«Mi pensamiento se dirige otra vez a la amada y masacrada Siria. Me siguen llegando noticias dramáticas sobre el destino de las poblaciones de Alepo, a las cuales me siento unido en el sufrimiento, a través de la oración y la cercanía espiritual. Mientras expreso profundo dolor y viva preocupación por lo que sucede en esta ya atormentada ciudad, en la que mueren niños, ancianos, enfermos, jóvenes, viejos, todos…»
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