«Con mi marido era básico compartir la fe, no solo en la educación de los hijos sino también para afrontar todas las cosas de la vida. Cuando me paso esto, lo primero que dije es “jamás voy a preguntarme por qué, porque nunca lo voy a entender”. Lo único que pedía era fuerzas y oración porque era lo único que me podía sacar de esta situación»
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