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jueves, 5 de septiembre de 2024

Marcela Araya, de familia comunista y atea, herida por drogas y amarguras, reiki y masonería, abortó y quería suicidarse, pero rezó «y Jesús apareció a mi lado. Vi todos mis pecados y que lo había herido»


* «Él es puro, purísimo, todo amor, y yo lloraba de vergüenza, por todo lo que había hecho, que era terrible. Y pensaba: ahora me va a juzgar. Pero él me miraba y me amaba. Y en ese momento yo vivía su misericordia. Me estaba dando mucho amor. Casi oía caer las cadenas que me ataban. Y lloraba y lloraba. Para mí fue eterno, no sé si 10 minutos o tres horas. Le dije: ¿qué quieres? Y me dijo: ve a mi Iglesia. Y le dije: pídeme otra cosa, eso pídemelo cuando esté mejor. Yo me había leído todos esos libros contra la Iglesia y los curas me caían muy mal. Pero Él insistía: ve a mi Iglesia. Y fui al momento a buscar una iglesia, en Berlín. Cuando entré, me senté, y sentí una paz que no había sentido nunca. Sentí que era mi casa. Fue muy hermoso»

Camino Católico.- Marcela Araya ,madre de familia, procedente de una familia comunista y atea, tras abandonar la casa de sus padres queda expuesta a los peligros de la calle donde es herida por la droga, las  amarguras, el reiki y masonería:.Después de una accidentada vida llena de equivocaciones cuenta cómo Jesúcristo sale a su encuentro repentinamente, transformándola totalmente. Relató su testimonio en Barcelona, ante Nazaret.Tv en 2018, unos tres años después de su conversión.

Durante toda su vida, la sensación de falta de amor le condujo a comportamientos destructivos, adicción, intentos de suicidio y después los vacíos vaporosos de la espiritualidad New Age. Hasta que un día de invierno se dirigió a Jesucristo: "si existes, si de verdad eres 'eso que dicen', ven y sálvame". Cuenta su testimonio cuando se lo piden sacerdotes, por obediencia y con permiso de su director espiritual. Así fue su historia de conversión.

Una familia atea comunista

"Yo nací en Chile, en una familia atea, comunista, que apoyaba a Allende por el sueño de un mundo mejor para los trabajadores, una familia muy solidaria pero muy atea. Estaban en un espíritu de división: los buenos y los malos", explica Marcela. Era una familia grande y con muchos parientes. Su madre trabajaba en el Ministerio de Agricultura "con mucha gente a sus órdenes" y tenían una gran casa, y vacaciones en las montañas. 

Con la llegada del régimen de Pinochet, y con amigos y parientes detenidos, torturados o desaparecidos, la familia escapa de Chile y llega, casi sin posesiones, a Menorca, invitados por un amigo de la infancia del padre. Marcela tenía 9 años y "aunque Menorca era muy bonita", ella se sentía sola y desarraigada. "Tenía mucho dolor, no dormía de noche, lo odiaba todo, era muy pequeña y vengativa", recuerda. 

Infancia de amargura: un bloqueo al amor

Empezaron pobres: su padre trabajando en el hotel de su amigo, su madre en tiendas de bisutería y luego en una importante empresa de viajes. "Enseguida remontamos", explica. Sus padres, viendo rotos sus sueños de Chile, sintiéndose abandonados también por el Partido Comunista, se llenaron de amargura. "Mi padre se volvió muy amargo, y era bruto conmigo y con mi hermana. Luego se arrepentía, porque era buen hombre, pero tenía demasiado dolor. Ateo, no tenía donde acudir. Mi madre estaba volcada en el trabajo y solo nos daba amargura. En cuanto pudimos, las hijas nos fuimos de casa". 

"A los 13 años me fui de casa, y con mi hermana, de 19, nos fuimos a Londres, a Brighton, a estudiar inglés. El viaje, vivir solas, nos espabiló mucho, a mí, desde luego, demasiado. Yo sentía que me habían echado de casa. Mis padres no estaban para mí". 

Porros, ácidos, heroína...

"A los 14, de vuelta a Menorca, empecé con los porros, las drogas. Te hacen reir, olvidar. Y después los ácidos, y con 17 en la heroína. Era fantástico: te morías y no sentías dolor. Éramos niños bien, que robábamos a los padres".

