* «¡Es feo ver a los ancianos descartados, es una cosa fea, es pecado mortal! ¡No nos atrevemos a decirlo abiertamente, pero se hace! Hay algo vil en este acostumbrarse a la cultura del descarte. Queremos remover nuestro acrecentado miedo a la debilidad y a la vulnerabilidad; pero de este modo aumentamos en los ancianos la angustia de ser mal soportados y abandonados»
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