8 de octubre de 2024.- (Camino Católico) Celebración de la Santa Misa de hoy, martes de la 27ª semana de Tiempo Ordinario, presidida por el P. José Blanco, emitida por 13 TV desde la Basílica de la Concepción de Madrid.
martes, 8 de octubre de 2024
Palabra de Vida 8/10/2024: «Marta lo recibió en su casa. María ha elegido la parte mejor» / Por P. Jesús Higueras
Camino Católico.- Espacio «Palabra de Vida» de 13 TV del 8 de octubre de 2024, martes de la 27ª semana de Tiempo Ordinario, presentado por el padre Jesús Higueras en el que comenta el evangelio del día.
Evangelio: San Lucas 10, 38-42:
En aquel tiempo, entró Jesús en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa.
Esta tenía una hermana llamada María, que, sentada junto a los pies del Señor, escuchaba su palabra.
Marta, en cambio, andaba muy afanada con los muchos servicios; hasta que, acercándose. dijo:
«Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola para servir? Dile que me eche una mano».
Respondiendo, le dijo el Señor:
«Marta, Marta, andas inquieta y preocupada con muchas cosas; sólo una es necesaria. María, pues, ha escogido la parte mejor, y no le será quitada».
Adoración Eucarística con el P. José Aurelio Martín en la Basílica de la Concepción de Madrid, 8-10-2024
8 de octubre de 2024.- (Camino Católico) Adoración al Santísimo Sacramento con el P. José Aurelio Martín Jiménez, emitida por 13 TV desde la Basílica de la Concepción de Madrid.
Oración a las Santas Tais y Pelagia para corresponder al amor de Dios, pedir ayuda ante las dificultades y obtener la gracia de no pecar
Camino Católico.- Cada 8 de octubre, la Iglesia Católica celebra a Santa Tais y Santa Pelagia, quienes no se conocieron entre ellas pero la tradición las unió por el parecido de sus historias. Es que ambas dieron un vuelco total a sus vidas, después de haber oído hablar de Cristo.
Santa Tais vivió en Alejandría, Egipto, mientras que Santa Pelagia lo hizo en Antioquía, Turquía actualmente. Ambas, siendo muy jóvenes, fueron seducidas por el desenfreno, la lujuria y la influencia de la cultura pagana que las rodeaba.
Sin embargo, a pesar de ello, cuando recibieron el anuncio del Evangelio dejaron todo atrás para seguir su ejemplo y reparar así el daño que se hicieron a sí mismas, buscando el camino de la santidad.
Cuenta la historia que Tais fue una famosa meretriz, quien vivió antes que Santa Pelagia. Las riquezas terrenales y los guiños mundanos la llevaron al camino de la perdición, y la gente que la rodeaba creía que era imposible su vuelta a la Fe.
Sin embargo, entonces, un encuentro con san Pafnucio la hizo reflexionar, lo que la llevó a su conversión para llevar una vida de penitente hasta el momento de su muerte. Santa Tais es Patrona de Alejandría.
Por su parte, Pelagia era una bailarina cortesana alejada del camino de Dios y parte de una vida hedonista. Si bien parecía imposible su vuelta al Señor, la Providencia le puso en el camino los instrumentos apropiados para encauzarla.
A Santa Pelagia le bastó escuchar al obispo Nono en sus predicaciones, para iniciar un proceso de cambio que concluyó en su conversión al cristianismo. En ese marco de fe, Pelagia dejó todo lo que la rodeaba y se marchó a Tierra Santa.
Con la siguiente oración, pidamos la intercesión de las Santas Tais y Pelagia para corresponder al amor de Dios, ayuda ante las dificultades y obtener la gracia de no pecar:
Oración a las Santas Tais y Pelagia para corresponder al amor de Dios, pedir ayuda ante las dificultades y obtener la gracia de no pecar
Oh, Dios, que concediste a las santas Pelagia y Tais
ser conocedoras de tu gran amor y misericordia,
concédenos llegar, como ellas,
a la purificación de nuestras faltas
para comenzar a seguirte por la senda del Evangelio.
Dios todopoderoso, que has derramado por toda la creación reflejos de tu infinita belleza y bondad, haciendo el hombre a tu imagen y semejanza, tanto amas a quienes se entregan totalmente, que nos los pones como modelo, quieres que les veneremos y haces innumerables beneficios y milagros por su intercesión. Por ello y mediante tus siervas Tais y Pelagia te rogamos nos concedas gracia plena y con ello una mayor correspondencia a tu amor.