Marcela empezó a ver a algunos amigos de la droga que les iba muy mal. Empezó a asustarse y pensar en dejarlo. Pero, ¿cómo? No se atrevía a decirlo a sus padres. Para llamar la atención, intentó suicidarse "pero de una manera muy tonta, con un cuchillo que casi no cortaba. Me pilló la madre de un amigo y me llevó a casa". Marcela reconoció antes sus padres que necesitaba ayuda... Durante unos meses sus padres de volcaron en ayudarla, con tratamientos, medicinas y atención.

Pero al cumplir los 18 años decidió irse "a descubrir mundo" con otra amiga. Era también una forma de evitar sus antiguas amistades de adicta. Dejaron Mahón, fueron a Ciudadela, conocieron más gente, fiestas... y otras vez drogas (esta vez cocaína, en vez de heroína).

Después, "haciendo todas las trampas posibles" se colocó a estudiar Económicas en la universidad en Londres. Descubrió que era buena estudiante. También hacía cortos y videoclips en una escuela de cine.

Desilusión, aborto, suicidio casi exitoso

"Aprendí a hacer producción y lo hacía bastante bien, con mi novio de entonces, que era director. Pero me desilusionó ese mundo, y mi novio. No les interesaba tanto el cine como la fiesta. Y quedé embarazada, y aborté, porque la carrera era más importante".  A Marcela le tiembla la voz cuando llega a este punto y se detiene un instante. "Dios me ha perdonado. Pero si una se da cuenta... es terrible, claro, es un asesinato. Y yo asesiné a mi hijo". 

Después de eso intentó suicidarse otra vez. No recuerda mucho, pero el doctor, después del quirófano, le dijo: "has tenido mucha suerte, te cortaste hasta los tendones, podrías haberte quedado sin manos". "Yo pensé: ¡es que estoy como una cabra, loca perdida!". Su familia había vuelto a Chile. Las autoridades la colocaron en el psiquiátrico de Sabadell, cerca de Barcelona, esperando que alguien se responsabilizara de ella. 

Por primera vez, conoce el amor

Una amiga de Inglaterra vino a sacarla del hospital y se la llevó a Londres, a su casa. En una cena allí conoció a Phillip, su marido. "Me quedé en casa de él. Vio que yo estaba fatal, porque era listo, pero me amaba de verdad. Yo descubrí que ¡hay gente que te ama! Yo estaba alucinada: era amable, respetuoso... Y quedé embarazada. Pensé que él no querría el niño, que me dejaría... Pero él se alegró, me abrazó. Yo no lo esperaba: por primera vez alguien estaba alegre por algo mío. Nos casamos por lo civil. Teníamos un niño, esperábamos el segundo. Por primera vez tenía amor, daba amor, recibía amor".

El reiki y la new age

En lo material estaban bien y vivían ahora en Barcelona. Pero ahora una amiga la inició en el reiki para "sanar más". Se inició en distintos tipos de reiki, la supuesta técnica para canalizar una indetectable energía vital sanadora. Lo combinaba con otras prácticas new age. 

"Empecé a adorar piedras, yo que sé, tonterías, que uno se lo quiere creer por buena voluntad... y el yoga, la meditación, y yo le daba lecciones a los demás... cuando en realidad yo estaba fatal, y no podía ni con mis niños". 

Marcela explica así su herida: "Yo tenía esa barrera de dolor y no podía darles a mis hijos lo que no había recibido; si no lo había recibido, ¿cómo iba a dárselo? ¡Las piedras tampoco podían dármelo!" 

Masonería y esoterismo

"Y me metí en la masonería, a leer muchos libros en contra de la Iglesia Católica, algunos libros muy bonitos, pero que hoy los veo y digo 'madre mía, ¿cómo es posible que yo me creyera esto?'. Y hablar, y hablar con el psicólogo, etc... Pero esas miserias, aunque las puedes airear un poco, siguen ahí".

Mientras tanto, a Philip, su marido, todo le iba mal: salud, problemas de trabajo... "Claro, hoy lo veo: si yo me dedicaba a abrirle la casa al Maligno, ¿cómo no?"

