“¿Por qué tantas casas, confortables y hasta lujosas, se han convertido en infiernos por la división de los que las habitan? ¿Por qué teniendo más recursos que nunca, medio mundo se sigue muriendo de hambre? Porque hemos dejado de mirar hacia lo alto, porque hemos olvidado que la paz, la armonía, la unidad, la justicia y la verdadera alegría son dones que proceden de lo alto y que hemos de acoger –como María– con la alabanza, la acción de gracias y la escucha atenta y obediente de la Palabra de Dios”
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