«Hay un lugar privilegiado para el sacerdote donde aparece ese último, ese mínimo, el más pequeño y es el confesionario Por favor, a los sacerdotes, no se cansen de perdonar, sean perdonadores, no se cansen de perdonar como lo hacía Jesús. No se escondan en miedos o en rigideces. Así como esta monja y todas las que están en su mismo trabajo no se ponen furiosas cuando encuentran al enfermo sucio, mal sino que lo sirven, lo limpian, lo cuidan, así tú cuando te llega el penitente no te pongas mal, no te pongas neurótico, no lo eches del confesionario, no lo retes»
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