero ¡cuánto más exigente! Con Abraham, Dios se detiene en el último momento, pero no con ella. Acepta que su Hijo sea sacrificado, lo entrega al Padre, con el corazón quebrantado, pero firme, fuerte en su fe. Aquí es donde la voz de María alcanza su nota más alta. Lo que el Apóstol dice de Abraham debe decirse de María con mucha mayor razón: María creyó, esperando contra toda esperanza, y así llegó a ser madre de muchos pueblos (cf. Rom 4, 18)»
Evangelio: San Lucas 1, 46-56:
En aquel tiempo, María dijo:
«Proclama mi alma la grandeza del Señor, “se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava”.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: “su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación”.
Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, “derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia” – como lo había prometido a “nuestros padres” – en favor de Abrahán y su descendencia por siempre».
María se quedó con Isabel unos tres meses y después volvió a su casa.
Video completo en italiano de la transmisión en directo realizada por Vatican News de la 1ª Predicación de Adviento del Cardenal Raniero Cantalamessa al Papa y la Curia. Puedes habilitar los subtítulos de la traducción automática al español
* «Comentando las palabras de San Juan Pablo II, alguien dijo que la nueva evangelización puede y debe ser, sí, nueva “en el fervor, en el método y en la expresión”, pero no en los contenidos que siguen siendo los de todos los tiempos y que derivan de la revelación. En otras palabras: que puede y debe haber una nueva evangelización, pero no un nuevo Evangelio. Todo esto es verdad. No puede haber contenidos verdadera y totalmente nuevos. Puede haber, sin embargo, contenidos nuevos, en el sentido de que en el pasado no fueron suficientemente destacados, que habían permanecido en la sombra, infravalorados. La predicación de Juan Bautista nos ofrece la oportunidad de hacer una observación importante precisamente sobre este “crecimiento” de la palabra de Dios que el Espíritu Santo opera en la historia. Del Precursor la tradición litúrgica y teológica ha recogido, sobre todo, el grito: “¡He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo!” La Liturgia nos lo presenta nuevamente en cada Misa antes de la comunión, después de que el pueblo haya cantado tres veces: “Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros”. En realidad, sin embargo, esto es sólo la mitad de la profecía del Bautista sobre Cristo. El presenta a Jesús, en el mismo contexto, como “él que bautiza con el Espíritu Santo” (Jn 1,33; Mt 3,11). La salvación cristiana no es, por tanto, sólo algo negativo, una “quita del pecado”. Es sobre todo algo positivo: es un “dar”, una infusión de vida nueva, vida del Espíritu. Es un renacimiento»
Evangelio: San Lucas 1, 39-45:
En aquellos días, María se levantó y se puso en camino deprisa hacia la montaña, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.
Aconteció que, en cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y levantando la voz, exclamó:
«¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre!
¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? Pues en cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Bienaventurada la que ha creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá».