Ahora trabaja como misionero católico en Guatemala, El Salvador, Costa Rica, Honduras y Nicaragua con niños de la calle, pandilleros (mareros), prostitutas y niños infectados con VIH/sida
“Mi mensaje es claro: llenar vacíos con sexo o drogas solo brinda destrucción, cárcel o muerte. Yo jamás busqué las drogas, busqué la alegría, el cariño, la sensación de pertenencia a un grupo. Nadie, en este mundo, dice: ‘Dame droga, quiero probar’, todos buscamos llenar vacíos de amor”
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