“La conversión supone, sobre todo, la negación de uno mismo, la renuncia a seguir los propios caminos para abrirse a la voluntad de Dios que a menudo resulta desconcertante. Jesús quiere extender a la tierra el reino de Dios que ya se vive en el cielo. Este reino consiste en que todo se realice conforme a la voluntad de Dios y nos trae la felicidad y la armonía que existen ya en el cielo”

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