* «Cuántos padres se declaran católicos, pero no tienen tiempo para hablar a sus propios hijos, jugar con sus propios hijos, escucharles. Quizás tienen a sus padres en asilos, pero están siempre tan ocupados que no pueden ir a visitarlos y los abandonan. ‘Pero ¡soy muy católico! Pertenezco a ese movimiento’. Esta es la religión de las palabras: Yo digo que soy así, pero practico la mundanidad»
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