Se mudaron a Berlín. "Allí fue la explosión del esoterismo: cada semana un curso nuevo, gastando dinero, energía e ilusiones."


Una amiga católica y un vídeo-testimonio

Sin embargo, mantenía contacto con algunas amigas de Barcelona que también estaban en su propio viaje de exploración espiritual por la Nueva Era. Y entonces supo que una de ellas se estaba haciendo católica. 

"Yo pensé: está loca, qué le pasa, me habla de Vírgenes, de curaciones, que si se aparece..." Pero la veía más tranquila y mejor. "Y ella fue a Medjugorje y allí rezó por mí".

"Yo me dedicaba a la meditación trascendental, que no funcionaba, me ponía de mal humor aunque todo nos iba bien materialmente". Y por esas fechas su amiga le mandó un vídeo con el testimonio de Gloria Polo, una mujer alejada de la fe que recibió un rayo y volvió de una experiencia cercana a la muerte. "Lo miré por respeto con mi amiga, para al menos decir que lo había visto". 

Gloria Polo hablaba de sus pecados pasados, del Purgatorio, del infierno... "y me parecía una locura, pero me creó la duda; 'yo iría al infierno directo, seguro'". 

Día de nieve: la primera oración a Jesús

Un tiempo después, en un día de nieve, Marcela se encontró llorando, sintiéndose muy mal pese a todos sus cursos de New Age. Y decidió dirigirse a Jesucristo, por primera vez. "Y le dije a Jesús que si existe, que si es 'eso que dicen', que venga y me salve, porque ya está bien, porque con mi dolor iba a hacer algo que lo perdería todo, mis hijos, mi familia..."

"Y me aparece Él, me aparece Jesús"

Al día siguiente, entró en su "cuarto de meditación, con todas mis piedras y esas cosas". "Me puse a meditar. Y me aparece Él, me aparece Jesús. Está a mi lado, me está mirando. Está ocupado, como rodeado de jóvenes. Y me miraba como diciendo: 'tenemos trabajo'. Lo entendí todo, vi todos mis pecados. Me iluminó y lo vi, no había donde esconder nada. Vi que todo lo que había hecho era herirlo". 

"Él es puro, purísimo, todo amor, y yo lloraba de vergüenza, por todo lo que había hecho, que era terrible. Y pensaba: ahora me va a juzgar. Pero él me miraba y me amaba. Y en ese momento yo vivía su misericordia. Me estaba dando mucho amor. Casi oía caer las cadenas que me ataban. Y lloraba y lloraba. Para mí fue eterno, no sé si 10 minutos o tres horas. Le dije: ¿qué quieres? Y me dijo: ve a mi Iglesia. Y le dije: pídeme otra cosa, eso pídemelo cuando esté mejor. Yo me había leído todos esos libros contra la Iglesia y los curas me caían muy mal. Pero Él insistía: ve a mi Iglesia. Y fui al momento a buscar una iglesia, en Berlín. Pensé: será la católica, que es la que yo conozco".  Le costó un rato, pero finalmente encontró una parroquia católica. 

"Cuando entré, me senté, y sentí una paz que no había sentido nunca. Sentí que era mi casa. Fue muy hermoso".

"Ahora sí que estoy chalada..." 

Y empezó así su amistad con Jesús. "Yo estaba asustada: 'ahora sí que estoy chalada, ahora hablo con Jesús. No puedo decírselo a mi marido, porque me la juego, con mis antecedentes'. Pero rompí con muchas amistades, con el reiki... Jesús me perdonaba con la mirada pero yo sabía que faltaba algo. En Internet leí lo de los pecados de pensamiento, obra, palabra y omisión... Pensé: 'de omisión lo he hecho todo'. Los amigos, cuando les contaba 'creo que soy católica', pensaban "Marcela y sus locuras". 

En su primera confesión vio, asombrada, que el sacerdote se emocionaba. "Solo me confesé una vez en el colegio, y no era nada real. Hice la comunión mal, por ponerme a la cola", le iba explicando al sacerdote. Y luego todo lo demás, su vida desastrosa, lo del aborto y muchas lágrimas. Cuando el sacerdote dijo las palabras poderosas de la absolución ("Yo te absuelvo en nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo"), ella sintió "un calor, que de repente se me iba todo eso que me dañaba. Y lloré por la sanación que sentía. Y me maravillaba. Volví a casa cantando como una niña". 

