“Me encerraron en una habitación, me quitaron la venda de los ojos y los soldados confiscaron nuestros objetos personales. Lo único que tenía era mi rosario. Los militares obligaron al padre a pisarlo. Él se rehusó. Entonces uno de ellos sacó una espada y lo amenazó con matarme. El sacerdote dijo: ‘Déjenme morir pero, por el amor de Dios, no pisen nuestro objeto sagrado’”
No hay comentarios:
Publicar un comentario