“Llegaron a buscarme a mi casa y cuando vi el cuerpo de mi hijo, lo abracé, lo tomé y grité fuerte «¡por más que el demonio meta su cola, jamás logrará que reniegue del Señor!»…Preferí no saber nada de quienes estaban detrás de esto, aunque me dijeron que estaba loca, porque dejé todo en las manos de Dios”
En la imagen Nancy, en el centro, con dos voluntarios
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