Rilene: "¡Gracias a Dios! Así que me arrodillé y dije esas palabras realmente tan hermosas: ´Bendígame, padre, porque he pecado´. Habían pasado 35 años desde mi última confesión. Un abrumador sentimiento de gratitud. Nunca lo olvidaré. Ahora estoy a salvo. Y estoy en casa"
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