“Hay tesoros preciosos que nos permiten elevarnos hacia Dios para acoger su salvación: La Palabra de Dios y el Magisterio de la Iglesia que la interpreta; el testimonio y la experiencia espiritual de los santos de todos los tiempos y la comunidad eclesial que vive y celebra la fe. Estos tesoros están ahí, pero a menudo no nos los tomamos suficientemente en serio”
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