* «Aquella noche volví a mi cuarto en el hotel, me dirigí a las ventanas, las abrí y alzando los ojos al cielo pronuncié las siguientes palabras: “Señor Jesús, esta noche te entrego todo cuanto tengo y cuanto soy. No puedo seguir viviendo de esta manera. Ven a mi vida y toma autoridad de ella”»
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