Ayúdenme en mis dificultades; sobre todo no permitan que caiga en pecado, y alcáncenme que sepa hacer de mi vida mi mayor consuelo a la hora de la muerte, para ser con ustedes eternamente feliz en la Patria Celestial.
Amén.
lunes, 7 de octubre de 2024
El padre José Maniyangat tuvo un accidente y el médico certificó que estaba muerto, su ángel de la guarda lo llevó al infierno, al purgatorio y al cielo, pero Cristo le mandó volver a la vida para sanar a personas
* «Mientras llevaban mi cuerpo muerto al depósito de cadáveres, mi alma volvió al cuerpo. Sentí un dolor atroz, tenía muchas heridas y huesos rotos. Empecé a gritar, la gente se asustó, y gritando salió corriendo. Una de las personas se acercó al médico, y le dijo: ”el cuerpo muerto está gritando". El doctor vino a examinar mi cuerpo, y comprobó que estaba vivo. Así que dijo: ‘el padre está vivo, es un milagro, llévenlo de nuevo al hospital’. Después de dos meses, me dejaron salir del hospital, pero el médico traumatólogo dijo que nunca más podría caminar. Entonces le conteste: ‘el Señor que me devolvió la vida, y me envió de nuevo al mundo, me curará’. Una vez en mi casa todos rezamos por un milagro. Sin embargo, después de un mes, cuando me sacaron el yeso, todavía no podía moverme. Pero un día, mientras rezaba, sentí un dolor espantoso en la pelvis. Después de un ratito, desapareció todo dolor, y oí una voz: ‘Estás curado. Levántate y camina’. Sentí paz, y el poder sanador en mi cuerpo. Inmediatamente me levanté y caminé. Alabé, y le di gracias a Dios por el milagro. Comuniqué mi curación al doctor, y quedó asombrado. Me dijo: ‘Tu Dios es el Dios verdadero. Debo seguir a tu Dios’. El médico era hindú, y me pidió que le enseñara sobre nuestra Religión. Después de estudiar la fe, lo bauticé y se hizo Católico»
Camino Católico.- El 14 de abril de 1985 -día de la Divina Misericordia, para mayor gracia- y cuando se levantó por la mañana, para dirigirse al norte de Kerala, el sacerdote José Maniyangat estaba a punto de ser llevado por su ángel de la guarda hasta el infierno, como también al purgatorio y el cielo…, aunque él no lo sabía. Tuvo un accidente, fue declarado muerto y cuando lo llevaban a la morgue volvió a la vida para cumplir la misión de sanación que Jesús le encomendó en el cielo, habiendo vivido una experiencia cercana a la muerte (ECM).
El médico traumatólogo le dijo al padre Maniyangat que nunca más podría caminar y él le respondió: ”El Señor que me devolvió la vida, y me envió de nuevo al mundo, me curará". La sanación se produjo cuando él escuchó una voz que le decía: “Estás curado. Levántate y camina”. Ante su curación milagrosa, el médico que era hindú pidió formarse para ser católico y el padre José Maniyangat lo bautizó e ingresó en la Iglesia. Cuenta su testimonio de vida en primera persona en su propia web con el siguiente relato:
Mis padres eran José y Teresa Maniyangat. Soy el mayor de los siete hermanos: José, Maria, Teresa, Lissama, Zachariah, Valsa y Tom.
A los catorce años, entré en el seminario menor de Santa Maria, en la ciudad de Thiruvalla, para empezar a estudiar para sacerdote. Cuatro años más tarde, fui al seminario mayor pontifical de San José en Alwaye, Kerala, para proseguir mi formación sacerdotal. Después de terminar los siete años de filosofía y teología, fui ordenado sacerdote el 1 de enero de 1975 para servir como misionero en la diócesis de Thiruvalla.
En 1978, mientras enseñaba en el seminario menor de San Tomas en Bathery, me convertí en un miembro activo del movimiento Carismático de Renovación, y empecé a dirigir retiros y conferencias carismáticas en Kerala.
El día de la Divina Misericordia, domingo 14 de abril de 1985, me dirigía al norte de Kerala, a una Iglesia de la misión, para celebrar Misa, y tuve un accidente fatal. Yo iba en motocicleta, y fui embestido, de frente por un jeep de un hombre intoxicado (¿quizás borracho?), que volvía de un festival hindú. Me llevaron a un hospital que quedaba a 35 millas. En el camino, mi alma salio de mi cuerpo, y experimente la muerte. Inmediatamente me encontré con mi ángel de la guarda. Veía mi cuerpo, y la gente que me llevaba al hospital. Los oía llorar, y rezar por mí. En ese momento el ángel me dijo: ”voy a llevarte al cielo, el Señor quiere verte, y hablar contigo". También me dijo que en el camino, me mostraría el infierno y el purgatorio.
