* «Pero ¿cómo puedo yo saber si algo es del Espíritu Santo o de la frivolidad, del espíritu del mundo, o del espíritu del diablo? ¿Cómo? Pidiendo la gracia del discernimiento. El instrumento que el mismo Espíritu nos da es el discernimiento. Pidamos al Señor -fue su invocación final- la gracia del discernimiento para no equivocarnos de camino y no caer en la inmovilidad, en la rigidez, en la cerrazón del corazón»
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