"No me importa cuánto dinero tenga, porque me siento a gusto y quizá un día estaré en su situación… Son muy amables, los hemos conocido hace mucho tiempo y son buenas personas. No importa lo que les doy, me lo devolverán después si soy paciente con ellos. Volverán a pagarme y, si no lo hacen, Dios me compensará”
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