Primero, el ángel me llevó al infierno. Espantosa visión. Vi a satanás, los demonios, un fuego infernal -de cerca de 2.000 grados Fahrenheit-, gusanos que se arrastraban, gente que gritaba y peleaba, otros eran torturados por demonios. El ángel me dijo que todos estos sufrimientos se debían a pecados mortales cometidos, sin arrepentimiento. Entonces, comprendí que había siete grados de sufrimiento, según el número y la clase de pecados mortales cometidos en la vida terrenal. Las almas se veían feísimas, crueles y horribles. Fue una experiencia espantosa. Vi a gente que conocía, pero no puedo revelar la identidad. Los pecados por los que fueron condenados, principalmente fueron por el aborto, la homosexualidad, la eutanasia, el odio, el rencor y el sacrilegio. El ángel me dijo que si se hubieran arrepentido habrían evitado el infierno, y hubieran ido al purgatorio. También entendí que algunas personas que se arrepienten de estos pecados, pueden ser purificados en la tierra a través del sufrimiento. De esta manera pueden evitar el purgatorio, e ir derecho al cielo.
Después de la visita al infierno, mi ángel de la guarda me escolto al Purgatorio. Allí también, había siete grados de sufrimiento, y el fuego que no se extingue. Pero es mucho menos intenso que en el infierno, y no hay peleas ni luchas. El principal sufrimiento de estas almas es su separación de Dios. Algunos de los que están en el Purgatorio cometieron pecados mortales; pero antes de morir, se reconciliaron con Dios. Aun cuando estas almas sufren, gozan de paz, y saben que un día podrán ver cara a cara a Dios.
Tuve una oportunidad de comunicarme con las almas del purgatorio. Me pidieron que rezara por ellas, y que también digiera a la gente que rezara, para que ellas pudieran pronto ir al cielo. Cuando rezamos por estas almas, recibimos su agradecimiento por medio de sus oraciones, y una vez que las almas entran al cielo sus oraciones llegan a ser todavía más meritorias.
Es difícil para mí, poder describir la belleza de mi ángel de la guarda. Resplandece, y reluce. Él es mi constante compañero, y me ayuda en todos mis ministerios, especialmente el ministerio de sanación. Experimento su presencia en todas partes a donde voy, y agradezco su protección en mi vida diaria.
Después, mi ángel me escoltó al cielo, pasando a través de un gran túnel, deslumbrantemente blanco. Nunca en mi vida experimenté tanta paz y alegría. Inmediatamente el cielo se abrió, y percibí la música más deliciosa, que nunca antes hubiera oído. Los ángeles cantaban y alababan a Dios. Vi a todos los santos, especialmente a la Santa Madre, a san José, y a muchos piadosos santos obispos y sacerdotes que brillaban como estrellas. Y cuando aparecí ante el Señor, Jesús me dijo: "quiero que vuelvas al mundo. En tu segunda vida serás un instrumento de paz y sanación para mi gente. Caminarás en tierra extranjera, y hablarás una lengua extranjera. Con Mi gracia, todo es posible para ti". Después de estas palabras, la Santa Madre me dijo: ”haz lo que Él te diga. Te ayudaré en tu ministerio”.
No hay palabras para poder expresar la belleza del cielo. Encontramos tanta paz y felicidad, que excede millones de veces nuestra imaginación. Nuestro Señor es mucho más indescriptible de lo que cualquier imagen puede transmitir. Su cara es radiante y luminosa, más esplendida que el amanecer de mil soles. Las imágenes que vemos en el mundo son solo una sombra de su magnificencia. La Santa Madre estaba al lado de Jesús; es tan linda y radiante. Ninguna de las imágenes que vemos en este mundo pueden llegar a compararse con su real belleza. El cielo es nuestro verdadero hogar, todos hemos sido creados para alcanzar el cielo, y gozar de Dios para siempre. Entonces, volví con mi ángel al mundo.
