“En la medida en que, con la ayuda de la gracia, vamos realizando esta transformación, experimentamos una libertad y una vida inesperadas: somos liberados de nosotros mismos y, al centrar nuestros deseos en Dios y su Reino de amor, sentimos que participamos de su plenitud de vida: «El que pierda su vida por mí, la encontrará»”

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