«No hay nada mejor que celebrar la Eucaristía en contacto con un cuerpo sufriente, con un hermano que recibe “latigazos” sin tener voz porque tiene miedo. La evangelización más fuerte es dar respuesta a la sed de justicia.
Estar en el camino me ha permitido entrar directamente en las heridas, en las llagas de la humanidad»
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