Ir a misa diaria, a escondidas

A partir de entonces necesitaba ir a misa cada día. Del Rosario sólo sabía que tenía bolitas. Y buscó por internet y empezó a rezarlo cada día. En Berlín hay pocas misas de diario: según el día era en un sitio u otro. En casa la misa diaria causaba trastornos, iba a misa a escondidas, escapándose de casa. Pero "yo sabía que toda mi fuerza vendría solo del Señor y sin ella volvería a caer". Aún no podía comulgar, ella misma lo sentía.

"Yo veía al Señor conmigo en mis momentos malos del pasado, bendiciendo, poniendo amor en situaciones que habían sido terribles. Yo sentía amor y sanación. Veía esas cadenas, las llevaba a la confesión, y allí las soltaba. Y lloraba siempre en confesión. Mi marido empezó a ver el cambio. Mi hijo mayor, que le gusta la historia, viendo la película "Karol", sobre Juan Pablo II, me dijo: ahora lo entiendo, mamá. Mi marido empezó a acompañarme a misa". 

- ¿Tú te casarías conmigo otra vez? - le dijo ella.

- Claro -dijo él. 

- Pues lo vas a hacer, ahora por la Iglesia.  

Con la ayuda de un sacerdote de Gerona el matrimonio se preparó. Ella vivió su boda eclesial sintiéndose "la hija bonita de nuestro Padre Celestial". Cuando preguntaban a su marido por su fe, decía que viendo el cambio en Marcela, era indudable que eran cosas que hacía Dios. Más adelante, un viaje a Lourdes la ayudó a sanar aspectos de su relación con su madre terrenal.

"Así pasé de no conocer el amor a llenarme de amor de manera absoluta. Soy plenamente feliz, estoy con Dios, que es el más guapo, es inmenso. No lo cambio por nada".

Olivier-Pierre Dionga, futbolista: «Había hecho un ídolo del fútbol, pero en la JMJ de Panamá puse a Dios en el centro de mi vida, y dije: 'Aquí estoy Señor, te encomiendo mi vida, ¡te toca a Ti!'»


Olivier-Pierre Dionga ha cumplido su sueño de ser futbolista profesional pero ha optado por dejarse guiar por Dios / Foto: Instagram/@op.dionga

* «Lo que más me impactó fue una catequesis dada por un obispo francés. Él comentó durante veinte minutos el 'aquí estoy' de la Virgen en la Anunciación. Cada una de sus palabras me habló directamente: el estar disponible para el Señor y escucharlo, confiar en Él para todo, dejar que nos guíe, en lugar de querer controlarlo todo»

Camino Católico.- Olivier-Pierre Dionga deseaba ardientemente ser futbolista e hizo todo lo posible para conseguirlo, dejando a Dios y su fe de lado. Sin embargo, su hermana lo invitó a la JMJ de Panamá, lo que podía poner en peligro su carrera deportiva, pero por un impulso del Espíritu Santo decidió ir: “Había hecho un ídolo del fútbol, al que lo había sacrificado todo, una religión con sus ritos, su culto al rendimiento y al dinero. En la JMJ de Panamá decidí volver a poner a Dios en el centro de mi vida, y dije: 'Aquí estoy Señor, te encomiendo mi vida, ¡te toca a Ti!'”, afirma el jugador francés Olivier-Pierre Dionga a La Vie, contando su testimonio en primera persona. Esta es su historia:


Olivier-Pierre Dionga tuvo su encuentro con Cristo en la JMJ de Panamá / Foto: Instagram/@op.dionga

 «Cuanto más me abandonaba al Señor, más me acompañaba»

Pateé mi primera pelota a los 6 años, en los bajos de mi casa, en el edificio en Limeil-Brévannes (Val-de-Marne). En los barrios el fútbol es el deporte popular por excelencia. Pasábamos las tardes jugando hasta el anochecer. Estar con mis amigos me producía una intensa alegría. 

Comía, dormía, vivía en el fútbol. Mi madre todavía recuerda cuando le dije un día: 'Te quiero, pero prefiero el fútbol'. Como la mayoría de los jóvenes de los suburbios, me propuse ser futbolista profesional. Soñaba con tener una carrera como Zidane, Ronaldinho o Messi.

