“Quiso Dios que me diera cuenta de que acudiera a la Iglesia católica para ponerme en manos de un exorcista. Al mismo tiempo, comencé una vida intensa de oración y sacramentos, de misa diaria y Adoración al Santísimo Sacramento, de peregrinaciones a santuarios marianos…Y la Virgen María y Jesús no me han dejado ni un instante y me han conducido y aún me conducen allá adonde pueda curarme”
No hay comentarios:
Publicar un comentario