«Reforzados por el Espíritu Santo que guía, nos guía a la verdad, que nos renueva y renueva a toda la tierra, y que nos dona sus frutos; reforzados en el espíritu y por sus múltiples dones, llegamos a ser capaces de luchar, sin concesión alguna, contra el pecado, luchar sin compromisos contra la corrupción que se expande en el mundo día a día, y de dedicarnos con paciente perseverancia a las obras de la justicia y de la paz»
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