Con nueve años, empecé a formar parte del club de fútbol Créteil. Aunque hubiera sido bueno, mis padres se habrían negado a dejarme firmar un contrato profesional a los los 16 o 17 años, como sí hicieron algunos de mis amigos. Mis padres solo querían que estudiara.

En retrospectiva, comprendo mejor su posición. Mis padres habían hecho mil sacrificios al dejar la República del Congo y establecerse en Francia. Habían trabajado muy duro para ofrecer a sus hijos lo que ellos no tenían: la oportunidad de estudiar y, por tanto, de encontrar un buen trabajo, adquirir cierta estabilidad y triunfar socialmente. Esperaban algún tipo de retorno de la inversión y, como buen chico, yo obedecí. Pero, cuando me diplomé, con 23 años, aproveché la oportunidad que se me presentó y fiché por el US Ivry, un club de la Nacional 3.

Negocié un trabajo a tiempo parcial e incluso dejé de ir a la Iglesia. Siempre había estado involucrado en la Iglesia. Tuve la gracia de nacer en una familia católica practicante; mi madre tiene una fe fuerte y viva. Un cristiano es cristiano si está en peligro, especialmente en los suburbios obreros como el mío, donde el Islam está muy activo. Aquí, si no estás cerca de Jesús, te conviertes al Islam rápidamente.

Yo era uno de los únicos católicos del vecindario, el único en un grupo de amigos en el que eran todos musulmanes practicantes. Mi religión era tema de conversación, me preguntaban que cómo se puede creer que un hombre que puede ser Dios, que Dios pueda tener un Hijo... Sus preguntas me inquietaban, pero también me empujaron a aprender más sobre mi propia fe, para comprenderla y explicarla mejor. Quería 'dar razón de la esperanza que hay en nosotros', como aconseja San Pedro comenta el futbolista.

En la secundaria, poco a poco descubrí el tesoro de la fe cristiana. Nada me salió como quería en el fútbol, pero tuve perseverancia, seriedad y rigor, mientras permanecía en el banquillo de los suplentes. En mi oración vespertina, como Job, clamé a Dios: ¿Por qué mis esfuerzos no son recompensados? Pero, en el fondo, no estaba rezando para que se hiciera la voluntad de Dios. Sólo me importaban mis proyectos.

Un sábado, durante un partido, mi entrenador me pidió que calentara en el minuto 90. ¡Era una buena señal! Cuando me sacó al campo, el árbitro pitó el final del partido. Estaba devastado, desesperado.


 Olivier-Pierre Dionga asegura que "cuanto más me abandonaba al Señor, más me acompañaba, incluso en el campo" / Foto: Instagram/@op.dionga

Cuando estaba en lo más bajo de lo más bajo, Dios vino a mí y me llamó. Primero fue mi hermana la que tuvo la divertida idea de invitarme a la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) de Panamá. No le vi ningún sentido a ir, si iba, corría el riesgo de perder mi puesto en el equipo. 

Poco después, durante una alabanza, escuché el himno oficial de la JMJ: 'Hágase en mí según tu palabra'. Este estribillo, tomado del Evangelio, me conmovió como nunca antes. Me sentí movido por el Espíritu Santo a decir que sí. Todas las puertas, hasta las más cerradas, se abrieron para poder ir a Panamá. Durante la JMJ tuve una fuerte experiencia espiritual, diría incluso una conversión.

Me impresionó encontrarme entre 700.000 cristianos jóvenes, alegres y entusiastas de todo el mundo. Lo que más me impactó fue una catequesis dada por un obispo francés. Él comentó durante veinte minutos el 'aquí estoy' de la Virgen en la Anunciación. Cada una de sus palabras me habló directamente: el estar disponible para el Señor y escucharlo, confiar en Él para todo, dejar que nos guíe, en lugar de querer controlarlo todo.

Me di cuenta de que había hecho un ídolo del fútbol, al que lo había sacrificado todo, una religión con sus ritos, su culto al rendimiento y al dinero. En Panamá decidí volver a poner a Dios en el centro de mi vida, y dije: 'Aquí estoy Señor, te encomiendo mi vida, ¡te toca a Ti!'. Al regresar a Francia, mi entrenador me echó del primer equipo. Ver seis meses de intenso entrenamiento esfumarse así fue desgarrador, pero me mantuve firme en la fe.

