Taha Juma’a, refugiado iraquí, cuenta cómo murió su hija pequeña en este campo por una picadura de escorpión: "Llevo conmigo esta medicina en el bolsillo. Fui a pedirla. Me dieron un sedante porque el médico me lo recetó. Les dije que no duermo nada porque mi hija murió en mis brazos y no hago más que llorar. Por la noche tengo pesadillas”
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