“El apóstol del Reino de Dios tiene que abrir un surco en el campo del mundo para que pueda ser vivificado por el agua de la Palabra y del Espíritu Santo. Si el arado se traba y se rompe, la vida no llegará a muchos. Por ello hay que estar muy atento, sin mirar atrás ni siquiera un momento: ¡la vida está en juego!”
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