Una semana después, despidieron a mi entrenador y su sustituto me reincorporó al equipo y hasta comencé a jugar. Al año siguiente, volví a ser catequista responsable de unos sesenta estudiantes de secundaria. Como era año fraternal en Lourdes, iba a tener que reducir el tiempo dedicado al fútbol. Sabía que el que confía en el Señor, y le da el primer lugar, todo lo puede. Era la vigilia de adoración, que reuniría a más de 300 jóvenes, y, al día siguiente, tenía entrenamiento para el partido. Le dije a mi entrenador que no podría ir. Su reacción todavía me conmueve: 'Cuida tu fe, confío en ti'.

El fútbol es una buena escuela para aprender la unidad en la diversidad, la fraternidad, la solidaridad, la preocupación por los demás... Ganamos juntos, perdemos juntos. Desde el portero hasta el atacante, todos tienen un papel que desempeñar en esta sinfonía. Lo mismo ocurre en la Iglesia, donde todos son miembros del cuerpo de Cristo.

Cuanto más me abandonaba al Señor, más me acompañaba, incluso en el campo. Ese año terminé entre los cinco mejores goleadores de Île-de-France. Pude unirme a otro club, el US Créteil-Lusitanos, con un sueldo mayor. Incluso tuve la oportunidad de jugar unos minutos en la tercera división nacional, algo que antes hubiera sido imposible.  

Olivier Giroud, el máximo goleador de la selección de Francia, es para mí un modelo de futbolista cristiano. Criticado, abucheado, perseguido, nunca dijo una palabra más fuerte que la otra ni alimentó la controversia. Se mantuvo sencillo, a pesar de la presión, los medios y los millones. Lleva su cruz, humildemente. Permanece arraigado en Cristo, cuya gracia experimenta en la victoria y, especialmente, en las dificultades.

Olivier-Pierre Dionga

“Teresa de Calcuta”, película de 2003 de la vida de Santa Teresa de Calcuta, protagonizada por Olivia Hussey y dirigida por Fabrizio Costa

 


Camino Católico.-  “Teresa de Calcuta”, es una película de la vida de Santa Teresa de Calcuta del año 2003.

Título original: Madre Teresa   Año: 2003   País: Italia

Dirección: Fabrizio Costa

Guion: Massimo Cerofolini, Francesco Scardamaglia

Música:  Guy Farley

Fotografía: Giovanni Galasso

Reparto: Olivia Hussey, Laura Morante, Sebastiano Somma, Michael Mendl, Enzo de Caro, Ingrid Rubio, Neil Stuke, Valeria Cavalli, Philip Jackson, Guillermo Ayesa, Emily Hamilton, Nimmi Harasgama, Hannah McBride, Carlo Cartier, Azzurra Antonacci, Guido Roncalli, Tom Alter, Kenneth Desai, Antonia Frering, Franco Korosec

Productora: Blue Star Movies, Euro Ficción S.L, Lux Studios S.p.a, MediaTrade, LuxVide

Sinopsis:

La India a finales de los 40. El dominio británico llega a su fin, pero el nuevo país vive momentos de agitación. Los enfrentamientos y las matanzas se suceden en Calcuta al tiempo que crece la desesperación de los débiles, los enfermos y los desheredados. En medio de todo este sufrimiento surge una monja que se dedica en cuerpo y alma a ayudar a los pobres, a curar a los leprosos que mueren en las calles y a cuidar a los huérfanos y niños abandonados: es Teresa de Calcuta. Los problemas que su abnegación le acarrea la obligan a desafiar a las autoridades, incluyendo las de su propia iglesia.

“Madre Teresa”,  película de la vida de Santa Teresa de Calcuta - Dibujos animados

 


Camino Católico.  “Madre Teresa”, es una película de la vida de Santa Teresa de Calcuta contada para niños en un largometraje de dibujos animados.


