* «Nuestra alegría también es ir contra corriente y superar la opinión corriente, que hoy, como entonces, no logra ver en Jesús más que un profeta o un maestro. Nuestra alegría es reconocer en Él la presencia de Dios, el enviado del Padre, el Hijo hecho instrumento de salvación para la humanidad… A la raíz del misterio de la salvación está la voluntad de un Dios misericordioso, que no se rinde ante la incomprensión, la culpa y la miseria del hombre, sino se dona hasta hacerse Él mismo hombre para encontrar a cada persona en su condición concreta»
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