«Myriam le reza con naturalidad a la Virgen, y le canta. Confía plenamente en su ángel de la guarda. Le gusta sentarse en el primer banco de la iglesia. Recuerdo cuando tenía siete años, un día tocaban lentejas para comer y dijo: «No quiero». «Myriam, hay que comer». «No». Se quedó un rato en silencio, y de repente empezó a comer. Le digo: «¿Ya te has convencido?» «No, la Virgen María me ha dicho que me las tenía que comer»»
No hay comentarios:
Publicar un comentario