Homilía del P. Heliodoro Mira y lecturas de la Misa de hoy, jueves de la 22ª semana de Tiempo Ordinario, 5-9-2024

5 de septiembre de 2024.- (Camino Católico) Homilía del P. Heliodoro Mira lecturas de la Santa Misa de hoy, jueves de la 22ª semana de Tiempo Ordinario, emitida por 13 TV desde la Basílica de la Concepción de Madrid.

Santa Misa de hoy, jueves de la 22ª semana de Tiempo Ordinario, 5-9-2024

5 de septiembre de 2024.- (Camino Católico) Celebración de la Santa Misa de hoy, jueves de la 22ª semana de Tiempo Ordinario, presidida por el P. Heliodoro Mira, emitida por 13 TV desde la Basílica de la Concepción de Madrid.

Palabra de Vida 5/9/2024: «Dejándolo todo, lo siguieron» / Por P. Jesús Higueras


Camino Católico.- Espacio «Palabra de Vida» de 13 TV del 5 de septiembre de 2024, jueves de la 22ª semana de Tiempo Ordinario, presentado por el padre Jesús Higueras en el que comenta el evangelio del día.

Evangelio: San Lucas 5, 1-11:

En aquel tiempo, la gente se agolpaba en torno a Jesús para oír la palabra de Dios. Estando él de pie junto al lago de Genesaret, vio dos barcas que estaban en la orilla; los pescadores habían desembarcado, estaban lavando las redes.

Subiendo a una de las barcas, que era la de Simón, le pidió que la apartara un poco de tierra. Desde la barca, sentado, enseñaba a la gente.

Cuando acabó de hablar, dijo a Simón:

«Rema mar adentro, y echad vuestras redes para la pesca».

Respondió Simón y dijo:

«Maestro, hemos estado bregando toda la noche y no hemos recogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes».

Y, puestos a la obra, hicieron una redada tan grande de peces que las redes comenzaban a reventarse. Entonces hicieron señas a los compañeros, que estaban en la otra barca, para que vinieran a echarles una mano. Vinieron llenaron las dos barcas, hasta el punto de que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se echó a los pies de Jesús diciendo:

«Señor, apártate de mí, que soy un hombre pecador».

Y es que el estupor se había apoderado de él y de los que estaban con él, por la redada de peces que habían recogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón.

Jesús dijo a Simón:

«No temas; desde ahora serás pescador de hombres».

Ellos sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron.

Adoración Eucarística con el P. José Aurelio Martín en la Basílica de la Concepción de Madrid, 5-9-2024

5 de septiembre de 2024.- (Camino Católico) Adoración al Santísimo Sacramento con el P. José Aurelio Martín, emitida por 13 TV desde la Basílica de la Concepción de Madrid.

Oración a santa Teresa de Calcuta para ser antorchas de Cristo y atender a los “descartados” de este mundo / Por P. Carlos García Malo

 


* «Pequeña de estatura y grande de corazón. Santa Teresa de Calcuta no pasó inadvertida a los hombres y mujeres de su tiempo. Escuchaste al maestro en tu corazón:  «ven y sé mi luz, no puedo ir solo». Desde ese momento la antorcha de Cristo no dejó de iluminar la India ni el mundo. Madre Teresa, mujer Santa, intercede por nosotros para que, no mirándonos tanto a nosotros mismos, veamos la pobreza humana, que puede estar en la puerta de al lado, y a imitación tuya podamos llevar la antorcha de Cristo y aliviar aunque sólo sea un poco la soledad y abandono de aquellos que se sienten «descartados» de este mundo»

Carlos García Malo / Camino Católico.- Cada 5 de septiembre, celebramos la fiesta de Santa Teresa de Calcuta, canonizada por el Papa Francisco en una Misa celebrada en la Plaza de San Pedro, a la cual asistieron unas 120 mil personas. La Santa albanesa murió exactamente hace 21 años, el 5 de septiembre de 1997 en Calcuta, India, a los 87 años de edad a causa de un paro cardiaco.

Santa Teresa de Calcuta dio siempre testimonio de servir a Cristo en los “más pobres entre los pobres”, enseñando que la mayor pobreza no estaba en los barrios humildes de Calcuta, sino en los lugares donde muchas veces falta el amor o en las sociedades que permiten el aborto.

