Sarah Gerwig-Moore, su abogada, explica que «sus últimas palabras fueron de arrepentimiento y de amor.En el sombrío corredor de la muerte, descubrió que podía ser amado por los demás y por Dios, y es entonces cuando floreció como artista y como hombre. Se bautizó como católico. Pidió perdón con humildad a los familiares de sus víctimas, y quedó confortado con la gracia de obtenerlo de la mayor parte de aquellos a quienes había herido»
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