* «El fin de la santidad que Dios regala a sus hijos, que regala a la Iglesia, viene a través de la humillación de su Hijo, que se deja insultar, que se deja llevar sobre la Cruz, injustamente… Y este Hijo de Dios que se humilla, es el camino de la santidad. Pidamos al Señor la gracia, para cada uno de nosotros, para toda la Iglesia, la gracia de la humildad, pero también la gracia de comprender que no es posible ser humildes sin humillación»
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