“Y cuando pienso en el ocaso del Apóstol, me viene al corazón el recuerdo de aquellos santuarios de apostolicidad y de santidad que son las casas de reposo de los sacerdotes y de las religiosas: valientes sacerdotes y religiosas, mayores ya, con el peso de la soledad, esperando que el Señor venga a llamar a la puerta de sus corazones. Estos son verdaderos santuarios de apostolicidad y de santidad que tenemos en la Iglesia. No los abandonemos, ¡eh!”
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