«¡Ay de nosotros si despojamos a la Cruz de su capacidad para juzgar la sabiduría de este mundo!. Los animo a ustedes y a sus hermanos sacerdotes a rechazar esta tentación en todas sus modalidades. Dios quiera que nos podamos salvar de esa mundanidad espiritual y pastoral que sofoca el Espíritu, sustituye la conversión por la complacencia y termina por disipar todo fervor misionero»
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