La Madre Teresa nació el 26 de agosto de 1910 en Skopje, perteneciente en ese entonces a Albania, y actualmente a Macedonia. Su nombre original fue Gonxha Agnes Bojaxhiu, que cambió a Teresa al ingresar al Instituto de la Bienaventurada Virgen María. Fue bautizada al día siguiente de nacer, recibió la Primera Comunión a la edad de 5 años, y la confirmación un año después.

Ingresó a la Congregación de las Hermanas de Loreto en 1928, un año después llegó a la India e hizo sus primeros votos en 1937. Estuvo 20 años en dicha congregación. El 7 de octubre de 1950 fundó a las Misioneras de la Caridad, con el carisma de entregarse a los más pobres entre los pobres. En 1963 fundó la rama masculina los Hermanos Misioneros de la Caridad, en 1973 a las Hermanas Contemplativas, en 1979 a los Hermanos Contemplativos. En 1984 fundó a los Padres Misioneros de la Caridad y el movimiento Corpus Christi para sacerdotes.

En 1979 se le confirió el Premio Nobel de la Paz.

Cuando la congregación que fundó contaba con 3,842 religiosas en 594 casas en todo el mundo, fue llamada a la Casa del Padre el 5 de septiembre de 1997.

Fue beatificada por su gran amigo San Juan Pablo II el 19 de octubre del 2003, quién la recordó de la siguiente manera: “Saciar la sed de amor y de almas de Jesús en unión con María, la Madre de Jesús, se convirtió en el único objetivo de la existencia de la Madre Teresa, y en la fuerza interior que la impulsaba y la hacía superarse a sí misma e ‘ir deprisa’ a través del mundo para trabajar por la salvación y la santificación de los más pobres de entre los pobres”.

Fue canonizada 13 años después por el Papa Francisco dentro de la celebración del Jubileo de los voluntarios y operarios de la misericordia.

El Pontífice señalo que «Madre Teresa, a lo largo de toda su existencia, ha sido una generosa dispensadora de la misericordia divina, poniéndose a disposición de todos por medio de la acogida y la defensa de la vida humana, tanto la no nacida como la abandonada y descartada. Se ha comprometido en la defensa de la vida proclamando incesantemente que ‘el no nacido es el más débil, el más pequeño, el más pobre'».

En una célebre entrevista poco antes de morir, Santa Teresa de Calcuta dejó este mensaje a la revista brasileña misionera “Sem Fronteras” en 1997: “Ámense los unos a los otros, como Jesús los ama. No tengo nada que añadir al mensaje que Jesús nos dejó. Para poder amar hay que tener un corazón puro y rezar. El fruto de la oración es la profundización en la fe. El fruto de la fe es el amor. Y el fruto del amor es el servicio al prójimo. Esto nos trae la paz”.

Pidamos a santa Teresa de Calcuta ser antorchas de Cristo y atender a los «descartados» de este mundo:


Pequeña de estatura y grande de corazón.

Santa Teresa de Calcuta no pasó inadvertida a los hombres y mujeres de su tiempo.

Admirada por tantos y rechazada sólo por aquellos que se empecinan en no ver.

Tu testimonio de amor por los pobres más pobres y tú dedicación a socorrer sus necesidades más primarias salpicaron las conciencias de este mundo.

Desde alimento y agua, medicación o trato médico hasta mortuorios para que esa humanidad abandonada de sus semejantes pueda morir dignamente.

Escuchaste al maestro en tu corazón:

«ven y sé mi luz, no puedo ir solo».

Desde ese momento la antorcha de Cristo no dejó de iluminar la India ni el mundo.

Tú y tus hermanas os convertisteis en la conciencia de la Iglesia Madre que aboga por los más olvidados y necesitados.

Madre Teresa, mujer Santa, intercede por nosotros para que, no mirándonos tanto a nosotros mismos, veamos la pobreza humana, que puede estar en la puerta de al lado, y a imitación tuya podamos llevar la antorcha de Cristo y aliviar aunque sólo sea un poco la soledad y abandono de aquellos que se sienten «descartados» de este mundo.

Amén.

Santa Teresa de Calcuta, ruega por nosotros.

Carlos García Malo


El Espíritu Santo se sirve de cada sacerdote para derramar la misericordia y el amor de Dios / Por P. Carlos García Malo