Cuenta varias historias, entre ellas la de Georgette, que vive hoy en el hogar Don Bosco de Kara (Togo). Es una niña acusada de brujería. Su madrastra le metió las manos en agua hirviendo. “Si no pasaba nada es que era bruja, pero pasó y mis manos están marcadas de por vida”, explica la joven
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