«“Bienaventurado aquel siervo -escribe san Francisco de Asís- que no se exalta (yo añado: y no se regocija) más del bien que el Señor dice y obra por medio de él, que del que dice y obra por medio de otro”. Que el Espíritu Santo nos ayude a dirigirnos por este camino exigente, pero al que se le han prometido los frutos del Espíritu: el amor, el gozo y la paz»
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