Mientras mi cuerpo estaba en el hospital, el médico terminó todos los exámenes necesarios, y dictaminó que estaba muerto. La causa de la muerte fue una hemorragia. Lo notificaron a mi familia, y como estaban muy lejos, el personal del hospital decidió llevar mi cuerpo muerto a la morgue. Como el hospital no tenía aire acondicionado, sabían que el cuerpo se iba a descomponer rápidamente. Mientras llevaban mi cuerpo muerto al depósito de cadáveres, mi alma volvió al cuerpo. Sentí un dolor atroz, tenía muchas heridas y huesos rotos. Empecé a gritar, la gente se asustó, y gritando salió corriendo. Una de las personas se acercó al médico, y le dijo: ”el cuerpo muerto está gritando". El doctor vino a examinar mi cuerpo, y comprobó que estaba vivo. Así que dijo: ”el padre está vivo, es un milagro, llévenlo de nuevo al hospital".
Ahora, de vuelta en el hospital, me hicieron una transfusión de sangre, y me llevaron a cirugía para reparar los huesos quebrados. Trabajaron en mi mandíbula, costillas, pelvis, muñecas, y pierna derecha. Después de dos meses, me dejaron salir del hospital, pero el médico traumatólogo dijo que nunca más podría caminar. Entonces le contesté: ”el Señor que me devolvió la vida, y me envió de nuevo al mundo, me curará". Una vez en mi casa todos rezamos por un milagro. Sin embargo, después de un mes, cuando me sacaron el yeso, todavía no podía moverme. Pero un día, mientras rezaba, sentí un dolor espantoso en la pelvis. Después de un ratito, desapareció todo dolor, y oí una voz: "Estás curado. Levántate y camina”. Sentí paz, y el poder sanador en mi cuerpo. Inmediatamente me levanté y caminé. Alabé, y le di gracias a Dios por el milagro.
Comuniqué mi curación al doctor, y quedó asombrado. Me dijo: "Tu Dios es el Dios verdadero. Debo seguir a tu Dios”. El médico era hindú, y me pidió que le enseñara sobre nuestra Religión. Después de estudiar la fe, lo bauticé y se hizo Católico.
El 10 de noviembre de 1986, siguiendo el mensaje de mi ángel de la guarda, llegué a los Estados Unidos como sacerdote misionero. Primero, desde 1987 a 1989, trabajé en la diócesis de Boise, Idaho, y después, desde 1989 a 1992, como director del Ministerio de los Presos, en la diócesis de Orlando, Florida.
En 1992, fui a la diócesis de san Agustín, en donde, por dos años, me asignaron a la parroquia de san Mateo en Jacksonville. Más tarde, desde 1994 a 1999, me nombraron vicario parroquial de la Iglesia de la Asunción. En 1997 quedé incardinado, como miembro permanente de la diócesis. Desde junio de 1999, he sido pastor de Santa María Madre de la Misericordia, Iglesia católica en Macclenny, Florida. También soy capellán católico de la prisión del estado de Florida, en Starke, Union Correctional Institution, en Raiford, y del hospital Northeast Florida State, del estado de Florida en Macclenny. También soy director espiritual diocesano de la legión de Maria.
El primer sábado de cada mes, en mi parroquia, Santa Maria Madre de la Misericordia, dirijo un ministerio Eucarístico y sanador carismático. La gente viene de toda la diócesis, de muchas partes de Florida, hasta de fuera del estado. Me han invitado a dirigir el ministerio sanador en otras ciudades importantes de los Estados Unidos: New York, Philadelphia, Washington, San José, Dallas, Chicago, Birmingham, Denver, Boise, Idaho Falls, Miami, Ft. Lauderdale, Poolsville; y en muchos otros países: Irlanda, España, República Checa, La India, Francia, Portugal, Yugoslavia, Italia, Canadá, México, Islas Cayman, Islas Hawaianas.
Por medio de este ministerio Eucarístico-sanador, he visto a mucha gente curarse física, espiritual, mental y emocionalmente. Gente con diferentes enfermedades: cáncer, sida, artritis, problemas del corazón, de la vista, enfisema, asma, dolores de espalda, sordera, y muchos otros han quedado totalmente curados. Además, varias veces durante el año conduzco un especial servicio curativo para sanar el árbol genealógico de la familia. En muchos casos necesitamos sanación generacional.
Durante el ministerio de sanación, mucha gente, ante el Santísimo Sacramento, descansa en el Espíritu, y algunos experimentan una renovación en el alma, y la curación del cuerpo.
P. José Maniyangat
Misterios Gozosos del Santo Rosario desde el Santuario de Lourdes, 7-10-2024
7 de octubre de 2024.- (Camino Católico).- Rezo de los Misterios Gozosos del Santo Rosario, correspondientes a hoy lunes, desde la Gruta de Massabielle, en el Santuario de Lourdes, en el que se intercede por el mundo entero.
