“Lean y mediten asiduamente – agregó Francisco – la Palabra del Señor para creer lo que han leído, enseñar lo que han aprendido en la fe y vivir lo que han enseñado. Sin olvidar que su doctrina con el perfume de su vida debe ser alimento para el pueblo de Dios, alegría y apoyo a los fieles de Cristo construyendo con su palabra y ejemplo la casa de Dios, que es la Iglesia”
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