“Nosotros, templos vivos del Espíritu Santo, debemos vigilar con atención y prevención, como a través de rejas, que nada impuro se introduzca en nuestra mente. Pero, ¿y si el mal consigue penetrar furtivamente en nosotros? Entonces hay que exterminarlo en seguida, antes de que crezca, se fortalezca y se adueñe de nosotros”
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