Homilía del P. Carlos Martínez y lecturas de la Misa de hoy, lunes, la Virgen del Rosario, 7-10-2024
7 de octubre de 2024.- (Camino Católico) Homilía del P. Carlos Martínez Oliveras y lecturas de la Santa Misa de hoy, lunes de la 27ª semana de Tiempo Ordinario, la Virgen del Rosario, emitida por 13 TV desde la Basílica de la Concepción de Madrid.
Santa Misa de hoy, lunes, la Virgen del Rosario, 6-10-2024
7 de octubre de 2024.- (Camino Católico) Celebración de la Santa Misa de hoy, lunes de la 27ª semana de Tiempo Ordinario, la Virgen del Rosario, presidida por el P. Carlos Martínez Oliveras, emitida por 13 TV desde la Basílica de la Concepción de Madrid.
Adoración Eucarística con el P. José Aurelio Martín en la Basílica de la Concepción de Madrid, 7-10-2024
7 de octubre de 2024.- (Camino Católico) Adoración al Santísimo Sacramento con el P. José Aurelio Martín Jiménez, emitida por 13 TV desde la Basílica de la Concepción de Madrid.
Palabra de Vida 7/10/2024: «¿Quién es mi prójimo?» / Por P. Jesús Higueras
Camino Católico.- Espacio «Palabra de Vida» de 13 TV del 7 de octubre de 2024, lunes de la 27ª semana de Tiempo Ordinario, presentado por el padre Jesús Higueras en el que comenta el evangelio del día.
Evangelio: San Lucas 10, 25-37:
En aquel tiempo, se levantó un maestro de la ley y preguntó a Jesús para ponerlo a prueba:
«Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?».
Él le dijo:
«¿Qué está escrito en la Ley? ¿Qué lees en ella?».
Él respondió:
«Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu fuerza y con toda tu mente. Y “a tu prójimo como a ti mismo”».
Él le dijo:
«Has respondido correctamente. Haz esto y tendrás la vida».
Pero el maestro de la Ley, queriendo justificarse, dijo a Jesús:
– «¿Y quién es mi prójimo?».
Respondió Jesús diciendo:
«Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos bandidos, que lo desnudaron, lo molieron a palos y se marcharon, dejándolo medio muerto. Por casualidad, un sacerdote bajaba por aquel camino y, al verlo, dio un rodeo y pasó de largo. Y lo mismo hizo un levita que llegó a aquel sitio: al verlo dio un rodeo y pasó de largo.
Pero un samaritano que iba de viaje, llegó adonde estaba él y, al verlo, se compadeció, y acercándose, le vendó las heridas, echándoles aceite y vino, y, montándolo en su propia cabalgadura, lo llevó a una posada y lo cuidó. Al día siguiente, sacando dos denarios, se los dio al posadero y le dijo:
«Cuida de él, y lo que gastes de más yo te lo pagaré cuando vuelva».
¿Cuál de estos tres te parece que ha sido prójimo del que cayó en manos de los bandidos?».
Él dijo:
– «El que practicó la misericordia con él».
Jesús le dijo:
– «Anda, haz tú lo mismo».
Oración a la Virgen del Rosario por la salud
Camino Católico.- Cada 7 de octubre se celebra a la Virgen del Rosario, advocación que nos recuerda la importancia de dirigirnos afectuosamente a nuestra Madre en la oración, en particular a través del rezo del Santo Rosario. Fue la mismísima Madre de Dios quien nos pidió que lo recemos y lo demos a conocer, para que podamos obtener gracias abundantes.
El Rosario es inobjetablemente una oración mariana -ayuda certera para crecer en amor a la Mujer por quien vino la salvación-. Sin embargo, no siempre reparamos en que es, antes que nada, una oración “cristocéntrica”; es decir, una oración centrada en Cristo.
La enunciación de los misterios y las avemarías que se suceden unas a otras nos ayudan a contemplar y meditar la vida de Nuestro Salvador, Jesucristo; y a hacerlo en compañía de María, siempre cercana al Hijo. Ella nos enseña a contemplar los misterios de Jesús a través de su mirada maternal, porque todo en Maria es una invitación a amar a su Hijo.
Podemos decir, en consecuencia, que el Rosario es la “escuela de oración” de la Virgen. Al lado de María aprendemos a escuchar la voz de Jesús con toda reverencia.
