«Muchos hombres y mujeres a lo largo de las calles, cuando pasaba, levantaban a sus hijos, me los mostraban; son el futuro de México, cuidémoslos, amémoslos. Esos chicos son profetas del mañana, son signo de un nuevo amanecer. Y les aseguro que por ahí, en algún momento, sentía como ganas de llorar al ver tanta esperanza en un pueblo tan sufrido»
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