En el año 1208 la Virgen María se le apareció a Santo Domingo de Guzmán, fundador de los dominicos, y le entregó en las manos un Rosario, muy probablemente con la forma en que hoy lo conocemos. Luego, la Madre de Dios le enseñó al santo español la manera cómo habría que rezarlo.
Antes de retirarse Nuestra Madre le encomendó a Santo Domingo que difundiera la oración. Así lo hizo el santo, y el Rosario, en los siglos posteriores, fue calando cada vez más hondo en el alma de los católicos. Así nacía también la devoción a la ‘Virgen del Rosario’.
Uno de los episodios determinantes para la difusión del Santo Rosario a lo largo de los siglos fue lo ocurrido en medio de una confrontación bélica, de extraordinario simbolismo: la “Batalla de Lepanto”, ocurrida el 7 de octubre de 1571. En dicha batalla, una coalición de tropas y fuerzas navales cristianas debían enfrentarse a la armada del imperio Otomano, de raigambre islámica, con el propósito de detener sus ambiciones expansionistas en Occidente (Europa) y recuperar la soberanía sobre el Mediterráneo.
Antes de la batalla, las milicias cristianas se encomendaron a la Virgen María y rezaron juntos el Rosario. Ese día los cristianos obtuvieron un triunfo contundente que fue atribuido a la intercesión de la Madre de Dios, protectora de la cristiandad.
Enterado del triunfo, el Papa San Pío V, en agradecimiento a la Virgen María, instituyó la fiesta de la “Virgen de las Victorias” a celebrarse el primer domingo de octubre. Además, incorporó el título de “Auxilio de los Cristianos” en las letanías dedicadas a la Virgen, como un homenaje a la Señora que armó de valor a los defensores de la cristiandad.
Años más adelante, el Papa Gregorio XIII cambió el nombre de la fiesta por el de “Nuestra Señora del Rosario”; y el Papa Clemente XI extendió la celebración a toda la Iglesia de Occidente. A inicios del Siglo XX, San Pío X fijó definitivamente el 7 de octubre como el día oficial para esta fiesta e inmortalizó estas palabras: “Denme un ejército que rece el Rosario y este vencerá al mundo”.
“Rosario” significa “corona de rosas” y, tal como lo definió el propio San Pío V, “es un modo piadosisimo de oración, al alcance de todos, que consiste en ir repitiendo el saludo que el ángel le dio a María; interponiendo un padrenuestro entre cada diez avemarías y tratando de ir meditando mientras tanto en la vida de Nuestro Señor".
En los albores del siglo XXI, San Juan Pablo II -quien añadió los “misterios luminosos” al rezo del Santo Rosario- señalaba en su carta apostólica “Rosarium Virginis Mariae” que esta oración mariana “en su sencillez y profundidad, sigue siendo también en este tercer milenio apenas iniciado una oración de gran significado, destinada a producir frutos de santidad”. El Rosario es la oración propicia para estos tiempos recios para el mundo y la Iglesia.
Oración a la Virgen del Rosario por la salud
Amada madre inmaculada, protectora de todos los hombres, tú que vigilas desde el cielo la vida de cada uno de nosotros y te preocupas por nuestro bienestar; tú que viniste al mundo llena de gracia y sin la más ligera sombra de pecado para ser Madre de Jesús y Madre Nuestra, te pido escuches hoy todas mis peticiones.
Madre del rosario, acércate aún más a nosotros, te pedimos por los que no tienen fe o rechazan tu luz, por los que no tienen pan, por los enfermos y los sanos, por los que viven angustiados o sufren sin esperanza, por los hogares que se elevan y por los que amenazan ruinas.
Oh, santísima Virgen del Rosario, tú que no abandonas a quienes en ti confiamos, que eres la más clemente de todas, la que más ama y la que más escucha, no me desampares en este momento especial y ayúdame con esto que hoy te pido desde lo más profundo de mi corazón: (debes hacer tu petición de salud).
Yo, por el infinito amor que te guardo en cuerpo y alma, te pido que intercedas por mi salud y la de todos mis seres queridos, no permitas que suframos ningún mal, alivia todos nuestros dolores y ayúdanos a alcanzar el bienestar que tanto necesitamos.
No permitas que la enfermedad, el desconcierto, la apatía, y la falta de espiritualidad invada algún punto de mi ser. No me abandones en esta situación especial, pues sin ti no tendría la fuerza para salir adelante. Gracias por escuchar nuestras súplicas, oh dulce señora. Gloria a ti bendito ser celestial que nos protege con su manto de amor. Amén.